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Datos principales


Rango

Paleolítico medio

Desarrollo


La identificación de los cazadores del Paleolítico Medio partió del análisis de la industria lítica, conceptuada básicamente como una industria de lascas. El primer intento de sistematización por parte de un prehistoriador surge con H. Breuil en 1931, quien establecería una secuencia bipartita entre culturas levalloisienses y musterienses, basándose para la primera en los yacimientos al aire libre del norte de Francia, que ofrecían una proporción muy elevada de restos de talla, lascas, núcleos, etc., mientras que las puntas, raederas y otros útiles eran escasos. Estos conjuntos eran semejantes a los que contenían piezas de factura especial de las graveras de Levallois (Sena) durante el siglo pasado. Por asimilación, Breuil denominó las industrias con lascas de extracción premeditada, Levalloisense, del que establecería una secuencia cronológica de siete estadios, de los cuales los tres últimos serían coetáneos del Musteriense. En la década de los cincuenta aparece la figura de F. Bordes, quien guiado por V. Commont estudia la formación de loess del norte de Francia y sistematiza las industrias del Paleolítico Inferior y Medio, estableciendo una lista tipológica con las piezas frecuentes y características de ambos períodos. Para ello se basaría, asimismo, en los trabajos de F. Bourgon sobre las industrias musterienses de la zona suroeste de Francia. En esta serie se incluye un conjunto de piezas que realmente no son útiles en el sentido tipológico: las lascas levallois.

Éstas entran en la composición de su lista para proporcionar las bases de diferenciación técnica de las industrias. Con la aplicación de la estadística, además de los resultados de su estudio geológico, demostró la inexistencia del Levalloisiense como cultura, quedando reducido a un fenómeno técnico. La mayor o menor expansión de la técnica levallois, reflejada por su índice, tenía su causa para Bordes en dos razones: el género de vida y la mayor o menor abundancia de materia prima, combinándose ambos factores con la tradición. La sistematización del Musteriense realizada por F. Bordes descansa sobre las industrias en abrigos y cuevas del suroeste francés y algunas de los loess y terrazas del norte de Francia, así como en los trabajos previos de Bourgon. Siguiendo un sistema de porcentajes, definió el Musteriense como un complejo basado en un mismo espectro de útiles. Dentro de este complejo musteriense aisló cuatro grupos en los que puede estar representada la técnica levallois, siendo en este caso denominada de facies levallois, o estar ausente, constituyéndose en un conjunto de facies no levallois. La atribución de un conjunto de materiales a un determinado grupo vendría dado por la distinta proporción de los diferentes útiles que componen la lista tipológica, según lo que revelen los porcentajes y los índices técnicos y tipológicos aplicados a la misma. Los tipos de Musteriense establecidos son los siguientes: 1.° Musteriense de Tradición Achelense.

Este término fue establecido por Denis Peyrony para los niveles que contentan bifaces, pero que eran musterienses por su edad claramente würmiense. Este grupo para Bordes es complejo, comprendiendo numerosos subtipos, que a veces representan facies contemporáneas. Entre los diversos subgrupos tipológicos, los más importantes se deben a la evolución de la industria: tipo A, más arcaico y tipo B, evolucionado. Ambos pueden ser de facies levallois. El Musteriense de Tradición Achelense Tipo A está caracterizado por la existencia de determinado tipo de bifaces (cordiformes y triangulares) en proporciones que oscilan entre el 5 y 40 por 100; índice de raederas medio entre 20 y 45 por 100; desarrollo amplio de los útiles del Paleolítico Superior; porcentaje variable, aunque bajo, de cuchillos de dorso. El Musteriense de Tradición Achelense Tipo B está caracterizado por la persistencia muy escasa de bifaces; gran desarrollo de cuchillos de dorso, que preconizan el tipo Chatelperron; desarrollo laminar de la industria; abundancia de útiles del Paleolítico Superior y descenso del porcentaje de los útiles musterienses salvo los denticulados. 2.? Musteriense Típico. Carece de subdivisiones claras para Bordes, si bien apuntaba la posibilidad de las mismas en investigaciones posteriores, hoy en día constituye uno de los grupos más conflictivos. Los rasgos típicos de la industria se caracterizan por la ausencia o evidencia limitada de bifaces (atípicos), bajo porcentaje de cuchillos de dorso, no característicos por lo general; presencia aún menor de denticulados; porcentaje de raederas que oscila entre el 23 y el 65 por 100, sin apenas representación de las de tipo Quina y un porcentaje apreciable de puntas musteriense.

