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Imperios y unificaci

Desarrollo


La cuestión de los ducados daneses sirvió para proporcionar el primer pretexto para que Bismarck impusiera sus puntos de vista "pequeñoalemanes" en beneficio de Prusia. La causa del nacionalismo fue en él un instrumento de una política de engrandecimiento de Prusia en el seno del mundo alemán, lo que suponía necesariamente la exclusión de Austria. Esto se venía viendo desde comienzos de los sesenta, aun antes de la llegada de Bismarck, cuando se frustraron diversos intentos de reformar la Confederación Germánica y Prusia volvió a poner sobre el tapete la solución "pequeñoalemana". La propuesta hecha por Austria, en febrero de 1862, se encontró con una firme oposición prusiana y Bismarck también impidió que Guillermo I acudiese a la conferencia de príncipes que los austriacos convocaron en Francfort, en agosto de 1863. En ella se aprobó la iniciativa austriaca de realizar la unificación de los Estados alemanes por consenso, y mediante una dirección colegiada. Hubiera sido una fórmula "granalemana", que habría asegurado la hegemonía austriaca, pero Bismarck rechazaría posteriormente las conclusiones de la conferencia, exigiendo igualdad de estatus con Austria y una Asamblea elegida por sufragio universal. Su postura fue recibida con sorpresa e indignación por algunos convencidos nacionalistas, pero Bismarck trataba tan sólo de salvaguardar los intereses prusianos. En el caso de los ducados daneses de Schleswig, Holstein y Lauenburgo, la cuestión se planteó como consecuencia de diferencias en las leyes sucesorias, que justificaban las demandas del duque de Augustenburg frente a Christian IX (sucedería en noviembre de 1863 a Federico VII como rey de Dinamarca), y también como consecuencia del debate sobre el papel que los ducados habrían de tener en el conjunto de la Monarquía danesa.

Las tensiones se habían prolongado durante toda la década de los cincuenta, alentadas también por el nacionalismo danés y hasta por un cierto movimiento "panescandinavista". La crisis estalló en 1863 cuando los daneses tomaron la decisión de poner a Schleswig bajo la misma Constitución que el resto de Dinamarca, lo que provocó la protesta de la Dieta de la Confederación y la amenaza de intervenir por medio de los Ejércitos de Austria y Prusia. La decisión danesa coincidió con los difíciles momentos del cambio dinástico, mientras que la situación originaba en Alemania un estallido nacionalista que pedía a la Dieta el reconocimiento de Schleswig-Holstein como miembro de la Confederación y la inmediata intervención militar contra Dinamarca. Bismarck, que pronto apreció las ventajas de la anexión de los ducados, porque significaba la incorporación de la importantísima base naval de Kiel y el acceso al Mar del Norte, trató de maniobrar prudentemente. En enero de 1864 pactó una alianza con Austria que preveía una acción militar conjunta contra Dinamarca, a la vez que establecía que ambas potencias decidirían por mutuo acuerdo el futuro de los ducados. Aunque mirado con recelo por el rey Guillermo, Bismarck había conseguido que Austria trabajara en una línea favorable a Prusia -Bismarck llegaría a decir que Prusia había alquilado a Austria-, a la vez que impedía que Austria utilizase la crisis para provocar algún movimiento diplomático antiprusiano.

La presión de los liberales nacionalistas, que pretendían la ocupación de los ducados y la entronización del duque Federico, estuvo a punto de poner en peligro los planes de Bismarck, que decidió actuar inmediatamente, aun sin el respaldo de la Dieta. A lo largo de 1864 se alternaron las gestiones diplomáticas con las acciones militares y, en octubre, Dinamarca cedía los ducados. Los intentos de Austria (conde Mensdorff) para contrarrestar el auge prusiano estableciendo unos ducados independientes fueron neutralizados por Bismarck que, con ocasión de una reunión de Guillermo I con Francisco José en el balneario de Gastein, consiguió que se firmase una Convención (14 de agosto de 1865) por la que Austria se encargaba de la administración de Holstein, mientras que Prusia se encargaba de la de Schleswig, compraba el ducado de Lauenburgo, y se hacía cargo de bases militares y navales en Holstein. La Convención pudo entenderse como un parón a las apetencias anexionistas prusianas, que fue aceptado por Bismarck porque tal vez no estuviera completamente seguro de la capacidad militar de Prusia en un futuro conflicto, pero significaba, en todo caso, una indudable ganancia territorial y el previsible conflicto con Austria sólo quedaba pospuesto. De momento, Bismarck prefería asegurarse de sus apoyos internacionales para el momento en que llegase ese conflicto.

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