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La costa de Senegal y Gambia ha sido siempre una de las metas preferidas y de las más disputadas por los europeos debido a la trata; durante siglos, franceses, portugueses, holandeses e ingleses lucharon por ella. Pero los intentos de instalar establecimientos habían chocado con la hostilidad de los mauros, habitantes árabes o bereberes arabizados del Sahara. En el siglo XVII se habían establecido en la zona varios emiratos dominados por ellos; los vencidos, obligados a dedicarse a actividades pacíficas, se convirtieron en letrados, sabios o en jefes de cofradías. Durante la Guerra de los Siete Años, los ingleses arrebatan a los franceses sus establecimientos senegaleses, pero en el Tratado de París les restituyen Gorea (1763), lo que permitirá a Francia sacar provecho de la guerra de la independencia norteamericana para reconquistar San Luis y las demás posesiones. Los ingleses recuperarán Gorea en 1783. En el interior, los pequeños principados del Bajo Senegal habían evolucionado. En el siglo XVI los aristócratas de los principados del Bajo Senegal permanecían, sin embargo, apegados al animismo aunque mantenían letrados musulmanes y celebraban las grandes festividades islámicas. Los campesinos, por el contrario, se volvían hacia el Islam para hallar en él apoyo contra las exacciones de los poderosos. Hacia finales del siglo XVII se produjo incluso un intento de los musulmanes, financiado por los macros, para apoderarse del poder en aquella región pero el asunto terminó en fracaso.

Sin embargo, en 1776, tras el intento del jeque Suleimán Bal, un torodo, Abd al-Káder, profeta y guerrero, se rebeló contra el poder, derrocó al último heredero de la dinastía Denianké y convirtió por la fuerza a los habitantes del Bajo Senegal al Islam, que se transformó de esta forma en la religión del Estado. El país fue organizado según el modelo confederal formado por cantones morabíticos. Para asegurar su retaguardia, derrotó a los macros en 1786-1787, lanzándose a la guerra santa en aquel país; pero al tornarse cada vez más despótico acabará siendo asesinado en 1788. Su Estado continuará siendo musulmán y acabará influido ampliamente por las enseñanzas de los letrados de las zawiá o centros de estudios islámicos mauras del Sahel. En Sierra Leona habitaban los temne desde que la costa fuese alcanzada en 1458 por Diego Gomes. Los temne entablaron relaciones comerciales con los portugueses y en el siglo XVI tuvieron que aliarse con las tribus vecinas, los loko y los sherbo, para combatir a los temibles soldados mani que se iban infiltrando en la región, hasta que lograron derrotarlos. Región productora de algodón, marfil, cera, oro, ámbar, pimienta, azúcar, hierro y maderas, hay que añadir también arroz, pesca y el cultivo de la palmera oleaginosa. El jefe, llamado Bai entre los temne, solfa presidir habitualmente la corte de justicia, denominada funko, que tenia por asesores a un grupo de ancianos, los Silatigui. Las aldeas estaban densamente pobladas y sus habitantes vestían con telas de algodón a rayas.

En medio de sus modestas edificaciones se levantaba una imponente construcción destinada a la celebración de ceremonias y recepciones. En el siglo XVII, los temne habían dominado a los demás pueblos, en particular a los loko, cuya capital, Port Loko, habían llegado a ocupar. A fines del XVII, los temne proseguían su expansión pero el siglo XVIII presencia la preponderancia de los ingleses, con su Compañía Real de África, en Buns, en York, y en Sherbo Island. Respecto al Sudán nigeriano, el elemento dinámico de su historia durante el siglo XVIII fue la conversión de los pueblos peul al Islam que había comenzado en muy pequeña escala en el siglo XVI. Karamoko Alfa fue el verdadero fundador del reino peul de Fouta Djalón (Guinea), hacia 1725. Su sucesor, Ibrahim Sori el Maud (1751-1784), gran guerrero, consiguió con sus campañas incesantes establecer la confederación peul en la mayor parte de Fouta Djalon; representa el tipo militar que vence a los pueblos vecinos. En el Sudán chadiano, en Bornu, Mai Idris Alaoma en el siglo XVI había difundido el Islam y devuelto al país su gran poderío. Entabló relaciones con los turcos de Túnez y Trípoli quienes le suministraban armas de fuego y le vendían esclavos; se trataba, pues, de un Estado en el que florecían la trata y el esclavismo orientados hacia Egipto y el Maghreb. Pero sus sucesores se mostraron incapaces de contener los ataques de los tuareg y de otros vecinos y en la segunda mitad del XVIII el poderoso Imperio apenas era una sombra de su glorioso pasado. Es a fines del XVIII y principios del XIX cuando Bornu intenta recuperar algo de su pasada hegemonía; lanzando a sus soldados hacia el Sur y Oeste, ocuparán Kano y controlarán a las tribus de la meseta de Bauchi y las que habitan entre el lago Chad y el curso medio del Benué.

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