Los ídolos: entre la medida del hombre y lo divino
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Datos principales
Rango
Calcolítico
Desarrollo
Las manifestaciones artísticas, que en otras culturas o momentos corresponderían al modelo de esculturillas en el Calcolítico , se sustituyen por los denominados ídolos. Salvó contadas excepciones, estos objetos proceden de contextos funerarios y dada la reiteración de sus atributos y del sexo femenino, tienden a identificarse con la divinidad megalítica , especie de diosa, protectora del muerto, o regeneradora y omnividente, caracterizada por sus grandes ojos a manera de soles, arcos superciliares muy marcados, tatuajes faciales, cabellera en series verticales de zigzags y, en muchos casos, representación esquemática de los adornos o el ropaje a base de esquemas geométricos. Este es el denominador común plasmado en multitud de siluetas, que oscilan desde la delimitación del contorno correspondiente a la cabeza, diferenciada del tronco, con o sin representación de los brazos, hasta simples placas rectangulares u objetos cilíndricos, pasando por morfologías más extrañas, que en no pocas ocasiones carecen de cualquier referencia corpórea o decorativa que rebase la estrangulación de la silueta. El hueso y una diversidad de materias líticas (areniscas, piedra calcárea, alabastro, pizarras) e incluso marfil y arcilla sirven de soportes a estos ídolos de variada tipología, catalogados o tipificados en una serie de números, que agrupan sistemáticamente la diversidad de nombres otorgados en función de la silueta, particularidades de la decoración, la forma o la materia.
Sirven como ejemplo, sin agotar las denominaciones, los llamados ídolos de violín, tolva, placa, oculados, en hueso largo, cilíndricos o betílicos, falange, de sandalia, etc. Nombres que admiten a su vez una referencia geográfica en atención al área preferente en donde predomina un determinado tipo, caso de los llamados ídolos almerienses, alentejanos, tipo Garcel, Pastora, etc. En menor proporción aparecen figurillas claramente masculinas así como otras piezas de aspecto fálico, relacionadas a su vez con los atributos masculinos o la figura esquemática del varón, siempre en contextos tardíos. Estas representaciones menos abstractas, auténticas esculturillas, se reducen a seis ejemplares, particularizados en los rasgos del rostro, detalles corporales, e incluso en la materia, con la singularidad de su localización tanto en contextos de habitación como en ajuares funerarios. Igualmente se clasifican como ídolos o símbolos de estatus social, otras piezas poco indicativas de su función, pero trabajadas con materias, técnicas y adornos geométricos parangonables con los ídolos. La técnica de incisión es la más empleada en el trazado de los rasgos internos, normalmente extendida a toda la superficie o concentrada en la cabeza, con especial atención al rostro. La pintura, generalmente roja, suele complementar las incisiones, aunque también se aplicó aislada, en especial cuando se trata de los llamados ídolos oculados fabricados en huesos de ovicápridos.
Otra alternativa técnica es el uso del pirograbado, con o sin restos de pintura. Por la excepcionalidad del hallazgo y como prueba de la pérdida de información, merece que recordemos la existencia de un ídolo de silueta estrangulada y oculado, fabricado en madera procedente de Cueva Sagrada en Lorca (Murcia), también pirograbado, fechado por radiocarbono hacia el año 2200 a. C. Merece una mención especial el yacimiento extremeño de La Pijotilla (Badajoz), anexo a un área funeraria, que en los últimos años ha proporcionado un pródigo número de estas piezas con una variada tipología y buena representación de las alusiones masculinas. Respecto a la dispersión espacial cabe señalar que los ídolos, además de que los tipos acusen ciertas preferencias geográficas, como tal elemento mueble son muy raros o están ausentes en los contextos calcolíticos más septentrionales, fenómeno que puede explicarse por tradiciones diferentes y por la especificidad de los monumentos funerarios de esta zona, teóricamente más vinculados con actividades pastoriles que con el aprovechamiento agrícola.
Sirven como ejemplo, sin agotar las denominaciones, los llamados ídolos de violín, tolva, placa, oculados, en hueso largo, cilíndricos o betílicos, falange, de sandalia, etc. Nombres que admiten a su vez una referencia geográfica en atención al área preferente en donde predomina un determinado tipo, caso de los llamados ídolos almerienses, alentejanos, tipo Garcel, Pastora, etc. En menor proporción aparecen figurillas claramente masculinas así como otras piezas de aspecto fálico, relacionadas a su vez con los atributos masculinos o la figura esquemática del varón, siempre en contextos tardíos. Estas representaciones menos abstractas, auténticas esculturillas, se reducen a seis ejemplares, particularizados en los rasgos del rostro, detalles corporales, e incluso en la materia, con la singularidad de su localización tanto en contextos de habitación como en ajuares funerarios. Igualmente se clasifican como ídolos o símbolos de estatus social, otras piezas poco indicativas de su función, pero trabajadas con materias, técnicas y adornos geométricos parangonables con los ídolos. La técnica de incisión es la más empleada en el trazado de los rasgos internos, normalmente extendida a toda la superficie o concentrada en la cabeza, con especial atención al rostro. La pintura, generalmente roja, suele complementar las incisiones, aunque también se aplicó aislada, en especial cuando se trata de los llamados ídolos oculados fabricados en huesos de ovicápridos.
Otra alternativa técnica es el uso del pirograbado, con o sin restos de pintura. Por la excepcionalidad del hallazgo y como prueba de la pérdida de información, merece que recordemos la existencia de un ídolo de silueta estrangulada y oculado, fabricado en madera procedente de Cueva Sagrada en Lorca (Murcia), también pirograbado, fechado por radiocarbono hacia el año 2200 a. C. Merece una mención especial el yacimiento extremeño de La Pijotilla (Badajoz), anexo a un área funeraria, que en los últimos años ha proporcionado un pródigo número de estas piezas con una variada tipología y buena representación de las alusiones masculinas. Respecto a la dispersión espacial cabe señalar que los ídolos, además de que los tipos acusen ciertas preferencias geográficas, como tal elemento mueble son muy raros o están ausentes en los contextos calcolíticos más septentrionales, fenómeno que puede explicarse por tradiciones diferentes y por la especificidad de los monumentos funerarios de esta zona, teóricamente más vinculados con actividades pastoriles que con el aprovechamiento agrícola.