Este grupo puede ser de facies levallois. 3.? Charentiense o Musteriense de Tipo Quina-Ferrassie. Se subdivide en dos grupos. El Musteriense tipo Quina se caracteriza por la casi ausencia de técnica levallois, con lascas cortas y espesas y un índice laminar bajo y, sobre todo, por una fuerte proporción de raederas, la mayoría de tipos especiales, como simples-convexas y transversales-convexas y las raederas con retoque bifacial, ambas de tipo Quina; su porcentaje es muy fuerte, apareciendo los limaces. Los denticulados juegan un papel débil, aunque son más numerosos en el comienzo y al final de este tipo de conjunto. El Musteriense tipo Ferrassie constituye la facies levallois, caracterizándose por la aparición de esta técnica en conjuntos con una fuerte proporción de raederas, entre las que destaca una proporción moderada de raederas Quina a semi-Quina. Las diferencias con el tipo Quina vienen dadas fundamentalmente por el papel que juegan las diferentes técnicas de talla, ya que los productos levallois no permiten la realización del retoque escamoso sobreelevado. Los denticulados persisten en proporciones muy débiles, desarrollándose en los niveles tardíos. 4.? Musteriense de Denticulados. Constituye uno de los tipos más claros del Musteriense, cuyos conjuntos se componen de proporciones muy elevadas de denticulados y escotaduras con débiles a muy débiles porcentajes de otros tipos. En casos determinados sirve para rastrear alteraciones mecánicas de los depósitos de donde proceden.

5.? Vasconiense o Musteriense tipo Olha. Ha sido aislado como un tipo regional por el propio F. Bordes para explicar las industrias con hendedores que aparecen en el propio país vasco-francés y en la cornisa cantábrica. Basándose principalmente en las colecciones procedentes del Abri Olha y de un nivel del yacimiento del Castillo, se caracteriza por unos conjuntos de tipo Quina o Charentiense evolucionados y la presencia de hendedores. Ha sido objeto de discusión al ampliarse las colecciones de otros yacimientos, principalmente de Cantabria, por lo que su problemática la discutiremos más adelante. Si bien se observa por la mayoría de los investigadores la dificultad que entraña, en muchos casos, atribuir un conjunto lítico a una determinada facies, la evidente existencia de distintas tendencias en las industrias musterienses ha sido objeto de una acusada polémica sobre la significación de esta diversidad, polémica que no ha sido aún resuelta a pesar de haber transcurrido más de dos décadas. Las principales posturas, en cuanto a la significación cultural de los diferentes conjuntos líticos, son las siguientes: En primer lugar, conviene comentar brevemente la propia interpretación de F. Bordes, una vez concluida su sistematización de los conjuntos líticos. Este investigador defendía, en 1970, el que los diferentes conjuntos representaban tradiciones autónomas y estables a lo largo del tiempo de diferentes grupos, que apenas tendrían una influencia recíproca.

Las principales críticas a la interpretación de Bordes partieron de dos investigadores norteamericanos, L. y S. Binford en la misma década de los sesenta. Según estos autores, aquella interpretación iba contra la misma base antropológica, ya que a los musterienses se les concibe organizados sociológicamente en grupos pequeños de recolectores de alimentos, mostrando una cierta movilidad, por lo que no pueden coexistir durante largos períodos de tiempo en regiones de extensión limitada, como sería el Perigord, sin que se produjese cierto grado de aculturación. Asimismo, los hábitos preferentes en la manufactura de útiles tienden a desarrollarse bajo condiciones de aislamiento geográfico y diversificarse especialmente las características de los conjuntos, lo que no parece ser el caso de la cultura musteriense. Lewis y Sally Binford ofrecieron una interpretación funcional, partiendo del concepto de que cada conjunto específico de piezas correspondía a una actividad determinada, encuadrada en dos grandes grupos de técnicas: las relacionadas con tareas extractivas (aprovisionamiento de alimentos y materias primas) y las propias del asentamiento o tecnología de mantenimiento y transformación, que se llevaría a cabo en los campamentos base. El primer paso para obtener datos que sustentaran esta interpretación consistió en aislar los conjuntos o unidades de piezas que estarían relacionados con las diferentes actividades, y para ello aplicaron el análisis factorial sobre la totalidad de las piezas procedentes de dos yacimientos, del Oriente Próximo y del Perigord.

