El fenómeno de las ciudades santuarios: el gopuram

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Arte Drávida

Desarrollo


El fenómeno de las ciudades-santuarios del sur de India se debe a la pobreza del medio y a la actitud permisiva hindú hacia cualquier culto.El escaso territorio que impedía a los clanes principescos gobernar simultáneamente, obliga a las distintas órdenes religiosas a compartir los lugares sagrados. Paulatinamente, en torno a los principales templos se han ido acumulando otros muchos, pertenecientes a distintos cultos, que a su vez requieren la atención de cientos de sirvientes rituales, llegándose a congregar una populosa población.Las dinastías reinantes atienden las necesidades de todos los recintos sagrados, aunque lógicamente potencien la riqueza y el protagonismo del templo preferido de su capital. Pero este capricho principesco va a ir cediendo ante la fuerza del fervor popular, que será el que legitime el protagonismo de tal o cual templo y recinto sagrado.A partir del siglo XII los recintos sagrados se ordenan, se regula su administración, se urbanizan, se reparten los espacios cultuales y domésticos dependiendo de la jerarquía de castas, y se levantan unas murallas inaccesibles que delimitan el perímetro sacro de estas nuevas ciudades-santuarios, quizá debido también a la amenaza de posibles invasores islámicos.La ciudad-santuario funciona como un cuerpo orgánico, llegando a ser importante en sí misma, como un todo (como una colmena) y no en función de los templos individualizados que contiene. De hecho, desde el punto de vista artístico el objeto de estudio no se centra en los templos, cuyas cubiertas apenas sobresalen del mar de tejados adintelados que cubren mandapas, corredores, hospitales, comedores, viviendas, etc.

; el objeto artístico que crece y evoluciona tanto arquitectónica como escultóricamente es el gopuram.El gopuram es la puerta torreada monumental que se levanta en medio de cada uno de los cuatro lados de la muralla. Orientados siempre rígidamente a los cuatro puntos cardinales, permiten gracias a su gran altura (hasta 60 m) guiar al viajero, y constituyen un elemento insustituible del paisaje meridional.Los gopuram van a señalar siempre un acceso, por lo que también se levantan en las pequeñas murallas interiores que van delimitando concéntricamente los espacios (hasta 7), cada vez más sacros, hasta el del templo principal (no necesariamente el más grande ni el más alto); éste se ubica en lo más recóndito, en el centro mismo de la ciudad santuario. Los gopuram más altos son los exteriores, y van menguando conforme se acercan al recinto central, de manera que producen un urbanismo en comprensión (de fuera hacia dentro), al contrario del efecto expansivo del urbanismo del norte, en los que el templo era el volumen más alto, más importante; en el sur el protagonista de la ciudad-santuario es el gopuram.Un gopuram presenta planta cuadrada, muros en talud y crecimiento piramidal a base de superposición de pisos, que repiten la misma estructura de la planta de acceso. Siempre ofrecen una doble fachada idéntica (exterior-interior) y se rematan con bóveda de kudú.Desde el siglo XII, en que aparece por primera vez, hasta el siglo XVII, en que deja de evolucionar para ahogarse en repeticiones decadentes, el gopuram intenta aligerar su masa moviendo los muros con pilastras empotradas, adelantando en sus fachadas una calle central, compuesta por sucesión de vanos (puertas en la planta de acceso y ventanas en los pisos superiores), que acaba configurando una planta cruciforme; y, sobre todo, creando unas altísimas torres de perfil elíptico, que producen un efecto de gran dinamismo ascensional.Desde el siglo XIV empiezan a adornarse con esculturas, primero tímidamente en número escaso y en piedra austera, pero a partir del siglo XVI toda la mitología hindú en madera estucada y policromada ocupará toda la torre, como si se tratara del monte Meru, produciendo una impresión de enjambre escultórico.

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