Pabellón de Alemania en la Exposición Universal de Barcelona
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Este edificio mítico y emblemático tanto del racionalismo como de toda la historia de la arquitectura del siglo XX en realidad no existe. Por un lado hay fotografías y planos del proyecto histórico, después su fama, su carácter de modelo inalcanzable, luego las leyendas sobre su posible localización en forma de ruina en algún lugar y, por último, su reconstrucción. Aunque no cabe olvidar que en los años cincuenta el propio Mies, a propuesta de Oriol Bohigas, veía de buen grado la posibilidad de volver a ponerlo en pie. Para su reconstrucción, cuya pertinencia no ha sido unánimemente compartida, se ha seguido un método filológico riguroso. Incluso cabría hablar mejor de restitución que de reconstrucción, ya que Solá-Morales y sus compañeros han recuperado una tradición. antigua, la de los diferentes editores de Vitruvio tratando de convertir en formas y figuras las descripciones arquitectónicas, la de los arquitectos y eruditos que se empeñaron en reconstruir gráficamente las Maravillas del Mundo, la del padre Kircher haciendolo mismo con la Torre de Babel. Es más, no parece fruto del azar el hecho de que el travertino de las paredes haya sido sacado de las mismas canteras que el del Coliseo de Roma .