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Datos principales


Rango

América 1550-1700

Desarrollo


Las pocas mujeres españolas existentes en Indias, los escasos prejuicios raciales del español, y la baja extracción de los emigrantes influyeron poderosamente en el fenómeno del mestizaje. Ya hemos hablado sobre lo primero. Las mujeres españolas que emigraron a Indias fueron entre el 10 y el 20 por ciento de los hombres, a lo que hay que añadir que éstos eran por lo regular muy jóvenes. El emigrante español tenía entre 18 a 25 años e iba solo, por lo que formaba su familia en América. En cuanto a los escasos prejuicios raciales del español, derivan de la misma formación de la etnia hispana, integrada por numerosas oleadas de pueblos europeos y norteafricanos. El español estaba lleno de prejuicios sociales y religiosos, planteándose serios problemas a la hora de casarse con una negra o con una india, pero carecía de prejuicios para unirse sexualmente con mujeres de otras razas. Cuando le regalaron a Cortés varias mujeres indígenas en Campeche, para que las repartiera entre sus hombres, sólo puso una objeción: que se bautizaran primero. El tercer factor, la baja extracción de los españoles, inducía a muchos a preferir unirse con indias, que nada exigían, ni siquiera el matrimonio, en vez de españolas, presuntuosas y exigentes y muy selectivas, quizá por su misma escasez. El mestizaje surgió, por ello, coetáneo al descubrimiento y la conquista. Las huestes penetraban en los poblados de los naturales y violaban o robaban las mujeres.

A esto se unieron luego las dádivas de mujeres que los indios hacían para garantizar las paces. Las tropas de Cortés llevaban tantas indias que don Hernán decidió sacar el quinto de ellas, lo que indignó a sus soldados, no sólo porque muchos llevaban meses viviendo maritalmente con ellas, sino porque además escogió las más guapas y jóvenes, dejando a sus hombres las feas y viejas, como nos dice Bernal Díaz del Castillo. La Corona vio al principio el mestizaje con muy buenos ojos. Pensó que sería un elemento de integración social, semejante al operado en España entre cristianos y moros: un mestizaje santificante, con matrimonio religioso de por medio. Los casos de conquistadores casados con princesas incas o aztecas fueron considerados ejemplares. Pronto se vio que los españoles iban en otra dirección, originando mestizos procedentes de uniones ilegales o libres, lo que hizo caer sobre tales mestizos el estigma de su vergonzoso origen. El problema fue en aumento, porque la selectividad de la mujer española para matrimoniar con blancos acomodados obligó a los mestizos a unirse con mestizas o con indias. Empezaron a jugar los prejuicios religiosos y se prohibió a los mestizos portar armas, ser caciques o protectores de indios, escríbanos, corregidores y alcaldes mayores, sentar plaza de soldado, obtener grados universitarios y acceder a las órdenes religiosas, salvo en el caso de que demostraran ser hijos legítimos.

El problema habría resultado insignificante si su número hubiera sido escaso, pero resultó que pronto sobrepasaron a los blancos, representando un detonante social, ya que estaban condenados a vivir sin una función social específica y en una tierra que había sido repartida entre españoles e indios antes de su aparición. A los mestizos se unieron los mulatos, por lo común fruto de la unión de blancos con negras, ya que aquí operó aún más la selectividad de la mujer española para buscar pareja. Fueron igualmente fruto de uniones libres, por lo que tuvieron el mismo estigma de su ilegitimidad, sumado al de su ancestro de esclavitud: lo más infame que podía concebirse. También representaron un serio problema a causa de su aumento. Los mulatos sufrían las mismas prohibiciones que los mestizos, y algunas más. Así, por ejemplo, no podían andar por las calles de las ciudades durante la noche, montar a caballo o tener indios de servicio. Las mulatas y negras libres tenían prohibido usar adornos de oro o perlas y vestirse con telas de seda, lo que satisfacía mucho a las criollas. En cuanto a las castas, fueron el resultado de múltiples cruzamientos interétnicos en los que el negro entraba en algún grado. Los mulatos se unieron frecuentemente a indias o mestizas, surgiendo así los zambos, principio de una serie de castas donde fue imposible determinar los ancestros. Estas castas fueron consideradas la ínfima clase social.

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