Iglesia de los Jacobinos (Toulouse, Francia). Bóveda
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La iglesia de los Jacobinos (Predicadores) de Toulouse, iniciada a partir de 1292, es uno de los edificios más paradigmáticos de la escuela gótica del sur de Francia. El convento se conserva en su mayor parte (claustro, sala capitular...) y en él, la iglesia ocupa la zona sur. Contra lo que se había considerado tradicionalmente, no es el resultado de un proceso de obra continuado; sin embargo, no puede negarse a sus artífices el mérito de haber sabido dotarla de una gran unidad. Es de dos naves, separadas por pilares circulares, extraordinariamente esbeltos, en los que apoyan los nervios de los seis tramos de bóvedas cuatripartitas. En la zona inmediata a la capilla presbiterial, la cubierta se resuelve con una magnífica bóveda en forma de palmera, imprescindible para salvar el espacio poligonal. Plásticamente, tanto este recurso como el interior del edificio en líneas generales, posee una belleza extraordinaria. Las capillas, entre contrafuertes, se alinean alrededor de toda la iglesia y sobre ellas se sitúa una línea de grandes ventanales que propicia la iluminación óptima del mismo. En este sentido su luminosidad tiene poco que ver con la penumbra que preside muchos otros edificios levantados contemporáneamente en esta zona. A pesar de que la solución adoptada en esta iglesia es magistral y no tiene parangón conocido, no acaba de funcionar como lugar de culto. Parece incluso inadecuada para el convento de una orden que fundaba su razón de ser en la predicación contra la herejía. La iglesia de los Jacobinos de Toulouse no puede encajar de ningún modo en el ambiente de los dominicos, de los que se ha dicho incluso que pudieron ayudar a difundir un modelo de iglesia de nave única que no presentaba impedimento visual alguno, y permitía por ello seguir cómodamente la prédica que se desarrollaba en el púlpito.