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Datos principales


Rango

Edad Moderna

Desarrollo


La figura de la viuda, que, como hemos visto, no era infrecuente en aquellos siglos, preocupó especialmente a los tratadistas contemporáneos. Dicha preocupación encontraba su origen en su experiencia sexual, pues chocaba frontalmente con el ideal de castidad de la época. Una mujer que había estado casada debía ser fuerte ya que tenía que resistir la tentación de lo que ya conocía. Espinosa, en su Diálogo en laude de las mujeres, expresaba su preocupación: La privation del reino a aquellos que ya reinaron, no sólo les da apetito de tornar a reinar, más aún les es causa de un extremo dolor. Los tratadistas no eran los únicos en mostrar su recelo. En la obra de Calderón de la Barca, La dama duende, la criada de la joven viuda advierte a su señora de que su estado "es el más ocasionado / a delitos amorosos". Si a su experiencia sumamos la ausencia de un varón que pusiese límites a la tentación, comprenderemos la advertencia de Espinosa: El estado de la viuda, es menos seguro, antes sin proportión, más peligroso, no siendo sujeta a marido, a padre, madre, hermanos, ni otros superiores, antes libre y absoluta señora de sí y de su casa. Gráfico En su Summa Theologica Santo Tomás de Aquino proponía una solución para estas mujeres: la castidad. Este era en su opinión el estado ideal, superior a cualquier otro, por ser el mejor camino para la perfección y la relación con Dios. Según el ideal de Aquino, que perduró durante siglos, las viudas se encontraban a medio camino entre la perfección de las vírgenes y la perdición de las casadas.

En palabras de Vives, "ella está ya desocupada y libre y quita de los negocios del marido, y no hay peligro alguno que le vaya nadie a la mano si quiere servir a Dios". Es decir, la viudedad era una segunda oportunidad para ejercer la castidad sin el peso de las obligaciones conyugales. Superada la misoginia medieval y tras la "querella de las mujeres", en estas obras los moralistas habían dejado de atacar la naturaleza femenina para crear modelos de doncellas, casadas, monjas y viudas perfectas. Es decir, aquellas que lo deseasen podían encontrar en estos libros las herramientas suficientes para alcanzar el ideal de viudedad. Aunque ya desde el siglo XV estos libros dirigidos a la educación femenina habían proliferado, fue durante la Primera Edad Moderna cuando este tipo de literatura alcanzó su auge. Juan Luis Vives, Guevara o Fray Luis de León, entre otros, se preocuparon especialmente por las mujeres que habían perdido a sus esposos ofreciéndoles consejos sobre cómo vestir, cómo comportarse e, incluso, sobre cómo llorar. Al fin y al cabo, la viuda no sólo debía serlo, sino parecerlo.

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