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Rango

Vida cotidiana Fin-d

Desarrollo


Los animales, siempre presentes en los círculos familiares, cambia ahora de consideración. Perros, pájaros, gatos algo más tarde... son objeto de atenciones y cuidados, siendo a veces considerados casi como un miembro familiar más. Signo de opulencia, la posesión de un animal de compañía proyecta una imagen prestigiosa del individuo y la familia, con recursos suficientes como para mantener una mascota en casa. Los animales ganan con el siglo XIX una personalidad propia: acceden a un nombre. De ellos se habla con familiaridad, como de un miembro más de la familia; se sufren sus enfermedades y su pérdida se convierte en un drama doméstico. Por primera vez se empieza a enterrar a las mascotas fallecidas, y adquieren una personalidad hasta el punto que algunos amos hacen plantearse a los legisladores el dilema legal de si es lícito nombrar heredero a un animal. El ecologismo, aunque aun no alcanza los niveles actuales, es una cuestión en alza. El respeto por los animales hace que se creen Sociedades protectoras, que velarán por su cuidado y protección.

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