Entre las muchas crónicas que se escribieron en el siglo XVI con objeto de dar a conocer en el Viejo Mundo las maravillas desconocidas del Nuevo, la de Francisco Hernández, Antigüedades de la Nueva España, es una de las más atractivas. En ella se recoge la historia de los pueblos nahuas, principalmente la de los mexicas y tetzcocanos. Francisco Hernández es una de las figuras de más relieve en la medicina española del Renacimiento. Nacido en Toledo, se formó en la Universidad de Alcalá de Henares, en un ambiente erasmista. Felipe II lo nombró protomédico general en todas las Indias, islas y tierra firme del mar océano y le encargó la primera misión científica de envergadura en el Nuevo Mundo, nada menos que el estudio de la flora americana. Durante seis años Hernández observó plantas, animales y minerales de Nueva España. Fruto de su investigación son sus escritos editados sucesivamente en Roma, Madrid y México, por los cuales ha sido llamado el Dioscórides del Nuevo Mundo. Durante su estancia en México, Hernández se interesó también en la civilización azteca y escribió las Antigüedades de la Nueva España para darla a conocer en Europa. En este libro plasmó su sensibilidad de hombre renacentista abierto a la comprensión de otras culturas. De forma amena, clara y sencilla, describe en él la vida y la historia de los pueblos nahuas de la región central de México. A casi quinientos años del encuentro del Viejo y Nuevo mundos, la obra del famoso médico toledano tiene un valor que indudablemente captarán los lectores contemporáneos.
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obra
Se trata de un edificio de inspiración clasicista, con una fachada principal configurada por una arquería de medio punto con cinco luces en la planta baja.
monumento
<p>Juan Gómez de Mora realizó las primeras trazas de este edificio en 1629. En él puede apreciarse la nítida concepción de los volúmenes y la armoniosa geometría que caracterizan su estilo, a pesar de las alteraciones efectuadas en la obra tras su muerte por otros arquitectos, entre los que destacan José de Villarreal, José del Olmo y Ardemans. La ordenación del alzado mediante sobrios vanos adintelados, las torres rematadas por chapiteles de pizarra dispuestas en los ángulos y el aspecto policromo del edificio derivado de la utilización del ladrillo y de la piedra como materiales constructivos, son cualidades que responden a la tipología imperante en las construcciones civiles del barroco madrileño. El edificio posee un único patio interior y dos puertas, determinadas por su doble función: como Casa Consistorial y como cárcel de la villa. En el siglo XVIII Juan de Villanueva introdujo modificaciones en el edificio renacentista, proyectando en abril de 1787 la Galería de Columnas.</p>
monumento
<p>En la Plaza de la Constitución de San Sebastián, antiguamente denominada Plaza Nueva, se levanta el edificio de la Biblioteca Municipal, antiguo Ayuntamiento de la ciudad. Se trata de un edificio de inspiración clasicista, con una fachada principal configurada por una arquería de medio punto con cinco luces en la planta baja. Sobre ésta se levantan otras dos plantas, unidas con grandes columnas de orden dórico levantadas sobre pesadas basas. En el primer piso los intercolumnios se emplean como balcones, mientras que en el segundo se separan los balcones de las columnas, sosteniéndose gracias a ménsulas decoradas con elementos vegetales. El sobrio y elegante edificio se corona con un gran friso, el escudo de armas de San Sebastián y un reloj.</p>
obra
Construido a principios del siglo I, el Circo Romano de Toledo presenta planta alargada compuesta por dos lados rectos y paralelos y otros dos curvos uno de ellos semicircular apoyado en veintidós bóvedas.