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Arquitectura

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¿Es posible hablar todavía de un gótico italiano en arquitectura? Como en otras artes, la respuesta ha de ser afirmativa, siempre que se relativice respecto a las particularidades propias de Italia.Ante todo conviene recordar que es ahora cuando se terminan edificios importantes iniciados en tiempos anteriores. Las siempre presentes órdenes mendicantes siguen reconstruyendo en mayores dimensiones obras más antiguas. En Venecia, la iglesia de los Santos Juan y Pablo (Zanipolo) es dominica y se comenzó hacia 1333, parece ser que por los pies. De fines del siglo XIV debe ser la capilla mayor y en 1430 se consagró. Es un colosal edificio de ladrillo y piedra, con paralelos en otros mendicantes anteriores. Su gran cabecera tiene la capilla mayor de gran desarrollo con dos pares de capillas a los lados, de modo que únicamente están separadas entre sí por los muros de sostén. Los enormes soportes son cilíndricos y la luz entre ellos es muy amplia, lo que permite distinguir el espacio interno completo, al tiempo que existe una notable iluminación en toda la iglesia. La poderosa organización de la cabecera con numerosos pisos, es especialmente destacada. Se cubre con sencillas bóvedas cuatripartitas de crucería. En definitiva, un notable edificio en una tradición italiana muy anterior. Cosas similares se podrían decir de la casi contemporánea iglesia de Santa María Gloriosa de Frari, franciscana, con cabecera inicial de seis capillas laterales, mismo tipo de soportes, etc.

.Este conservadurismo perdura en tanto que no se imponga el renacimiento o lleguen influencias de más allá de las fronteras. Es el caso de dos obras de gran interés. Una es la monumental catedral de Milán y la otra el Castel Nuovo de Nápoles. La historia de la primera es una de las más complicadas que se conocen, demasiado para ser aquí siquiera esbozada. Era un proyecto monumental cuya realización supuso problemas de ejecución material, de tipo estético y de proporciones, económicos, etc.Milán era una gran ciudad y Gian Galeazzo Visconti un hombre poderoso y aficionado a grandes ostentaciones, dominando sobre un territorio extenso y rico. Como consecuencia, en 1386, se decidió comenzar una gran catedral. Desde los inicios surgieron los problemas y los distintos grupos de arquitectos se fueron sucediendo. En esta primera etapa habría que citar nombres como los del miniaturista Giovannino dei Grassi o el arquitecto de Bolonia, Antonio di Vicenzo. Por entonces estaba decidida la planta definitiva: cinco naves, transepto marcado con tres naves, cabecera poligonal y dimensiones inmensas. Progresivamente desfilaron por la ciudad arquitectos franceses y alemanes, como Heinrich Parler, de la famosa dinastía, junto a otros italianos. Se discutieron proporciones y ritmos, problemas estructurales. La catedral avanzó con cierta calma. Lo que vemos hoy tiene una unidad que es relativamente falsa, porque una buena parte de esta decoración externa tan poblada de pináculos, gabletes y adornos varios es resultado de campañas que no sólo se prolongan en el siglo XVI, sino que se terminan en los siglos XVIII y XIX.

En todo caso, el efecto, algo pesado al exterior, es impresionante.Sólo coincide en su carácter ajeno a lo más usual italiano, el proyecto del Castel Nuovo de Nápoles. Destruido anteriormente, es el rey Alfonso el Magnánimo quien a partir de 1443 decide levantarlo otra vez. Después de unas obras inciertas, en 1447 se hace cargo de todo Guillem Sagrera, el gran artista mallorquín. A partir de ahí se traza un diseño definitivo. Al margen de su valor como fortaleza junto al mar, llaman la atención diversas estancias de la enorme construcción. Así, es trabajo personal de Sagrera la soberbia Sala de los Barones de enormes dimensiones y cubierta con una sola bóveda. Sobre un cuadrado en planta, se elevan muros de casi cuatro metros de espesor y hacia una cierta altura se levantan en los vértices pequeñas bóvedas y un arco rebajado que permiten transformar el cuadrado en octógono. Es la base para una bóveda estrellada de ocho lados, con un gran óculo abierto en la clave. Es un gran espacio ajeno a Italia.Numerosas canterías siguen abiertas. El proceso de la catedral de Florencia es farragoso y se sigue con la ayuda de abundante documentación y cuyo resultado es dudoso que sea positivo en relación a los costes y a la magnitud. Se trabaja en la catedral de Siena, en Santo Domingo de la misma ciudad, en la Cartuja de Pavía, en diversos edificios florentinos, etc. Entre todos ellos podría recordarse ejemplos especiales como el Palacio Ducal de Venecia.

Naturalmente, existía uno previo, pero a partir de 1340, aproximadamente, comienzan las modificaciones que progresivamente llevarán a culminar este edificio singular, sin precedentes visibles, más que parciales, en la ciudad, prodigio de riesgo de ejecución, al levantar las arcadas bajas, cuando ya existían los muros superiores y centro también de una magnífica escultura dotada de un programa de enorme amplitud. Tal vez pese ópticamente demasiado el muro superior, aun aligerado por ventanas y adornos de muro, dada la escala corta, sobre todo, de las arquerías. En todo caso, no impide disfrutar la belleza sutil del conjunto. Fue la zona que mira al mar la más antigua, mientras que es en el siglo XV cuando se repitió exactamente en el lado que da a la pequeña plaza. En Venecia también se conservan numerosos palacios de diversos particulares, pertenecientes a las ricas y poderosas familias de la república. El llamado Ca d'Oro es justamente considerado uno de los más bellos en la organización de la fachada que da al canal.Finalmente, cabría recordar uno de los proyectos más monumentales, pero nunca terminado por completo. Me refiero a la gran basílica de San Petronio en Bolonia, comenzada en 1388 por el arquitecto local Antonio di Vicenzo sobre el modelo agrandado de la catedral de Florencia. Una vez más conviene recordar que se utilizó, como tantas veces en Italia, el ladrillo, y que el sistema de cubiertas es de una extrema sencillez.

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