El análisis factorial les permitió identificar una serie de variables agrupadas que son los factores, a su vez cada uno de ellos se definiría por una serie de variables, en su mayoría tipos del sistema de F. Bordes, y que estarían relacionadas con determinadas actividades. Los factores observados son los siguientes: Factor I: vinculado con la actividad de fabricación de útiles no líticos (hueso, madera, etc.), actividad propia de mantenimiento que los Binford relacionan con el Musteriense Típico. Factor II: en el que se agruparían variables que Binford relaciona con la caza y despiece de animales, por lo que lo asimila con actividades extractivas, vinculándose al Musteriense tipo Ferrasie. Factor III: vinculado por sus variables al proceso de consumición de alimentos (corte e incisión), representando, pues, una actividad de mantenimiento y podría compararse al Musteriense de Tradición Achelense. Factor IV: por el tipo de variables, lo relacionó con una función específica, como es el trabajo de materias vegetales, actividad extractiva que se asimilaría al Musteriense de Denticulados. Factor V: la interpretación de las variables se presenta más desdibujada que las anteriores, si bien Binford lo relacionaría con actividades de caza y el aprovechamiento de la misma, es decir, como actividad extractiva, relacionándose con el Musteriense de tipo Ferrassie. El aspecto innovador de Binford se remite al método utilizado, aunque pueden criticarse algunos aspectos, como son: el olvido de la fauna y otros datos a la hora de ofrecer una interpretación de actividades de grupos cazadores, atribuir de una manera simplista y a priori funciones determinadas a las variables, la escasez de la muestra y el ignorar las condiciones y circunstancias de cada nivel estudiado, así como una discutible aplicación del Análisis Factorial.

En la década de los sesenta otro investigador, Paul Mellars, uno de los clásicos de la nueva arqueología nacida en Inglaterra con David Clarke, estableció una secuencia cronológica de los diferentes tipos musterienses en el sudoeste de Francia relacionando los niveles de las series estratigráficas del Perigord, con el fin de analizar la certeza sobre la coetaneidad, al menos de todas las facies, y rastrear la evolución de las mismas. Los trabajos en los años setenta de H. Laville han mostrado, por medio de análisis geológicos, la existencia continuada de las distintas facies desde los inicios del Würm. La aportación de Mellars a la interpretación de la variabilidad de los grupos musterienses descansa sobre una base crítica a la concepción de funcionalidad ofrecida por los Binford, haciendo ver el peligro de realizar correlaciones simples entre el equipo material, actividades económicas y medio ambiente, en sociedades que poseen a su vez un nivel de subsistencia muy simple. Del mismo modo, lo arriesgado de suponer que todas las diferencias entre los conjuntos de útiles puedan reflejar probables diferencias significativas en las actividades realizadas en los yacimientos estudiados. Para este investigador al menos tres de las facies, Ferrassie, Quina y Musteriense de Tradición Achelense (MTA) se solapan cronológicamente en este orden, evolucionando de forma independiente. Para este supuesto se basa fundamentalmente en el yacimiento de Combe Grenal. Veinte años después, se mantiene la polémica sobre el significado y la variabilidad dentro de las facies musterienses.

Con los datos de Henri Laville y las recientes dataciones por termoluminiscencia del abrigo epónimo de Le Moustier, obtenidas por H. Valladas y M. Geneste, P. Mellars observa que al menos estas tres facies se originan en diferentes momentos y tienen una evolución interna. La sucesión de estas tres facies comienza por el Musteriense Ferrassie, posteriormente el Quina y, por último, el Musteriense de Tradición Achelense, primero el tipo A y posteriormente el tipo B. En la última década y a partir de sus trabajos con H. de Lumley en la cueva de L'Hortus, Nicolas Rolland ha expuesto recientemente una nueva interpretación de la variabilidad de las industrias musterienses. Parte el autor de la variabilidad en las frecuencias de útiles retocados regularmente, considerando la dicotomía existente entre raederas y denticulados. Su observación básica es la importancia de las raederas, ya que cuando aumenta la frecuencia de las mismas, aumenta también la riqueza cuantitativa de las colecciones. Estos útiles, destacados ya por F. Bordes en una amplia variedad de tipos, para Rolland consisten en "útiles de borde cortante, utilizados intensivamente, reafilados de nuevo y a menudo reemplazados cuando las circunstancias requirieran una economización del material lítico". Los denticulados y las escotaduras servirían para el trabajo de materias más resistentes mediante otras acciones cinéticas y durarían aún más. Estas industrias se producen ambas desde los comienzos del Würm, si bien las que presentan mayor frecuencia de raederas parecen coincidir en general con períodos de clima más severo, mientras que las segundas tienden a aparecer durante episodios más suaves o templados, coincidiendo geográficamente en varias áreas de la cuenca mediterránea.

