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Datos principales
Rango
Area cultural andina
Desarrollo
Moche es un valle de la costa norte del Perú emplazado al sur de la ciudad de Trujillo que, junto al valle de Chicama, se puede considerar el centro de la cultura mochica que tuvo una amplia evolución entre el 100 y el 700 d.C. En el momento de su máxima expansión la civilización mochica se distribuyó entre los valles de Lambayeque, Pascamayo, Santa y Nepeña. El arte mochica ha tenido un gran atractivo para los coleccionistas, debido a que las piezas que le definen son conocidas desde hace décadas. Ello no quiere decir que hayamos obtenido una reconstrucción satisfactoria de esta cultura hasta tiempos muy recientes. Uhle la denominó Proto Chimú, considerándola formativa de la civilización Chimú . Más tarde, se la conoció con el término de Mochica, que ha resultado la acepción más extendida, y ahora se prefiere llamarla Moche, en referencia a uno de los valles tipo de la cultura, y siguiendo la misma tónica que denominaciones tales como Nazca , Lima o Recuay . En la costa norte el inicio de la etapa se define por sitios de fuerte influencia chaviniense , como los asentamientos Salinar y Gallinazo, éste último con una tradición de cerámica negativa que produjo objetos de gran belleza plástica. Los asentamientos moche tienen en realidad una fuerte continuidad con sus antecedentes Gallinazo, aunque éstos últimos no incluyen concentraciones urbanas. Esta compleja sociedad descansaba en una sólida base agrícola que tenía su fundamento en el manejo hidráulico del medio ambiente circundante.
Las técnicas agrícolas en cuestión incluyen un impresionante depósito de agua con capacidad para varios cientos de miles de metros cúbicos, el de San José, la famosa acequia de la Cumbre que tiene un recorrido de más de 110 km, o el acueducto de Ascope en el valle de Chicama, construido con una sólida sustentación de adobe y con 1 km de longitud. Ello, acompañado por un complicado sistema de canales y terrazas. Además de la tecnología hidráulica, es de destacar el uso de fertilizantes animales, en particular el guano de las islas de la costa sur. Para conseguir este preciado abono las gentes moche viajaron varios cientos de kms hacia el sur hasta llegar a las islas de Chincha de cultura Nazca. Maíz, frijol, papa, yuca, camote, ají, coca, y otra infinidad de productos fueron cultivados en los valles oasis de la costa norte, de manera intensiva debido a las mencionadas técnicas hidráulicas. La caza del venado en tierra, y la de la foca y el lobo marino en las costas complementó la dieta de los ocupantes de los sitios moche. Los mayores centros se encuentran en los valles de Moche y de Chicama. Se edificaron con una arquitectura de adobe con formas y tamaños diversos, sin ventanas, y que tuvieron una funcionalidad religiosa, administrativa y funeraria. Destaca en este sentido la inmensa Huaca del Sol, una gran pirámide de 228 por 136 m de base y 41 m de altura, compuesta de cinco grandes terrazas a las que se accedía mediante una rampa de 90 m de longitud.
Cerca de ella se instala la Huaca de la Luna, una gran plataforma aterrazada y acondicionada con espaciosas habitaciones y patios. Son los palacios y los templos de los señores moche, cuyas paredes sostuvieron murales pintados con escenas de seres antropomorfos armados y en guerra. Un rasgo importante asociado a los templos-pirámide son los enterramientos, como los encontrados debajo de la Huaca del Sol. Estos, y los hallados en espacios abiertos, son pozos rectangulares en los que se colocaron los cadáveres en posición extendida, los cuales se delimitaron después por adobes. La jerarquización de los enterramientos, y los retratos de personajes y una enorme variedad de actividades representados en las cerámicas, junto con la arquitectura y los murales públicos documentan la naturaleza de este estado teocrático. Otros centros y edificaciones, como Pañamarca en el valle de Nepeña, Huaca Cortada, Mallocope, Miraflores, etc., caracterizan el estilo arquitectónico Moche. Junto a ellos, encontramos frecuentes construcciones de carácter militar, emplazadas en las cimas de las montañas que dominan los estratégicos valles oasis. Además de la arquitectura monumental que conforma los grandes centros, el rasgo más característico de la cultura Moche es la cerámica la cual, si bien rígida desde un punto de vista formal, manifiesta un gran sentido estético. La forma básica es la botella esférica de base plana y gollete estribo. La decoración, modelada y pintada, incluye cabezas retrato -huacos- de los dirigentes, animales, plantas y deidades, las cuales tienen un enorme valor etnográfico para la reconstrucción de esta cultura: caza de animales, pesca, guerra, sacrificio, castigo de prisioneros y esclavos, escenas de templos, pirámides, etc. Arquitectura, arte mural y cerámica manifiestan la existencia de una sociedad bien organizada, que debió estar regida por un pequeño segmento de sacerdotes-guerreros, dirigentes de una sociedad que fue estratificándose en clases a medida que avanzaba la etapa de desarrollo regional. Los mochica trabajaron con gran maestría la metalurgia de oro, plata, cobre y sus aleaciones, con técnicas de soldadura al fuego y en frío. Sin embargo, y a pesar de lo afamada que ha sido la cultura moche, debido a los expolios que ha sufrido la región y lo llamativo de sus objetos artísticos, conocemos poco de su sociedad.
