Ebla (Tell Mardikh)
Localización
Desarrollo
El yacimiento de Ebla (Tell Mardikh) conoce su asentamiento urbano más antiguo hacia 3500, pero no será hasta el 2900 cuando adquiera una cierta relevancia, cuando el control de las rutas comerciales que unen el Mediterráneo y el Éufrates, para transportar madera, cobre y plata, provocó una aceleración del proceso de concentración del poder que desembocará en un sistema económico palacial diferente al de Egipto o Mesopotamia. Sin duda, su privilegiada situación le permitió convertirse en el centro hegemónico de toda la región sirio-palestina durante la segunda mitad del III milenio, aunque hubiera de coexistir con otros reinos más o menos independientes diseminados por la región. Entre 2400 y 2250 alcanza su apogeo esta ciudad, en la que se ha exhumado un palacio con miles de tablillas de carácter económico, administrativo, jurídico, léxico y, también, literario. Este archivo real corresponde a cinco monarcas: Igrish-Khalam, Irkab-Damu, Arrulum, Ibrium e Ibbi-Zikir, y se calcula que entre los tres últimos reinarían un total de unos cuarenta años. El último de los monarcas sería derrotado tras un ataque quizá de Naram-Sin, rey de Acad, aunque este extremo está sometido a discusión. El elemento demográfico predominante es con claridad semita noroccidental, como en toda la zona de Siria y Mesopotamia septentrional, aunque también se conserva onomástica amorrea, hurrita y acadia. Por otra parte, se detecta una importante influencia cultural sumeria, como se pone de manifiesto en las tablillas léxicas o en el mero hecho del empleo de escritura cuneiforme.
Tal influjo quizá está motivado simplemente por los contactos comerciales o tal vez esté vinculado a un tipo de relación de dependencia más amplia, si en origen el reino hubiera sido una colonia sumeria. Se ha dicho que Ebla parece una ciudad dedicada esencialmente al comercio, pero lo cierto es que al mismo tiempo controla un amplio territorio agrícola del que obtiene los recursos necesarios para el intercambio comercial. Por ello no es exagerado afirmar que la agricultura extensiva fue su principal fuente de riqueza. De ahí se obtendría el excedente necesario que, transformado, servía de base para el modelo de vida del grupo dominante. Por otra parte, no puede ser desdeñado el papel que en la estructura económica desempeñaba la ganadería. Su situación geográfica favorecía el proceso de integración productiva, entre los recursos propios y el control de bienes necesarios para la subsistencia de otros estados, que convierte a Ebla en un importante redistribuidor de bienes comerciales, función que recae en última instancia en el rey. El territorio político de Ebla no era excesivamente extenso, aunque mucho mayor que el de las ciudades-estado sumerias, pues estaba rodeado por otros reinos más o menos independientes, que le impedían el acceso directo al Mediterráneo, al Éufrates, a Anatolia e incluso a Siria central.
Tal influjo quizá está motivado simplemente por los contactos comerciales o tal vez esté vinculado a un tipo de relación de dependencia más amplia, si en origen el reino hubiera sido una colonia sumeria. Se ha dicho que Ebla parece una ciudad dedicada esencialmente al comercio, pero lo cierto es que al mismo tiempo controla un amplio territorio agrícola del que obtiene los recursos necesarios para el intercambio comercial. Por ello no es exagerado afirmar que la agricultura extensiva fue su principal fuente de riqueza. De ahí se obtendría el excedente necesario que, transformado, servía de base para el modelo de vida del grupo dominante. Por otra parte, no puede ser desdeñado el papel que en la estructura económica desempeñaba la ganadería. Su situación geográfica favorecía el proceso de integración productiva, entre los recursos propios y el control de bienes necesarios para la subsistencia de otros estados, que convierte a Ebla en un importante redistribuidor de bienes comerciales, función que recae en última instancia en el rey. El territorio político de Ebla no era excesivamente extenso, aunque mucho mayor que el de las ciudades-estado sumerias, pues estaba rodeado por otros reinos más o menos independientes, que le impedían el acceso directo al Mediterráneo, al Éufrates, a Anatolia e incluso a Siria central.