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Datos principales
Tipo
Arma
Categoría
Terrestre
Desarrollo
El arco que manejaban los ingleses era una arma peculiar. La habían descubierto a finales del siglo XIII, cuando Eduardo I de Inglaterra conquistó Gales a costa de graves pérdidas, ocasionadas por un arco singular: era de madera de olmo, podía medir incluso 1,85 metros de longitud, pesaba unos cinco kilos y lanzaba flechas de hasta 90 centímetros a una distancia que oscilaba entre los 250 y los 340 metros, con una cadencia útil de hasta diez disparos por minuto. La fuerza del proyectil era tal que podía traspasar una cota de malla doble, una armadura de acero o una tabla de roble de 25 mm de grueso. Su eficacia era tan extraordinaria que los reyes ingleses centraron sobre ella el peso de la táctica de combate, empleando los arqueros en grandes concentraciones que rompieran el centro neurálgico del dispositivo enemigo. Para disponer de grandes masas de arqueros bien adiestrados, Eduardo I ordenó que las competiciones de arco fuesen "el único pasatiempo de todos sus súbditos", salvo que padecieran algún defecto físico grave. Desde finales del siglo XIII hasta el primer tercio del XV, las competiciones de arco fueron el primer deporte de los plebeyos ingleses: había competiciones de alcance, de precisión e, incluso, de "campo a través" en el que los arqueros debían correr por el campo disparando sobre blancos diversos a diferentes distancias, computándose, al final, la rapidez y la puntería. Al comienzo de la Guerra de los Cien Años , en 1339, a causa de la disputa por el trono de Francia entre Eduardo III Plantagenet y Felipe VI de Valois, el arco galés, o arco largo, era desconocido en el continente, aunque ya había sido decisivo en varias batallas libradas en las islas Británicas.
Quedaba por ver si su resultado era tan satisfactorio cuando se midiera con la ballesta, una arma más precisa, de similar potencia aunque más lenta, favorita de los ejércitos continentales. En Crécy se iba a comprobar la eficacia de uno y otra, para desdicha de los ballesteros mercenarios de Felipe VI. Tras su gran victoria, los ingleses quedaban dueños del campo y de la guerra... El arco largo dictaría su ley en Maupertuis (1356) y en Azincourt (1415), pero por entonces se estaba perfeccionando el arma que terminaría con su protagonismo: el cañón. Un siglo después de Crécy, la artillería francesa destrozaría a los ingleses en la batalla de Castillon (1453), cerrando a favor de la dinastía Valois la Guerra de los Cien Años. Con todo, el arco largo perviviría en las formaciones militares inglesas hasta su abolición definitiva en 1595. Claro que, como anécdota pintoresca, puede añadirse que en la Cámara Alta hubo un lord que promovió su recuperación durante las guerras napoleónicas. No le hicieron caso.
Quedaba por ver si su resultado era tan satisfactorio cuando se midiera con la ballesta, una arma más precisa, de similar potencia aunque más lenta, favorita de los ejércitos continentales. En Crécy se iba a comprobar la eficacia de uno y otra, para desdicha de los ballesteros mercenarios de Felipe VI. Tras su gran victoria, los ingleses quedaban dueños del campo y de la guerra... El arco largo dictaría su ley en Maupertuis (1356) y en Azincourt (1415), pero por entonces se estaba perfeccionando el arma que terminaría con su protagonismo: el cañón. Un siglo después de Crécy, la artillería francesa destrozaría a los ingleses en la batalla de Castillon (1453), cerrando a favor de la dinastía Valois la Guerra de los Cien Años. Con todo, el arco largo perviviría en las formaciones militares inglesas hasta su abolición definitiva en 1595. Claro que, como anécdota pintoresca, puede añadirse que en la Cámara Alta hubo un lord que promovió su recuperación durante las guerras napoleónicas. No le hicieron caso.