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Datos principales
Rango
EdadBronce
Desarrollo
La última etapa de la Edad del Bronce en el Egeo , el Bronce Reciente, y de una manera más específica en el continente, el Heládico Reciente, es la que se conoce como época micénica, la misma que aparece como tema de los poemas homéricos . La época de los palacios heroicos y, especialmente, el de Agamenón en Micenas constituía el primer período de la historia griega para los mismos antiguos, aunque ya éstos se planteaban sus dudas sobre el carácter histórico o mítico y señalaban una diferencia importante entre el tiempo de los hombres y el tiempo de los héroes. La discusión sobre la validez histórica de los poemas homéricos puede ser infinita, sobre todo porque se plantea sobre posturas excesivamente rígidas acerca de una utilización mecánica de lo allí expuesto o de la imposibilidad de dicha utilización a partir del carácter mismo del género al que pertenecen los poemas. Fue su lectura la que abrió las puertas a los hallazgos arqueológicos, cuando el comerciante H. Schliemann, helenista aficionado, gracias al éxito de sus operaciones mercantiles, pudo dedicarse a visitar Itaca, el Peloponeso y Troya acompañado y guiado por la lectura de dichos poemas. Las distintas capas halladas en Troya y las diversas destrucciones detectadas, así como los hallazgos micénicos escalonados a partir de las primeras tumbas reales, fueron el impulso para más profundos estudios que, si bien sembrados en principio de errores y rectificaciones, de identificaciones a veces demasiado inmediatas, como suele ser el caso del trabajo arqueológico tradicional, que sólo se considera histórico cuando coincide con un hecho, personaje o lugar conocido por las fuentes de manera explícita, han permitido penetrar cada vez más en realidades sociales y políticas del mundo micénico.
Palacios, templos y enterramientos permiten describir un tipo de sociedad jerarquizada, con una realeza y un aparato estatal capaz de controlar poblaciones colectivamente, aspecto este último que avanza según los trabajos arqueológicos se salen de los monumentos palaciegos para atender a la distribución de los territorios exteriores. Algunos aspectos de la tradición reciben apoyo en ciertos movimientos detectados también en la llegada de caracteres conocidos por la arqueología, aunque, al mismo tiempo, los desacuerdos pueden llegar a aclarar el verdadero sentido de las tradiciones, objeto de manipulación con ánimos propagandísticos o deformadas con intenciones directamente políticas. Sin embargo, el proceso resulta cada vez más claro en el estudio de los tipos de tumba y su función en relación con el poder real micénico. Junto a ello, la arqueología resultó verdaderamente gratificada con el hallazgo de una serie de tablillas con escritura, que poco a poco ha podido descifrarse gran parte. Las primeras se hallaron en Cnosos y había algunas en una escritura llamada lineal A, todavía no bien conocida, que representa una lengua al parecer de carácter prehelénico, y otras en escritura lineal B, que luego se supo coincidente con otros muchos yacimientos del continente y que, descifrada laboriosamente por Ventris y Chadwick, contiene textos en lengua griega , apoyada en unos signos en principio no muy adecuados para ella. Se ha producido, pues, una adaptación forzada que ha añadido un factor específico a las dificultades propias de unos textos conservados en tales condiciones: inscripciones en barro que se han conservado casualmente debido a los incendios de los palacios, que cocieron las piezas.
La escritura es silábica y carece de algunos sonidos, por lo que en el mismo signo coinciden fonemas como l y r, no hay sílabas cerradas, por lo que se usa una nueva sílaba para la consonante encargada de cerrar la anterior, que también puede quedar sin cerrar, y no se pueden señalar todas las vocales, pues los signos silábicos son limitados. En cualquier caso, la investigación va comprobando que la arqueología, la epigrafía micénica y el análisis flexible de los poemas pueden colaborar a la elaboración de una imagen del mundo micénico y de su tradición apta para ser analizada históricamente. Por otra parte, la lectura de las tablillas ha revelado la existencia de una forma de la lengua griega que los especialistas tienden a considerar la más antigua, capaz de explicar muchos de los rasgos de la lengua ulteriormente evolucionada.
Palacios, templos y enterramientos permiten describir un tipo de sociedad jerarquizada, con una realeza y un aparato estatal capaz de controlar poblaciones colectivamente, aspecto este último que avanza según los trabajos arqueológicos se salen de los monumentos palaciegos para atender a la distribución de los territorios exteriores. Algunos aspectos de la tradición reciben apoyo en ciertos movimientos detectados también en la llegada de caracteres conocidos por la arqueología, aunque, al mismo tiempo, los desacuerdos pueden llegar a aclarar el verdadero sentido de las tradiciones, objeto de manipulación con ánimos propagandísticos o deformadas con intenciones directamente políticas. Sin embargo, el proceso resulta cada vez más claro en el estudio de los tipos de tumba y su función en relación con el poder real micénico. Junto a ello, la arqueología resultó verdaderamente gratificada con el hallazgo de una serie de tablillas con escritura, que poco a poco ha podido descifrarse gran parte. Las primeras se hallaron en Cnosos y había algunas en una escritura llamada lineal A, todavía no bien conocida, que representa una lengua al parecer de carácter prehelénico, y otras en escritura lineal B, que luego se supo coincidente con otros muchos yacimientos del continente y que, descifrada laboriosamente por Ventris y Chadwick, contiene textos en lengua griega , apoyada en unos signos en principio no muy adecuados para ella. Se ha producido, pues, una adaptación forzada que ha añadido un factor específico a las dificultades propias de unos textos conservados en tales condiciones: inscripciones en barro que se han conservado casualmente debido a los incendios de los palacios, que cocieron las piezas.
La escritura es silábica y carece de algunos sonidos, por lo que en el mismo signo coinciden fonemas como l y r, no hay sílabas cerradas, por lo que se usa una nueva sílaba para la consonante encargada de cerrar la anterior, que también puede quedar sin cerrar, y no se pueden señalar todas las vocales, pues los signos silábicos son limitados. En cualquier caso, la investigación va comprobando que la arqueología, la epigrafía micénica y el análisis flexible de los poemas pueden colaborar a la elaboración de una imagen del mundo micénico y de su tradición apta para ser analizada históricamente. Por otra parte, la lectura de las tablillas ha revelado la existencia de una forma de la lengua griega que los especialistas tienden a considerar la más antigua, capaz de explicar muchos de los rasgos de la lengua ulteriormente evolucionada.