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Hiroshima L3

Desarrollo


Pasada la medianoche, en las primeras horas del miércoles 15, el general Takeshi Mori, de paisano, pero vestido a la japonesa, discutía la situación en su despacho con su cuñado, el teniente coronel Michinori Shiraichi. Entraron bruscamente Hatanaka, el capitán de aviación Shigerato Uehara y el teniente coronel Masataka Ida. Argumentaron atropelladamente a Mori el ejemplo del Paraguay, que perdió el 80 por ciento de su población en la Guerra de la Triple Alianza luchando sólo contra Uruguay, Argentina y Brasil y que había sobrevivido; el de la minúscula Finlandia, que detuvo en seco al Ejército soviético y le hizo perder millares de hombres en su laberinto de lagos e istmos y también sobrevivía. Le dijeron que se pondrían a sus órdenes fanáticamente si se sublevaba. Mori respondió inflexible: "La División Konoye (la I de la Guardia) no es una milicia". Estas palabras iban a ser las últimas que pronunciaría. Uehara echó mano a su sable ("katana") de reglamento y lanzó un golpe circular de gran amplitud ya desde la vaina mientras Hatanaka sacaba su pistola. El sable de Uehara silbó siniestramente como un serpiente por la habitación sin que su movimiento de filo horizontal ("do") alcanzase decisivamente a nadie. Pero Uehara lo dobló con un terrible golpe de maza vertical a dos manos ("men" ), dirigido a la cabeza de Mori, que alcanzó a éste en el hombro, muy cerca del cuello, y le abrió el pecho hasta la tetilla. El golpe se simultaneó con los disparos que hacía Hatanaka, enloquecido, en todas direcciones.

Siraichi hizo algún gesto de defensa con su sable, pero un salvaje molinete de recogida de Uehara decapitó al cuñado de Mori, de cuyo cuello cercenado saltó un surtidor de sangre que manchó los muros, salpicó el techo y se extendió abundante por el suelo y la mesa del despacho. Hatanaka y sus acompañantes se inclinaron luego ante las víctimas y robaron el sello de Mori. Ahora era perfectamente posible poner en práctica el plan de insurrección, redactado por Koga, y que llevaba el nombre de "Orden de operaciones número 584". La policía de palacio fue inmediatamente desarmada por las tropas de la Guardia, que obedecían ciegamente al sello de Mori, ahora en manos de Hatanaka y profusamente empleado. Todo el personal del palacio fue detenido y se arrestó también a cuantos querían entrar o salir. Eran aproximadamente las dos de la madrugada del 15 y el Emperador estaba prácticamente prisionero. Los soldados comenzaron inmediatamente el registro del palacio ("¿Dónde está el disco?"), maltratando a todo el mundo. El chambelán Yoshihiro Tokugawa fue herido a puñetazos en el rostro y amenazado de muerte. Los teléfonos fueron destrozados a culatazos, las puertas eran derribadas a puntapiés, los asientos desventrados con las bayonetas, las mesas volcadas, los armarios derribados para vaciar su contenido: "¡El disco! ¿Dónde está el disco?" Mientras tanto, el caos se extendió. Grupos de sublevados se apoderaron de las instalaciones de la Radio Nacional, la NHK, sin encontrar oposición.

La residencia oficial de Suzuki fue asaltada e incendiada por un grupo de soldados y estudiantes del Cuerpo nacional de voluntarios suicidas (Kokumin Kamikaze Tai), dirigido por el capitán Takeo Sasaki. La casa del "marqués" Kido fue también atacada, pero la guardia repelió la agresión tras un largo tiroteo. Treinta y seis aviones torpederos de la base de Kodama despegaron para apoyar a los rebeldes (regresarían más tarde sin haber encontrado sus objetivos). Fueron también incendiadas la residencia privada de Suzuki y la casa del "barón" Kiichiro Hiranuma, presidente del Consejo privado imperial. El capitán de navío Yasuna Kozono trató de sublevar la base aérea gigante de Atsugi, verdadera fortaleza donde estaban los más modernos aviones (a reacción) de Japón, pero un ataque de paludismo le impidió continuar su acción y fue internado. El propio general Anami, que ya se había excusado por su conducta confusa ante el canciller Togo y el "premier" Suzuki, y que se había dirigido a todas las fuerzas armadas japonesas pidiéndoles que acatasen la decisión imperial, dio orden esa loca noche de que se asesinase al almirante Yonai, el principal partidario de la capitulación entre los militares...

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