Paz y guerra

Datos principales


Autor

Peter Paul Rubens

Fecha

1629-30

Estilo

Barroco Centroeuropeo

Material

Oleo sobre lienzo

Dimensiones

203,5 x 298 cm.

Museo

National Gallery de Londres

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Además de su faceta como excelente pintor, Rubens destacará como diplomático debido a su elevada cultura y su inteligencia natural. Ya el duque de Mantua le envió a España en 1603 en misión diplomática, repitiendo a lo largo de su vida esta actividad en variadas ocasiones. Entre 1623 y 1625 intenta negociar la paz con los separatistas ingleses por encargo de la gobernadora de los Países Bajos, doña Isabel Clara Eugenia, sin conseguir ningún resultado por lo que Ambrosio de Spínola tomó Breda. En 1628 inicia una nueva misión que tiene como objetivo negociar la paz hispano-inglesa por expreso deseo de la gobernadora. Rubens viaja a Madrid -donde se pondrá en contacto con Velázquez y se reencontrará con el arte de Tiziano, perfectamente representado en los palacios reales españoles- y más tarde a Londres, estando retenido durante diez meses en la corte de Carlos I. Las negociaciones de paz llegaron a buen puerto, lo que motivaría el final del apoyo inglés a los separatistas holandeses, objetivo final de la misión. Durante esos diez meses de estancia en la corte londinense Rubens sólo realizó dos cuadros para el monarca inglés, entre los que destaca la Paz y la Guerra que aquí contemplamos.Se trata de una alegoría de su misión diplomática en la que Minerva, la diosa de la sabiduría, expulsa a Marte, dios de la guerra al que le acompaña el Horror.

Bajo su protección se encuentran la Paz y la Prosperidad, acompañados de amorcillos y niños que se sitúan junto al cuerno de la abundancia. La luz impacta de lleno en la figura de la Paz, la más importante de la composición, resaltando sus carnes al igual que la Prosperidad, de espaldas. Un cortinaje sirve como telón en la zona de la izquierda, situándose todos los personajes en un cercano primer plano como si se tratara de relieves clásicos, esquema que repetirá en las obras realizadas para la madrileña Torre de la Parada años más tarde por encargo de Felipe IV. Su atracción hacia los maestros venecianos queda patente al tomar como inspiración una obra de Tintoretto.

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