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BronceFinal

Desarrollo


Casi todos los autores coinciden en aceptar, para el Bronce Final, la clasificación en tres tipos de Wells: asentamientos en llano, en las orillas de los lagos y en altura. Los asentamientos en llano, sin embargo, han sido matizados por Audouze y Buchsenschutz, en dos tipos diferentes, según que se trate de asentamientos aglomerados de tipo aldea o casas aisladas con carácter de factoría agraria. No obstante las diferencias formales, esta clasificación no responde a una cuestión cronológica o regional. El asentamiento tipo factoría agraria se documenta en toda la Europa continental desde Francia a Polonia, y cuenta con una fuerte tradición durante todo el segundo milenio. Difíciles de documentar, porque de ellos sólo queda como restos arqueológicos los hoyos de poste de la construcción, se trata de pequeñas unidades de asentamiento de dos o tres casas, muy abundantes en algunas regiones, ya que se han llegado a detectar hasta 675 en Havel. Los investigadores no acaban de ponerse de acuerdo sobre su grado de continuidad, y así para algunos autores son sólo lugares de trabajo o estaciones provisionales, en tanto que para otros son auténticas viviendas con todo lo que el concepto conlleva. La arqueología alemana, atendiendo a su ordenación interna ha dividido el asentamiento en llano y abierto en aldeas no ordenadas, con disposición en círculo y caracterizadas por un espacio central sin ocupación, y aldeas con ordenación en una o varias filas (aquí se inscriben las aldeas calle).

Del primer tipo valdría como ejemplo Perleberg en Prignitz, Alemania. Petrequin ha defendido que este tipo, sin orden aparente, responde sin embargo a unas directrices previas que vienen expresadas por la orientación de las casas; de este modo, se advertiría la existencia de cuatro grupos de unidades de casas entre las dieciséis documentadas en Perleberg. Interesante, dentro del modelo de ordenación circular, es Lovcicky en Bohemia con sus 48 casas rectangulares. Las unidades se dividen en casas de dos o tres filas de postes, destacando en el espacio libre central una casa con estructura más compleja, seguramente para sostener un granero. En general, son asentamientos de corta duración, que se mueven generacionalmente a lo largo de varios kilómetros, a veces compartiendo una única necrópolis, en dos ocupaciones sucesivas. Entre los asentamientos de altura fortificados también se distinguen dos tipos: el modelo de espacio central o el de filas de casas; en el primer caso, el asentamiento de Wittnauer Horn en Argovia distribuye sus casas sobre la vertiente de la colina a lo largo de 230 metros, dejando en el espacio libre central cuatro casas, distribuidas en dos grupos de dos. Conforme avanza su historia, se produce un aumento de tamaño de algunas unidades a costa de las viviendas adyacentes. E1 segundo tipo está representado en Alte Schloss en Senftenberg, Alemania, con una ordenación en filas que cubre casi todo el espacio interno, salvo un área al noroeste.

Los asentamientos lacustres responden o a un modelo sin orden preestablecido, como es el caso de Wasserburg en Baviera que, sin embargo, sigue un mismo eje de orientación en la disposición de las casas, o el caso de Cortaillod-Este, en el lago suizo de Neuchâtel, con un orden en ocho filas. En la actualidad se debate si se trata de auténticos poblados palafíticos sobre plataforma artificial o asentamientos en la orilla del lago, lo cierto es que, a diferencia del tipo de aldea en llano, suelen presentar una empalizada que delimita el asentamiento. No se conoce por el momento la relación entre los cuatro tipos de asentamiento, salvo la tendencia a engrandecerse, si se sigue su desarrollo desde el Bronce Antiguo; no obstante, se advierten algunas características en los asentamientos de altura, como la producción metalúrgica, o su disposición para cubrir puntos estratégicos, lo que podría llevar a pensar en unidades complejas de asociación entre diferentes tipos de asentamiento. Dos áreas rompen el planteamiento señalado para la Europa central y occidental, una corresponde al norte de Europa, Países Bajos y Escandinavia, donde no se documentan ni asentamientos fortificados ni complejas aldeas; se trata, en la mayor parte de los casos, de casas aisladas o de pequeñas asociaciones de dos a seis edificios, en algunas de las cuales, como en Elp (Holanda), de tres unidades, una es sensiblemente mayor que el resto. El análisis de los Países Bajos ha demostrado que muchas de las aldeas centroeuropeas pudieron ser pequeños enclaves con construcción continuada de casas, pero de tal modo que las conocidas en la actualidad sobre un plano no sean todas contemporáneas (ello podría llegar a unificar el primero y el segundo de los tipos consignados).

