Otras ciudades imitan a París
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Datos principales
Rango
Barroco5
Desarrollo
Al igual que en París , en otras ciudades francesas se proyectaron también importantes actuaciones urbanísticas, especialmente con la construcción de places royales, aunque por lo general se hicieron más tardíamente que las de la capital. Entre ellas cabe citar la Place de la Libération, antes Place Royale, de Dijon, erigida ante el Palais des Etats de Bourgogne entre 1686 y 1701 siguiendo un proyecto de Jules-Hardouin Mansart que fue ejecutado por uno de sus discípulos. Ante la cour d'honneur de lo que había sido el palacio ducal, abandonado tras la muerte de Carlos el Temerario y rehecho para acoger el Parlamento de Borgoña, se dispuso una plaza semicircular con arcadas coronadas por una balaustrada de piedra que realza la entrada a dicho palacio.En Charleville, en el ducado de Nevers, Clément Métezeau, construyó en 1608 la Place Ducale, que presenta muchas analogías con la Place des Vosges de París, ejecutada con un diseño de su hermano mayor Louis. Esta plaza ha visto perjudicado su aspecto con la construcción en 1843 del edificio del Ayuntamiento de la ciudad en sustitución del palacio ducal. Los edificios allí erigidos, construidos con ladrillos de color rosa y piedra ocre, presentan arcadas de arcos carpaneles que forman soportales y altos tejados de pizarra de color malva, todo lo cual determina un rico colorido que realza la imagen de la plaza. En el centro se erigió una fuente que en 1899 fue reemplazada por otra rematada por una estatua del duque Charles de Gonzague.
Todavía cabe citar junto a estos ejemplos los de las places royales de Caen, Rennes y Montpellier.Por otra parte, se erigieron en Francia dos ciudades de nueva planta que señalan una muestra del ideal francés en el urbanismo barroco. La primera de éstas fue la de Richelieu, en el actual departamento de Indre-et-Loire. En aquel lugar, el cardenal Richelieu había encomendado en 1625 a Jacques Lemercier la construcción de un palacio, pero pronto quiso algo más, y a los seis años encargó al mismo arquitecto la construcción de una ciudad que llevaría su nombre y que debería ser diseñada según un estricto sistema racional.Comenzadas las obras en 1633, se planificó con un sistema de parrilla rectangular en el que un eje principal conecta dos plazas situadas en los centros de los lados cortos. Pero este esquema no se reduce solamente al desarrollo de una simple cuadrícula, sino que en él hay también una concepción barroca y estética al haberse diseñado cuidadosamente los ejes secundarios, con sus plazas y la búsqueda de bellas perspectivas. Por otra parte, los edificios de la población se construyeron siguiendo un esquema uniforme y dentro de la tradición a base de ladrillo con cadenas de piedra, todo lo cual ha hecho decir a Chueca Goitia que Descartes "hubiera mirado con complacencia aquella ciudad". Reforzando además los aspectos barrocos de la población, el palacio del cardenal se dejó ligeramente independiente del conjunto, dándole así un carácter eminentemente emblemático.
Pero aquella ciudad fue levantada exclusivamente por el orgullo del cardenal Richelieu, sin que se hiciera un estudio previo de su viabilidad, por lo que, carente de recursos, jamás ha tenido importancia demográfica.Por otra parte, Pierre Lavedan ha visto en la ciudad de Richelieu una prefiguración de la de Versalles , la otra ciudad barroca francesa de nueva planta, dado que el nacimiento de ambas estuvo ligado a la existencia de un palacio.Y efectivamente, la ciudad de Versalles surgió hacia 1671 para encauzar de una forma ordenada el desarrollo de la población que se iba asentando atraída por el palacio. Para ello el rey cedía el terreno a todos aquellos que se lo solicitaban a cambio de un simbólico impuesto de 5 sueldos por arpent -medida agraria equivalente a 3.194 m2-, pero eso sí, con la condición de construir los edificios de manera que se adecuaran a las normas dictadas por la Surintendance des Bâtiments que velaban por la unidad de estilo en la ciudad y porque ésta no ahogara al palacio, de tal forma que, por ejemplo, no se permitía que los tejados de las casas sobrepasaran la altura de la Cour de Marbre.La base fundamental de la planificación se hizo sobre un esquema de tridente, mediante el cual tres avenidas principales venían a convergir en un punto, la Place Armes situada ante el palacio y desde la cual todo llevaba como un embudo hasta el centro emblemático de éste, el balcón del rey en la Cour de Marbre. Pero este sistema del tridente, que aquí tenía un claro sentido simbólico de orientación hacia el rey, no era sin embargo algo novedoso, pues ya se había empleado antes en la Piazza del Popolo de Roma o en la más cercana geográficamente Place Dauphine de París, donde también aquí las vías se dirigían hacia la figura del monarca, en este caso la estatua de Enrique IV en el Pont Neuf.
