San Eligio
Datos principales
Autor
Fecha
s.f.
Estilo
Material
Dimensiones
99 x 85 cm.
Museo
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Tal y como veíamos en el San José de Robert Campin , bajo la efigie de los santos más comunes de los Países Bajos se hallan retratados diversos oficios. Petrus Christus titula esta obra San Eligio, aunque podría tratarse de una escena profana en la tienda de un orfebre. Esta identidad del mundo de los santos con la actividad cotidiana de los profesionales de los Países Bajos se debe sobre todo al carácter del mercado del arte en estos años. Tras varios siglos de monopolio de la Iglesia en la producción del arte, el florecimiento económico de las provincias del norte y de Italia favoreció la aparición de una clase alta, burguesa, dedicada al comercio y a las actividades manuales. Estos nuevos clientes, con mucho dinero, llenaron sus casas y sus capillas con objetos de arte para aumentar su prestigio y su poder social. De tal modo, los cuadros que representan a los patronos de los oficios, o a los propios clientes como asistentes a las escenas sagradas, proliferan y extienden el nuevo estilo realista que caracteriza a la pintura flamenca . En el caso de Petrus Christus, nos encontramos ante el supuesto discípulo de Jan van Eyck . Es ante todo, su heredero pictórico, el mejor continuador del realismo simbólico como podemos comprobar en esta escena. San Eligio era el patrón de los orfebres. De hecho, su rostro parece un retrato. El cuadro era un encargo del gremio de orfebrería de Brujas para su capilla particular.
San Eligio está sentado en un mostrador que da a la calle, según la costumbre flamenca, y pesa unas piezas de oro. En primer plano gracias a la aparición del espejo cóncavo tan frecuente en Países Bajos (recordemos el Matrimonio Arnolfini o la Dama en el Baño ), vemos una calle de la propia ciudad de Brujas, con dos paseantes que se acercan a la tienda. Tras el santo, dos nobles personajes ricamente vestidos, parecen querer comprar algo. En los estantes vemos la mercancía: muestrarios de anillos y sortijas, ramas de coral rojo, colgantes, cuentas de materiales diversos... Una imagen, en fin, más próxima al documento de las costumbres que a la obra religiosa.
San Eligio está sentado en un mostrador que da a la calle, según la costumbre flamenca, y pesa unas piezas de oro. En primer plano gracias a la aparición del espejo cóncavo tan frecuente en Países Bajos (recordemos el Matrimonio Arnolfini o la Dama en el Baño ), vemos una calle de la propia ciudad de Brujas, con dos paseantes que se acercan a la tienda. Tras el santo, dos nobles personajes ricamente vestidos, parecen querer comprar algo. En los estantes vemos la mercancía: muestrarios de anillos y sortijas, ramas de coral rojo, colgantes, cuentas de materiales diversos... Una imagen, en fin, más próxima al documento de las costumbres que a la obra religiosa.