La segunda zona se localiza en las islas Británicas, donde encontramos casas aisladas, como es el caso de Itford Hill en Sussex o aldeas como las del valle del Pym, siempre con casas de planta circular, rodeadas por una empalizada y sobre una pequeña plataforma en terraplén que anuncian lo que será el modelo clásico de la Edad del Hierro; a ello se añaden los asentamientos de altura, tipo hill-forts, tradicionalmente adscritos a la Edad del Hierro, pero que en casos como Mam Tor en Derbyshire están ocupados desde el 1100 a.C. y que parecen desempeñar una función especial, como lo muestra la disposición de algunos de ellos, Rams Hill en Berkshire, en el límite entre zonas de repartición de estilos cerámicos. Desde este punto de vista, su posición estratégica podría responder al control de intercambios de productos y no de límite entre territorios políticos. El paso a la Edad del Hierro en toda la zona templada implica algunos cambios respecto al modelo anterior: Mont-Lassois, en el Alto Valle del Sena, se levanta a partir de un talud precedido por una fosa, sobre una extensión de 40 hectáreas. El asentamiento tiene un gran interés, porque entre las tres tumbas con carro de su necrópolis destaca el mítico enterramiento de Vix. Algo más al sureste, sobre el Danubio y al sur de Wurtemberg, se levanta el asentamiento de Heuneburg con sus 3,2 hectáreas y una poderosa fortificación que, a mediados del siglo VII a.C., se convertirá en un gran muro de adobes; como en el caso anterior, el asentamiento destaca por la riqueza de sus tumbas, pero también porque en la zona excavada una antigua serie de graneros acaba por convertirse en un conjunto artesanal de talleres.

También Sticna, al sur de Eslovenia, muestra con un tamaño semejante a Heuneburg una potente fortificación de tierra y piedra en un territorio rico en hierro y bueno para el desarrollo de la agricultura. Sin que se pierda el modelo del patrón de asentamiento existente en la fase anterior, fundamentado en los modelos ya reseñados, la nueva situación creada a partir de las primeras décadas del siglo VIII a.C. y que se definirá mejor en el siglo siguiente, caracteriza a los asentamientos fortificados como los factores de cambio más activos en el nuevo periodo. La investigación no ha conseguido aún explicar en qué tipo habitaron los individuos que se enterraron en tumbas tan ricas como Vix, porque hasta el momento no se han documentado unidades de habitación que impliquen una jerarquía interior en el poblado; el único factor distorsionante lo constituye, hasta el momento, los edificios con los hoyos de poste de mayor diámetro y dispuestos en el ángulo noreste del asentamiento de Goldberg en Wurtemberg; sin embargo, en opinión de Zippelius, podrían tener al igual que otro edificio también documentado, con pórtico y aislado en el centro del poblado, una función comunal. Lo sorprendente del caso es que Goldberg no es un clásico asentamiento fortificado en altura, sino una aldea con una empalizada, lo que plantea la posibilidad de que los individuos más poderosos no llegaran, durante esta fase, a habitar los asentamientos en altura y ocuparan, sin embargo, casas señoriales aisladas como la de Talhau, en las proximidades de Heuneburg.

La Europa septentrional, como en la etapa anterior, continuó con un hábitat disperso, y en las islas Británicas, aunque se favoreció el desarrollo de los asentamientos de altura (hill-forts), se siguió basando la economía en las pequeñas unidades agrarias. De todos modos, estos asentamientos fortificados, como Danebury, cubrían un territorio de alrededor de 60 kilómetros, controlando una veintena de hábitats aislados. Por esta razón, los "hill-forts" se han asociado, en alguna ocasión, no como en Europa a centros artesanales, sino a asentamientos pensados para la cría de ganado, su estabulación y el almacenamiento del forraje y del cereal. Por otra parte, siguiendo la tradición de la fase anterior, las casas continuaron manteniendo la planta circular.

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