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Datos principales


Rango

Andes meridionales

Desarrollo


El contexto de aparición de este arte es generalmente funerario, y la enorme fuerza simbólica y expresiva de las representaciones hace posible relacionarlas de algún modo con el mundo de las creencias de sus realizadores. Los morteros decorados bien podrían haber servido para la preparación de algún tipo de alucinógenos, generalmente utilizados en ceremonias de carácter shamánico. No hay noticias de tratamiento diferencial en los entierros, pero la calidad y variedad de la cerámica, la existencia de escultura en piedra y, sobre todo, la aparición de objetos de orfebrería en las tumbas, pectorales de oro, pulseras repujadas y adornos de vestidos, apuntan hacia el comienzo de la especialización artística. Es tal vez una de las culturas mejor conocidas del Noroeste y que puede ser tomada como ejemplo de la tradición cultural surandina en el cerámico medio. Su centro geográfico es el Departamento de La Candelaria y es en realidad una larga tradición cultural cuyo origen se remonta a los comienzos de la era cristiana y se extiende hasta el 1000 d. C. Pequeños asentamientos con habitaciones de material perecedero de las que a veces se encuentran cimientos circulares o rectangulares de lajas de piedra, se encuentran regados de restos de cerámica, utensilios variados y urnas funerarias enterradas. Este entierro en urnas asociadas a las viviendas es muy característico y se trata siempre de enterramientos primarios. Las urnas, de cerámica gris, tienen un cuerpo ovoide o alargado y un cuello estrecho, midiendo entre 50 y 140 cm.

Se adornan con incisiones punteadas organizadas en bandas alrededor del cuello formando diseños trianguloides y algunas se decoraron con pastillaje. En algunas se han encontrado hasta tres esqueletos y restos infantiles que tienen huellas de traumatismos violentos que podrían indicar posibles sacrificios. A veces las urnas se dejaban en cavernas funerarias acompañadas de un variado ajuar; el afortunado descubrimiento de una serie de éstas permitió recuperar una serie de objetos incluso de material perecedero dadas las condiciones de sequedad. Se encontraron telas diversas, tejidos de lana de llama, bolsas, cuerdas, varios tipos de redes y arcos y flechas con puntas de madera, diademas de plumas y una nariguera de cerámica y un colgante de oro. Cuentas de collar de concha de especies del Atlántico y del Pacífico revelan relaciones comerciales, lo mismo que los escasísimos objetos de oro y cobre que proceden del oeste. Destaca el sentido plástico de su cerámica cuyas manifestaciones tempranas se relacionan con Condorhuasi, pero sin su estilo polícromo. Son frecuentes las imágenes de seres fantásticos que mezclan rasgos humanos y animales, decorados con incisiones geométricas organizadas rítmicamente. Se trabajó también la piedra, tanto para objetos utilitarios como hachas, como para tallar una figura antropo o zoomorfa, de carácter fantástico en el extremo opuesto al filo. Y de piedra se hicieron también adornos como cuentas de collar cilíndricas y narigueras.

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