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Vida cotidiana

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Resulta bastante complicado saber cómo era el vestido de las gentes en la Edad Media. Bien es cierto que encontramos algunas pautas generales. El vestido femenino suele ser largo mientras que el masculino es corto. Los sectores más modestos de la sociedad utilizaban colores oscuros, generalmente negro. Sin embargo, estas afirmaciones son muy limitadas. Sí es cierto que el vestuario medieval experimentó una importante transformación gracias a las ciudades y las burguesías que habitaban en ellas. En ese cambio también influyó el contacto con otras culturas, especialmente la musulmana gracias a las Cruzadas. En una sociedad tan regulada como la medieval no debe extrañarnos que los asuntos relacionados con el vestuario también tuvieran reglamentaciones. Alfonso X el Sabio regula en 1258 las vestimentas tanto de los oficiales mayores de la casa real como de los menores. Estos últimos "non trayan pennas blancas ni çendales sin siella de barda dorada nin argentada nin espuelas doradas nin calças descarlata, nin çapatos dorados nin sombrero con orpel nin con argent nin con seda". Los eclesiásticos no podían utilizar ropas coloradas, rosadas o verdes. Debían llevar calzas negras y olvidarse de zapatos con hebilla y cendales, utilizando en sus cabalgaduras sólo sillas de color blanco. Los canónigos vestían de manera más relajada al estarles permitido el uso de cendales -siempre y cuando no fueran amarillos o rojos- y poder utilizar sillas azules.

La marginación de algunas clases sociales -como judíos y musulmanes- se extendía al vestuario. Los judíos no podían llevar pieles blancas, ni calzas rojas, ni paños de color ni cendales. Los mudéjares tampoco podían llevar zapatos blancos o dorados, aplicándose las normas anteriores. A lo largo del siglo XII apreciamos las primeras innovaciones en el vestido procedentes de las ciudades. Las modas empezaron a manifestarse con cierta fuerza y los tejidos fueron adaptándose al cuerpo para marcar las siluetas. Momentos donde los ropajes de ambos sexos eran muy similares dieron paso a otros en los que la distinción entre las ropas masculinas y las femeninas era tremenda. En los tiempos finales del Medievo encontramos un acentuado gusto en las damas por los largos cabellos, los pechos altos y el encorsetamiento de la cintura. Estas modas fueron impuestas por las clases urbanas acomodadas y posteriormente se irían acercando al resto de estamentos sociales tanto del campo como de la ciudad. Labriegos y artesanos intentaban imitar a los burgueses en sus atuendos, especialmente a raíz de la horrible Peste Negra, cuando en Europa se desató un irrefrenable deseo por disfrutar de lo terrenal. El cronista florentino Mateo Villani nos cuenta con cierto escándalo como "las mujeres de baja condición se casan con ricos vestidos que habían pertenecido a damas nobles ya difuntas". También los predicadores desde los púlpitos exponen sus críticas al desenfreno de la moda.

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