La escritura egipcia
Compartir
Datos principales
Rango
Vida cotidiana Egipt
Desarrollo
La escritura jeroglífica egipcia es conocida desde el año 3.000 a.C. aproximadamente. Sus orígenes se remontan al calcolítico y se empleó hasta el siglo X de nuestra era, conservándose aún como lengua litúrgica aunque de forma muy reducida. La evolución de la lengua egipcia es muy complicada, dividiéndose en diferentes periodos: el egipcio antiguo, el clásico, el neoegipcio, el demótico y el copto. Cada etapa tiene variaciones notables, incorporando elementos de la lengua hablada en el lenguaje escrito. Tipológicamente, la lengua egipcia se encuadra en el grupo de las lenguas afroasiáticas, con numerosos elementos hamíticos aunque con numerosas influencias semíticas. Sólo el 1% de la población sabía leer y escribir, convirtiéndose la escritura en un signo de poder. En sus orígenes era un sistema pictográfico en el que la imagen indicaba el objeto representado. En su desarrollo los objetos se fueron convirtiendo en fonogramas, imágenes que identificaban el sonido que tuviera la palabra en la antigua lengua egipcia. El sistema jeroglífico no indica las vocales ni separa las palabras y puede leerse en diferentes sentidos, según como esté colocado el signo que representa un ser humano o un animal quienes miran en la dirección que se debe leer. Cuando dos palabras se escribían o leían igual se colocaba un signo determinativo que aclaraba su significado. Por ejemplo, unas piernas indican verbos de movimiento. La escritura se realizaba con una caña similar a un pincel, con una punta suave y deshilachada.
Al ser adaptada la escritura al papiro que se utilizaba como soporte se produjo un cambio denominado "escritura hierática", una versión en cursiva de la escritura jeroglífica que se mantenían para escribir en los templos y en las estelas. El faraón Psamético I introdujo un revolucionario cambio al promover la escritura demótica, simplificación en cursiva del hierático añadiéndose nuevos signos. Los signos jeroglíficos se pueden reunir en tres grupos: fonogramas, ideogramas y determinativos. Los fonogramas son signos que expresan un sonido y se dividen en tres tipos: monolíteros (son 24 y configuran una especie de alfabeto; a cada signo le corresponde un sonido), bilíteros (signos que indican dos consonantes) y trilíteros (signos que indican tres consonantes). Los ideogramas son signos que representan lo que significan mientras que los determinativos indican la clase a la que pertenece un sustantivo o la acción que expresa una palabra. El francés Jean-François Champollion fue el quien descifró los jeroglíficos gracias al descubrimiento en 1799 por las tropas de Napoleón de la llamada Piedra de Rosetta, un gran bloque de basalto negro en el que aparecía un decreto de Ptolomeo V escrito en jeroglífico, demótico y griego. En torno a 1820 Champollion consiguió leer de manera acertada diferentes nombres, aplicando un valor fonético correcto a los diferentes signos, lo que supuso la base para posteriores descubrimientos.
Al ser adaptada la escritura al papiro que se utilizaba como soporte se produjo un cambio denominado "escritura hierática", una versión en cursiva de la escritura jeroglífica que se mantenían para escribir en los templos y en las estelas. El faraón Psamético I introdujo un revolucionario cambio al promover la escritura demótica, simplificación en cursiva del hierático añadiéndose nuevos signos. Los signos jeroglíficos se pueden reunir en tres grupos: fonogramas, ideogramas y determinativos. Los fonogramas son signos que expresan un sonido y se dividen en tres tipos: monolíteros (son 24 y configuran una especie de alfabeto; a cada signo le corresponde un sonido), bilíteros (signos que indican dos consonantes) y trilíteros (signos que indican tres consonantes). Los ideogramas son signos que representan lo que significan mientras que los determinativos indican la clase a la que pertenece un sustantivo o la acción que expresa una palabra. El francés Jean-François Champollion fue el quien descifró los jeroglíficos gracias al descubrimiento en 1799 por las tropas de Napoleón de la llamada Piedra de Rosetta, un gran bloque de basalto negro en el que aparecía un decreto de Ptolomeo V escrito en jeroglífico, demótico y griego. En torno a 1820 Champollion consiguió leer de manera acertada diferentes nombres, aplicando un valor fonético correcto a los diferentes signos, lo que supuso la base para posteriores descubrimientos.