Vermeer, ciudadano de Delft

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Datos principales


Desarrollo


En el siglo XVII Delft era una próspera ciudad comercial e industrial, en las cercanías de Utrecht y la Haya y en el camino que llevaba a Haarlem y Amberes. Contaba en 1650 con unos 25.000 habitantes. El año 1654 será el que marque su recesión económica ya que sufrirá la explosión del polvorín municipal, destruyendo parte de la ciudad. La mayoría de la población era de religión calvinista aunque en la ciudad residían bastantes católicos, existiendo dos iglesias católicas que regentaban los jesuitas. La tolerancia hacia los católicos estaba apoyada en razones de carácter económico y social, profesando la religión católica las familias más importantes de la ciudad. Esta tolerancia permitirá que a finales del siglo XVII, entre 1681 y 1685, los bautismos católicos fueran una quinta parte del total. Sin embargo, encontramos ciertas limitaciones en esta tolerancia ya que los católicos no podían acceder a cargos públicos. En esta ciudad nacerá Johannes Vermeer en 1632 y en ella fallecerá en 1675. Es posible que Vermeer realizara viajes a las ciudades cercanas pero sólo tenemos constancia documental de una visita a La Haya en 1674. Este viaje lo realizó en calidad de experto en pintura, para dar su opinión sobre la colección de pinturas de Gerard Uylemburgh, que había sido ofrecida al Gran Elector de Brandegurgo. El padre del artista, Reynier Jansz. Vos (hacia 1591-1652) fue tejedor, hostelero y marchante de arte. Se había casado en 1615 con Digna Baltens (hacia 1595-1670), hija de Baltasar Claes Gerrit (hacia 1573-1630), relojero y hombre de negocios con escasos resultados.

Reynier y Digna regentaban una taberna en la que conocieron a numerosos artistas, iniciando aquí su labor como marchante de arte. Sin embargo, los negocios no funcionaban muy bien y a la muerte del padre, en 1652, las deudas suponen el principal capital de la herencia. En 1653 Vermeer contrae matrimonio con Catharina Bolnes, nacida hacia 1631 y muerta en 1688. Catharina era de religión católica, lo que hace pensar a algunos expertos que Johannes se convirtiera al catolicismo. El matrimonio tuvo un elevado número de hijos. Posiblemente fueran quince, viviendo ocho en casa paterna al fallecimiento del pintor. Este elevado número de hijos será uno de los argumentos esgrimido por Catharina para explicar la delicada situación económica que el pintor la dejó tras su muerte. Entre los deudores se encontraba el panadero, al que se debían 726 florines. El pago se realizó con la entrega de dos cuadros del artista pero la deuda no fue del todo saldada ya que se valoraron en unos 617 florines. Vermeer no pintó mucho y sus obras no alcanzaron precios desorbitados, aunque sí se valoraron. Se conservan 35 pinturas más algunas de dudosa atribución, mencionándose en los documentos de la época otras diez obras, hoy desaparecidas o no identificadas. En total serían unas 45 ó 46 las obras pintadas entre 1653, momento en que ingresa en la Cofradía de San Lucas, y 1675, el año de su fallecimiento. Resulta una media de dos cuadros al año, aproximadamente, si bien cabe pensar que la producción no fue regular y algunos momentos fueron más fecundos que otros.

Los precios fijados en los inventarios y los alcanzados en las ventas posteriores a la muerte del pintor nos llevan a calcular unos ingresos máximos de 617 florines al año y de 200 como mínimo, dato considerado como media. Resulta dudoso que con una producción tan escasa y unos ingresos tan limitados pudiera mantener a una familia tan numerosa. Posiblemente contó con un importante ingreso extraordinario en el negocio de las obras de arte, al tiempo que recibiría la ayuda de la familia de su esposa. Para apoyar la tesis de su faceta de negociante de arte poseemos un importante dato: en febrero de 1676, tras el fallecimiento del pintor, Catharina vendió en Amsterdam un lote compuesto por 26 cuadros, recibiendo 500 florines. Vermeer no se incluye entre los autores de estos cuadros. Sin embargo, el nombre del pintor no aparece en los documentos de las transacciones artísticas de la época lo que indica que sería una actividad menor. En resumen, Vermeer dedicaba la mayor parte de su tiempo a la pintura y obtenían una ayuda económica con otras actividades extras. Curiosamente, muchos de sus cuadros fueron adquiridos por un mismo comprador: Claes van Ruijven (1624-1674), propietario de veinte obras de Vermeer tal y como indica el inventario realizado en 1682 por Jacob Dissius a la muerte de su esposa, hija de Van Ruijven. Para ingresar en la Cofradía de San Lucas era necesario un periodo de formación de seis años con un maestro. Desconocemos quién fue el maestro con el que Vermeer realizó su aprendizaje, formulándose varias hipótesis.

