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GreciaClásicaII

Desarrollo


Junto a la causa general del enfrentamiento entre Atenas y Esparta, cada una de ellas con sus aliados, el historiador Tucídides indica también cuáles son las causas o motivaciones que las llevaban a actuar del modo correspondiente en el estallido de la guerra. Cada una de estas motivaciones respondía en cierto modo a diferentes aspectos de las relaciones que podían surgir entre Atenas y los miembros de la Liga del Peloponeso, sin que afectaran de modo directo a los espartanos. Por el contrario, fueron los corintios los principales protagonistas de las dos que el historiador desarrolla explícitamente, las cuestiones referentes a Corcira y a Potidea. La tercera, el llamado decreto megarico, sólo es mencionada por Tucídides de manera alusiva y resulta en la actualidad objeto de debate, sobre todo a partir de los estudios de Ste.-Croix. En el año 435, en la ciudad de Epidamno, colonia fundada por los corcirenses con la participación de los corintios, que eran a su vez los fundadores de Corcira, tuvo lugar un conflicto civil a consecuencia del cual se estableció una democracia tras expulsar a los aristócratas. Estos se dedicaron a atacar la ciudad con el apoyo de las tribus indígenas del continente, por lo que los demócratas solicitaron la ayuda de la metrópolis. Pero aquí los gobernantes se negaron a colaborar con el sistema establecido, por lo que los de Epidamno acudieron a la metrópolis común, Corinto.

Su intervención, sin embargo, fue un fracaso, pues sus naves fueron derrotadas por las corcirenses. Ante los preparativos que los corintios realizaban para llevar a cabo un nuevo ataque, que tendría lugar dos años más tarde, los corcirenses acudieron a Atenas. Desde su punto de vista, para Atenas sería importante contar con una flota como la de Corcira ante un eventual enfrentamiento con los del Peloponeso. Para el historiador Tucídides, la guerra era inminente. Por mucho que la participación ateniense apareciera como una mera colaboración en la defensa de Corcira ante la agresión, de hecho se convirtió en uno de los motivos proclamados por los corintios para pedir el inicio de la guerra. Según Tucídides, la importancia de Corcira era grande por hallarse en las rutas que conectaban Grecia con las ciudades de Sicilia y del sur de Italia. Tales circunstancias han servido para que se establezca un debate acerca de la importancia de los conflictos comerciales en los orígenes de la guerra del Peloponeso, e incluso de las guerras antiguas en general. Frente a actitudes excesivamente mercantilistas y modernizantes, tendentes a ver fenómenos paralelos a los de las guerras imperialistas modernas, Ste.-Croix quita todo valor a ese tipo de rivalidades. El fenómeno de la guerra antigua, según su punto de vista, responde fundamentalmente a rivalidades territoriales por espacios limítrofes o, como mucho, al control de vías de acceso a los aprovisionamientos.

En cualquier caso, tras las matizaciones que eviten todo anacronismo, en el episodio puede mostrarse, materializado en un caso concreto, uno de los aspectos significativos de los cambios que se producen en la época clásica, con la intervención de una doble rivalidad superpuesta, la de Corcira con Corinto y la de ésta con Atenas. Sin duda, en la primera se hallan implicadas también las relaciones coloniales, su evolución y transformación a partir de formas de supeditación de la que algunas fundaciones se van independizando. Corinto ve cómo ocurre así con sus colonias, sobre todo con Siracusa. Ya no existe dependencia ni siquiera en el plano ideológico. Por otro lado, Atenas tiende a imponerse en el Mediterráneo a través del control de los mares que, si bien en general se dirige al este, ya ha empezado a proyectarse igualmente hacia el oeste, en la fundación de Turios y en los pactos con Segesta. La enorme difusión de la cerámica ática testimonia que la búsqueda de acceso a los aprovisionamientos va acompañada de la salida de los propios productos, elemento de valor económico e ideológico. Por supuesto, las posibles rivalidades navales entre Atenas y Corinto hay que encuadrarlas en el marco de las relaciones entre las ciudades antiguas vecinas, pues la intervención de los atenienses en Mégara, con la defección de ésta de la Liga del Peloponeso, después de la colaboración ateniense en Ítome y el deterioro consiguiente de las relaciones, ponía de manifiesto el inicio de hostilidades concretas, agravadas por la vecindad.

Lo que se ponía en peligro era la posibilidad de convivencia de los territorios limítrofes. Factores de proximidad territorial y de controles lejanos se complementan e interfieren mutuamente, y no resultan excluyentes entre sí. El segundo de los motivos a que alude Tucídides es el enfrentamiento que tuvo lugar en Potidea, donde de nuevo se interfieren varias circunstancias. Se trataba de una colonia corintia, donde la metrópolis continuaba enviando epidemiurgos. Por Tucídides se sabe que los atenienses les ordenaron prescindir de éstos y desmantelar las murallas. El texto da a entender que se había producido algún tipo de movimiento de resistencia, apoyado por los corintios y por Perdicas de Macedonia. Permanecen las dudas acerca de las iniciativas, promovidas desde Corinto o desde Atenas. La situación revela, en cualquier caso, la gravedad que alcanzan las relaciones de Macedonia, en cuya corte se generan rivalidades aprovechadas por las ciudades griegas para apoyar a unos o a otros, al tiempo que el expansionismo macedónico empieza ahora a repercutir en las posibilidades de control del norte del Egeo por parte de las ciudades griegas. Por otro lado, sean cuales fueren las responsabilidades en el inicio concreto de la guerra, en las listas de tributos se nota un aumento importante de la aportación de Potidea para el ano 433-42, lo que no deja de ser un factor de conflicto, dentro de unas relaciones imperialistas. Los espartanos prometían invadir el Ática, mientras los atenienses Calias y Formión se dirigían a luchar contra Potidea frente a Perdicas, a los corintios y a la Liga Calcídica encabezada por Olinto.

El asedio de Potidea era, de hecho, un aglutinador de todos los elementos del conflicto. Finalmente, entre los motivos por los que los espartanos lanzan su ultimátum a los atenienses, Tucídides menciona el decreto megárico, por el que los atenienses impedían a los megarenses el acceso a los puertos del imperio y al ágora ateniense. En los "Acarneos" de Aristófones, éste fue uno de los principales motivos de que estallara la guerra, circunstancia que también menciona Plutarco. Ste.-Croix, en su línea, quita importancia a un motivo que, desde su punto de vista, revelaría un aspecto anecdótico de las relaciones entre ciudades. Sin embargo, para Atenas era una medida importante, pues respondía a la actitud de los megarenses, que habían cultivado el territorio limítrofe y acogían en las fronteras a los esclavos fugitivos de Atenas. Se mezclarían, por tanto, las circunstancias territoriales que suelen llevar al enfrentamiento entre ciudades y las propias del desarrollo del sistema esclavista con la difusión de los intercambios vinculados al mercado inmediato y al imperio marítimo.

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