De igual forma el esquema sirvió de inspiración a otros planes de urbanización como Karlsruhe, Aranjuez, Washington, la Plaza de la Opera de París o la Plaza de Buckingham de Londres.Mención aparte merecen dentro del urbanismo barroco en Francia las plazas fuertes, en cuya génesis ejerció un destacado papel el arquitecto e ingeniero militar Sébastien le Prestre de Vauban, quien, sin embargo, se inspiró en modelos anteriores de la época renacentista. La estructura básica de estas ciudadelas consiste en una planta de estrella con fosos y bastiones completados con medias lunas, siendo también medida prioritaria el aprovechamiento de accidentes naturales del terreno para reforzar la eficacia defensiva. Pero, a pesar de que en estos lugares hay ante todo un sentido de tipo práctico y racional, situándose en el centro una plaza de armas y no faltando nunca una capilla, un palacio para el gobernador, un arsenal y un acuartelamiento, jamás llega a olvidarse el aspecto estético, de forma que, por ejemplo, las entradas al recinto se disponen con puertas ornamentadas.Estas ciudadelas lógicamente se construyeron en las fronteras de Francia, como son los casos de las de Lille y Rocroi en Flandes, las de Mont-Dauphin y Château Queyras en Saboya, la de Mont-Louis en el Rosellón o las de Neuf-Brisach y Belfort en Alsacia, de las que esta última todavía resultó eficaz en la guerra franco-prusiana de 1870.
Todavía cabe citar junto a estos ejemplos los de las places royales de Caen, Rennes y Montpellier.Por otra parte, se erigieron en Francia dos ciudades de nueva planta que señalan una muestra del ideal francés en el urbanismo barroco. La primera de éstas fue la de Richelieu, en el actual departamento de Indre-et-Loire. En aquel lugar, el cardenal Richelieu había encomendado en 1625 a Jacques Lemercier la construcción de un palacio, pero pronto quiso algo más, y a los seis años encargó al mismo arquitecto la construcción de una ciudad que llevaría su nombre y que debería ser diseñada según un estricto sistema racional.Comenzadas las obras en 1633, se planificó con un sistema de parrilla rectangular en el que un eje principal conecta dos plazas situadas en los centros de los lados cortos. Pero este esquema no se reduce solamente al desarrollo de una simple cuadrícula, sino que en él hay también una concepción barroca y estética al haberse diseñado cuidadosamente los ejes secundarios, con sus plazas y la búsqueda de bellas perspectivas. Por otra parte, los edificios de la población se construyeron siguiendo un esquema uniforme y dentro de la tradición a base de ladrillo con cadenas de piedra, todo lo cual ha hecho decir a Chueca Goitia que Descartes "hubiera mirado con complacencia aquella ciudad". Reforzando además los aspectos barrocos de la población, el palacio del cardenal se dejó ligeramente independiente del conjunto, dándole así un carácter eminentemente emblemático.
Pero aquella ciudad fue levantada exclusivamente por el orgullo del cardenal Richelieu, sin que se hiciera un estudio previo de su viabilidad, por lo que, carente de recursos, jamás ha tenido importancia demográfica.Por otra parte, Pierre Lavedan ha visto en la ciudad de Richelieu una prefiguración de la de Versalles , la otra ciudad barroca francesa de nueva planta, dado que el nacimiento de ambas estuvo ligado a la existencia de un palacio.Y efectivamente, la ciudad de Versalles surgió hacia 1671 para encauzar de una forma ordenada el desarrollo de la población que se iba asentando atraída por el palacio. Para ello el rey cedía el terreno a todos aquellos que se lo solicitaban a cambio de un simbólico impuesto de 5 sueldos por arpent -medida agraria equivalente a 3.194 m2-, pero eso sí, con la condición de construir los edificios de manera que se adecuaran a las normas dictadas por la Surintendance des Bâtiments que velaban por la unidad de estilo en la ciudad y porque ésta no ahogara al palacio, de tal forma que, por ejemplo, no se permitía que los tejados de las casas sobrepasaran la altura de la Cour de Marbre.La base fundamental de la planificación se hizo sobre un esquema de tridente, mediante el cual tres avenidas principales venían a convergir en un punto, la Place Armes situada ante el palacio y desde la cual todo llevaba como un embudo hasta el centro emblemático de éste, el balcón del rey en la Cour de Marbre. Pero este sistema del tridente, que aquí tenía un claro sentido simbólico de orientación hacia el rey, no era sin embargo algo novedoso, pues ya se había empleado antes en la Piazza del Popolo de Roma o en la más cercana geográficamente Place Dauphine de París, donde también aquí las vías se dirigían hacia la figura del monarca, en este caso la estatua de Enrique IV en el Pont Neuf.
De igual forma el esquema sirvió de inspiración a otros planes de urbanización como Karlsruhe, Aranjuez, Washington, la Plaza de la Opera de París o la Plaza de Buckingham de Londres.Mención aparte merecen dentro del urbanismo barroco en Francia las plazas fuertes, en cuya génesis ejerció un destacado papel el arquitecto e ingeniero militar Sébastien le Prestre de Vauban, quien, sin embargo, se inspiró en modelos anteriores de la época renacentista. La estructura básica de estas ciudadelas consiste en una planta de estrella con fosos y bastiones completados con medias lunas, siendo también medida prioritaria el aprovechamiento de accidentes naturales del terreno para reforzar la eficacia defensiva. Pero, a pesar de que en estos lugares hay ante todo un sentido de tipo práctico y racional, situándose en el centro una plaza de armas y no faltando nunca una capilla, un palacio para el gobernador, un arsenal y un acuartelamiento, jamás llega a olvidarse el aspecto estético, de forma que, por ejemplo, las entradas al recinto se disponen con puertas ornamentadas.Estas ciudadelas lógicamente se construyeron en las fronteras de Francia, como son los casos de las de Lille y Rocroi en Flandes, las de Mont-Dauphin y Château Queyras en Saboya, la de Mont-Louis en el Rosellón o las de Neuf-Brisach y Belfort en Alsacia, de las que esta última todavía resultó eficaz en la guerra franco-prusiana de 1870.