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Escultura

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Conviene repetir siempre la pregunta de hasta qué punto es correcto recordar ahora a Italia. En realidad Italia no entra en el renacimiento con el cambio de siglo. El concurso de las segundas puertas del baptisterio de Florencia sanciona positivamente el gótico internacional, al premiar a Ghiberti, en contra de Jacopo della Quercia o de Brunelleschi, que, en cierta medida, comenzaban un camino más directo hacia lo que será la renovación. Y recordemos que esto sucede en Florencia, la ciudad pionera.Allí había trabajado Andrea Orcagna, pintor y escultor, que morirá en 1368. En 1355 es nombrado maestro de las obras de Or San Michele, notable edificio de múltiple uso. Para el santuario del lugar realizará lo que debe considerarse como el proyecto escultórico de la ciudad en la segunda mitad del siglo XIV: el gran tabernáculo que debía cobijar a la Virgen. En mármol, con incrustaciones ricas, animado con un gran número de relieves, es suntuoso como totalidad y minuciosamente cuidado en cada detalle. El relieve mayor se dedica a la muerte y asunción de María. Orgulloso, dejó constancia de nombre, cargo y fecha, en una inscripción: "Andrea Cionis (su nombre era Andrea Cione, y se le llamaba Orcagna) pictor florentin oratorii archirnagister extitit hui MCCCLIX".En la zona de Lombardía trabajan durante bastantes años los Campionesi. Bonino da Campione lo hace entre 1357 y 1388. En 1363 se le debe encargar un monumento aparentemente heroico, pero cuyo carácter funerario se pondrá de manifiesto de forma más evidente después, cuando se añada el pedestal.

Es el ecuestre de Bemabó Visconti, para San Giovanni in Conca (hoy en Museo Sforzesco, Milán). Debía, de acuerdo con las fuentes, estar dorado, causando por ello mayor impresión en sus contemporáneos. Hay que recordar que este tipo de escultura heroica antecede a los conocidos ejemplos del Renacimiento. Giovannino dei Grassi, miniaturista, es como se ha dicho maestro ocasional de obras en la catedral de Milán. Se le atribuye un relieve con Cristo y la samaritana, que, sin embargo, parece bastante alejado de su forma de hacer en las artes del color.Un importante foco de fines de la Edad Media en Italia es el veneciano. Conocemos a dos excelentes escultores, los hermanos Jacobello y Pierpaolo dalle Masegne, que no son originarios de la ciudad, pero dejan en ella su obra más notable. En efecto, se les ve en San Francesco de Bolonia como autores del retablo mayor, no muy imaginativo como diseño, pero cuidado en sus esculturas. Allí estaban entre 1388 y 1392. Se supone que su formación no es ajena a Nino Pisano. Al terminar su labor en Bolonia, comienzan la iconostasis de San Marcos de Venecia, que firman satisfechos en 1394, donde sitúan un grupo de elegantes estatuas, que no ocultan un cierto recuerdo de lo francés. Tal vez, la empresa más ambiciosa sea la del palacio de los Duques, cuya zona baja de arquerías contiene un delicado conjunto de intelectual iconografía y en el que trabaja un grupo de escultores. En otro orden de cosas, encontramos aún, quizás en sordina, el recuerdo del viejo compromiso con Bizancio, más nítido en la Virgen dello Schioppo (San Marcos), de la primera mitad del siglo XIV, pero perceptible en la misma Virgen de la Misericordia de Bartolomé Buon, de 1441 (Museo Victoria y Alberto, Londres).Antes de acabar, es preciso un último recuerdo a Florencia, y especialmente a dos cuestiones. Una es la Puerta de la Mandorla de la catedral, de traza gótica y complicada historia entre los nuevos y los viejos tiempos. La otra ambigüedad de la primera parte de la obra del gran Lorenzo Ghiberti. ¿No sería difícil encontrar a otro escultor tan próximo al internacional y así se reconocería más a menudo, si no se le pretendiera ver empeñado en una empresa, la del famoso concurso, considerada desde siempre emblemática del cambio que sufre el arte italiano a partir de entonces?

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