Deduce que las características de la industria pueden ser diagnósticos de hábitos de talla modificados como consecuencia de cambios interrelacionados entre la morfología social y el medio ambiente. La dicotomía entre dos series de piezas fundamentales, raederas y denticulados, ha sido defendida por otros autores como Arthur Jelinek y Harold Dibble. Recientemente, en los análisis matemáticos que hemos realizado en conjuntos de niveles de la cornisa cantábrica, se muestra claramente que la interrelación que ofrece el análisis de componentes principales agrupa dos series básicas según el componente principal que predomina en los conjuntos, raederas o denticulados. Encontrándonos dentro de los problemas de interpretación de las industrias líticas, en los últimos años han surgido estudios más concretos o más especializados sobre determinadas piezas o sistemas técnicos. H. Dibble ha observado la serie de reducciones del filo a las que han sido sometidas las raederas a partir de nuevos retoques. Para ello, ha tomado como muestra las series de raederas provenientes del yacimiento de La Quina en Francia (Charente), las de Tabun en el Próximo Oriente y los Zagros. Parte de dos premisas: a) tener en consideración hasta qué grado tiene lugar la reducción de una pieza, observando el tamaño final relativo al tamaño original de la pieza, y b) tener en cuenta que la reducción por sucesivos retoques del filo afecta a la superficie de la lasca y no a su punto de percusión.

La reducción afecta a los diversos tipos de raederas. Gracias a este estudio ha detectado dos secuencias: 1. En cuatro yacimientos de los Zagros, la reducción de los bordes laterales de las raederas llevan a una cadena, desde las raederas simples y dobles hasta llegar a raederas convergentes. 2. En La Quina y en Tabun, las raederas han sufrido la reducción en un borde, mostrando una cadena que lleva a la producción de raederas transversales desde lo que eran raederas retocadas lateralmente. Visto así, la variedad tipológica de las raederas muestra la medida de intensidad de reducción en los filos. Las raederas laterales presentan poca intensidad de reducción y paralelamente de uso. Un amplio número de convergentes y transversales puede implicar una reducción del filo más intenso y mayor utilización. Estas pautas respecto a la utilización de las raederas están relacionadas con el comportamiento de los cazadores, sumándose además la mayor o menor accesibilidad a las fuentes de materia prima para la realización de las piezas. Otros trabajos se han encaminado hacia el estudio de los procesos técnicos que conllevan la obtención de los productos. Entre ellos, destacan los trabajos de Eric Böeda sobre la técnica levallois y los trabajos sobre la cadena operatoria en la obtención de los distintos productos, observada principalmente por M. Geneste. La técnica levallois ha constituido siempre un elemento fundamental en el Paleolítico Inferior y básico para el estudio del Paleolítico Medio.

Recordemos aquí la estructura del Paleolítico Medio propuesta por Breuil y, asimismo, la importancia dada en la clasificación y sistema de F. Bordes, siendo principalmente los conjuntos de Próximo Oriente los que reflejan la abundancia y la variabilidad de la industria levallois. Técnicamente, se observan en el Levante tres tipos de núcleos: unipolar, bipolar y centrípetos. E. Böeda en sus trabajos en el norte de Francia no sólo confirma la variabilidad de los núcleos, sino también el sistema de gestión que se observa a través de la superficie de las lascas levallois. El concepto levallois reside, esencialmente, en la concepción volumétrica del núcleo al que se añaden técnicas de predeterminación en la morfología de las piezas que se van a obtener. Técnicamente, la forma de obtención es básicamente la percusión directa con percutor duro. El método que constituye la etapa de producción es la reunión entre la reproducción abstracta del objetivo y su concreción. En relación con el método, E. Böeda ha distinguido dos series de métodos: el lineal, destinado a la obtención de una sola lasca preferencial por superficie de preparación levallois, y el método recurrente, que conduce a la obtención de varias lascas predeterminadas por superficie de preparación levallois. Aparte del problema interpretativo y las tendencias de análisis actuales, se observa cómo las facies musterienses definidas por F. Bordes para los yacimientos aquitanos aparecen distribuidas por Europa occidental con mayor o menor intensidad; en la Europa meridional y central las facies se desdibujan aún más, apareciendo elementos nuevos que ofrecen variantes originales.

Aun así, y a pesar de las deficiencias que se observan en la actualidad al adscribir a facies determinadas los conjuntos líticos, el sistema tipológico y técnico al ser sencillo y de carácter general permite estudiar industrias plurales y diversificadas en cualquier ámbito geográfico. En áreas que se alejan del foco del suroeste francés, la industria lítica pierde las características que definen al Musteriense, asimilándose a lo que Bordes definió como musteroides. Quizá sea mejor por ello la utilización del término Paleolítico Medio, más asequible por su carácter general y aplicable a cualquier industria que no responda a las líneas directrices de los conjuntos del Paleolítico Inferior.

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