Se ha pensado en algunos artistas vinculados con la familia Vermeer como Leonaert Bramer (1596-1674) o Evert van Aelst (1627-1683) pero la diferencia estilística ha llevado a rechazar la propuesta. También se ha pensado en Carel Fabritius (1622-1654) como el maestro de Vermeer. Fabritius había aprendido con Rembrandt y Vermeer poseía tres obras suyas, pero llegó a Delft en los primeros años de la década de 1650 e ingresó en la Cofradía en 1652, lo que no se ajusta a los plazos previstos. Gerard Ter Borch (1617-1681) es otra de las opciones pero en los documentos en los que se hace mención a la relación entre los dos pintores no se cita a Ter Borch como maestro. Las dificultades para encontrar al maestro en Delft han llevado a los especialistas a buscarlo en lugares distantes de la ciudad como Utrecht o Amsterdam. Así se ha apuntado a Jacob van Loo (1614-1670) y Erasmus Quellinus (1607-1678) entre los pintores de Amsterdam, pero no existe documento alguno que apoye estas especulaciones. Entre los pintores de Utrecht se apunta a Abraham Bloemaert (1564-1651), pintor relacionado con la familia de la esposa de Vermeer que pudo ser quien relacionó a Catharina y Johannes, pero esta hipótesis tampoco está fundada. Una de las personas que más apoyó a Vermeer fue su suegra, María Thins, miembro de la minoría católica, separada de su marido, Reynier Bolnes desde 1641, y mujer de fuerte personalidad.

María dio cobijo al matrimonio en su casa, les ayudó a lo largo de su vida y les hizo sus herederos. Vermeer se convirtió en su hombre de confianza: acudió al notario en nombre de su suegra, estaba autorizado a cobrar rentas de sus propiedades, pagar intereses de sus valores, venderlos, etc. El nivel social alcanzado por Vermeer será superior al de su padre. Así, recibirá tratamiento de "señor" ya en diciembre de 1655, posiblemente gracias a su trabajo pictórico y a los lazos sociales establecidos gracias a su matrimonio. En 1662 fue elegido síndico de la Cofradía de San Lucas, cargo que revalidaría en 1672, el año en que la economía de los holandeses sufrió un durísimo golpe debido a la guerra con Francia. Esta crisis levará a la decadencia a la familia Vermeer, tal y como explica la propia Catharina Bolnes: " Durante la larga y ruinosa guerra con Francia (mi marido) no sólo no pudo vender su arte, sino que, con gran perjuicio, tampoco los cuadros de otros grandes maestros con los que negociaba. Por tanto, y a causa de la gran carga que suponían los niños, no teniendo medios propios, cayó en tal frenesí y decadencia que día a día pasó de la salud a la muerte". Sin embargo, las investigaciones de Montias chocan con las palabras de la viuda ya que se ha puesto de manifiesto que en los últimos años de su vida Vermeer recibió importantes ingresos procedentes de herencias y legados, desarrollando una actividad financiera superior a la años anteriores.

No en balde, su nombre aparece citado en los documentos con mayor profusión en estos últimos momentos que en años anteriores. Quizás las palabras de Catharina vendrían a justificar las numerosas deudas contraidas por la familia del pintor es estos momentos. De cualquier manera, debemos señalar que los precios alcanzados por las pinturas de Vermeer no fueron muy elevados. En la década de 1660 sus obras estaban valoradas en torno a los 20 florines cuando las de Gerard Dou o Frans van Mieris alcanzaban los 300. En mayo de 1696 se pusieron a la venta 21 de sus pinturas, alcanzando la Vista de Delft el precio de 200 florines; por La lechera se pagaron 175, 72,10 por La callejuela mientras que La encajera sólo se vendió por 28. En estos años, los cuadros de los pintores anteriormente indicados se vendían entre 800 y 1.000 florines.

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