Las técnicas agrícolas en cuestión incluyen un impresionante depósito de agua con capacidad para varios cientos de miles de metros cúbicos, el de San José, la famosa acequia de la Cumbre que tiene un recorrido de más de 110 km, o el acueducto de Ascope en el valle de Chicama, construido con una sólida sustentación de adobe y con 1 km de longitud. Ello, acompañado por un complicado sistema de canales y terrazas. Además de la tecnología hidráulica, es de destacar el uso de fertilizantes animales, en particular el guano de las islas de la costa sur. Para conseguir este preciado abono las gentes moche viajaron varios cientos de kms hacia el sur hasta llegar a las islas de Chincha de cultura Nazca. Maíz, frijol, papa, yuca, camote, ají, coca, y otra infinidad de productos fueron cultivados en los valles oasis de la costa norte, de manera intensiva debido a las mencionadas técnicas hidráulicas. La caza del venado en tierra, y la de la foca y el lobo marino en las costas complementó la dieta de los ocupantes de los sitios moche. Los mayores centros se encuentran en los valles de Moche y de Chicama. Se edificaron con una arquitectura de adobe con formas y tamaños diversos, sin ventanas, y que tuvieron una funcionalidad religiosa, administrativa y funeraria. Destaca en este sentido la inmensa Huaca del Sol, una gran pirámide de 228 por 136 m de base y 41 m de altura, compuesta de cinco grandes terrazas a las que se accedía mediante una rampa de 90 m de longitud.
Cerca de ella se instala la Huaca de la Luna, una gran plataforma aterrazada y acondicionada con espaciosas habitaciones y patios. Son los palacios y los templos de los señores moche, cuyas paredes sostuvieron murales pintados con escenas de seres antropomorfos armados y en guerra. Un rasgo importante asociado a los templos-pirámide son los enterramientos, como los encontrados debajo de la Huaca del Sol. Estos, y los hallados en espacios abiertos, son pozos rectangulares en los que se colocaron los cadáveres en posición extendida, los cuales se delimitaron después por adobes. La jerarquización de los enterramientos, y los retratos de personajes y una enorme variedad de actividades representados en las cerámicas, junto con la arquitectura y los murales públicos documentan la naturaleza de este estado teocrático. Otros centros y edificaciones, como Pañamarca en el valle de Nepeña, Huaca Cortada, Mallocope, Miraflores, etc., caracterizan el estilo arquitectónico Moche. Junto a ellos, encontramos frecuentes construcciones de carácter militar, emplazadas en las cimas de las montañas que dominan los estratégicos valles oasis. Además de la arquitectura monumental que conforma los grandes centros, el rasgo más característico de la cultura Moche es la cerámica la cual, si bien rígida desde un punto de vista formal, manifiesta un gran sentido estético. La forma básica es la botella esférica de base plana y gollete estribo. La decoración, modelada y pintada, incluye cabezas retrato -huacos- de los dirigentes, animales, plantas y deidades, las cuales tienen un enorme valor etnográfico para la reconstrucción de esta cultura: caza de animales, pesca, guerra, sacrificio, castigo de prisioneros y esclavos, escenas de templos, pirámides, etc. Arquitectura, arte mural y cerámica manifiestan la existencia de una sociedad bien organizada, que debió estar regida por un pequeño segmento de sacerdotes-guerreros, dirigentes de una sociedad que fue estratificándose en clases a medida que avanzaba la etapa de desarrollo regional. Los mochica trabajaron con gran maestría la metalurgia de oro, plata, cobre y sus aleaciones, con técnicas de soldadura al fuego y en frío. Sin embargo, y a pesar de lo afamada que ha sido la cultura moche, debido a los expolios que ha sufrido la región y lo llamativo de sus objetos artísticos, conocemos poco de su sociedad.