Esplendor de Roma
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Desarrollo
Durante los años treinta del siglo XVIII, bajo el pontificado de Clemente XII Corsini , se produce uno de los momentos más ricos, constructiva y teóricamente hablando, de la Roma del siglo XVIII. En efecto, a las importantes obras de carácter urbanístico y funcional se añade la apuesta por toda una nueva concepción de la arquitectura que, heredera del Renacimiento y del Barroco, parece realizar de ambos una lectura correctora, evitando todo tipo de excesos. No es raro que se encuentren en este momento muchas referencias a la arquitectura depurada y funcional de finales del siglo XVI y comienzos del siguiente, de Armimannati a Giacomo della Porta . Son los años en los que la Academia de San Lucas se convierte en laboratorio de la nueva arquitectura propiciada por el círculo filojansenista que rodea al papa Clemente XII, de L. Pascoli a G. G. Bottari y, sobre todo, el cardenal Neri Corsini.En estos mismos años Soufflot se encuentra en Roma (1731-1738), interesado, básicamente, en la arquitectura de Bernini y las fuentes del clasicismo barroco romano. Además de los Concursos Clementinos, la nueva idea de la arquitectura recibía la oportunidad de convertirse en construcción en las obras que se ponen en marcha durante este período. Palacios, iglesias, capillas, fuentes y la terminación de los proyectos interrumpidos de las reformas de las basílicas de Roma serán la excusa que permita formular una idea de la arquitectura que, sin renunciar al pasado, opta por un clasicismo de nuevo tipo, racional, funcional y severo, de ritmos claros, de abandono del sentido ornamental de la columna para devolverle su carácter constructivo.
Es más, cuando el soporte debe cumplir funciones decorativas se elige la pilastra como alternativa decorativa, capaz de ordenar superficies y muros que proporcionan un ritmo superficial elegante y útil. Se trata de ideas que están proponiendo autores como L. Pascoli que, en diferentes publicaciones, defiende el carácter útil de la arquitectura como capaz de contribuir al progreso civil. No es la suya una preocupación decorativa, sino funcional: el objetivo de la arquitectura debe ser encontrar una simplicidad en el lenguaje, una ordenación racional en la distribución de los espacios, etc. Criticaba que los arquitectos de la época estuvieran pendientes del ornato de los órdenes de arquitectura, es decir, de la apariencia exterior y de superficie, que, en su opinión, debía ser algo accesorio. El dibujo y la geometría , el fundamento científico y racional del arte, se convertirían en objeto de teorización constante, tanto en la Academia de San Lucas como en la obra del influyente G. G. Bottari, verdadero mentor, junto con Neri Corsini, de la nueva opción clasicista.Conviene recordar, sin embargo, que, en estos mismos años, Roma también ve aparecer arquitecturas vinculadas al rococó y a la lección de arquitectos como Borromini y Guarini . En efecto, la arquitectura del primero había sido divulgada por una obra tan importante como la D. de Rossi, "Studio dell'architettura civile" (1702-1721). Pero es que, además, también da la impresión de que esa tradición arquitectónica gozaba de cierto predicamento, lo que explicaría que fueran lujosamente editados, en 1721 y 1725, los dibujos de Borromini para Sant'Ivo y para el Oratorio di S.
Filippo Neri . Es más, en 1737 B. Vittone, que había ganado cinco años antes el Concurso Clementino de la Academia de San Lucas, publicaba el tratado de Guarino Guarini, "Architettura Civile". Ambos arquitectos no pueden estar más lejos de la arquitectura de la Arcadia y, sin embargo, el partido florentino del papa Clemente XII apostaba por un cambio y elegía a los arquitectos adecuados para llevarlo a cabo. Arquitectos que, como Galilei , Fuga , Salvi o Vanvitelli , comenzaban a mostrar tendencias antibarrocas que sintonizaban bien con la crítica religiosa, civil y política del filojansenismo propiciado por algunos intelectuales que rodean al Papa. Severidad, moral rigorista y antijesuitismo, formaban parte del bagaje ideológico, unido a la contestación de la retórica barroca y la defensa del clasicismo, planteado por este círculo.
Es más, cuando el soporte debe cumplir funciones decorativas se elige la pilastra como alternativa decorativa, capaz de ordenar superficies y muros que proporcionan un ritmo superficial elegante y útil. Se trata de ideas que están proponiendo autores como L. Pascoli que, en diferentes publicaciones, defiende el carácter útil de la arquitectura como capaz de contribuir al progreso civil. No es la suya una preocupación decorativa, sino funcional: el objetivo de la arquitectura debe ser encontrar una simplicidad en el lenguaje, una ordenación racional en la distribución de los espacios, etc. Criticaba que los arquitectos de la época estuvieran pendientes del ornato de los órdenes de arquitectura, es decir, de la apariencia exterior y de superficie, que, en su opinión, debía ser algo accesorio. El dibujo y la geometría , el fundamento científico y racional del arte, se convertirían en objeto de teorización constante, tanto en la Academia de San Lucas como en la obra del influyente G. G. Bottari, verdadero mentor, junto con Neri Corsini, de la nueva opción clasicista.Conviene recordar, sin embargo, que, en estos mismos años, Roma también ve aparecer arquitecturas vinculadas al rococó y a la lección de arquitectos como Borromini y Guarini . En efecto, la arquitectura del primero había sido divulgada por una obra tan importante como la D. de Rossi, "Studio dell'architettura civile" (1702-1721). Pero es que, además, también da la impresión de que esa tradición arquitectónica gozaba de cierto predicamento, lo que explicaría que fueran lujosamente editados, en 1721 y 1725, los dibujos de Borromini para Sant'Ivo y para el Oratorio di S.
Filippo Neri . Es más, en 1737 B. Vittone, que había ganado cinco años antes el Concurso Clementino de la Academia de San Lucas, publicaba el tratado de Guarino Guarini, "Architettura Civile". Ambos arquitectos no pueden estar más lejos de la arquitectura de la Arcadia y, sin embargo, el partido florentino del papa Clemente XII apostaba por un cambio y elegía a los arquitectos adecuados para llevarlo a cabo. Arquitectos que, como Galilei , Fuga , Salvi o Vanvitelli , comenzaban a mostrar tendencias antibarrocas que sintonizaban bien con la crítica religiosa, civil y política del filojansenismo propiciado por algunos intelectuales que rodean al Papa. Severidad, moral rigorista y antijesuitismo, formaban parte del bagaje ideológico, unido a la contestación de la retórica barroca y la defensa del clasicismo, planteado por este círculo.