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El virrey Enriquez y Tovar: la Primera relación El 17 de agosto de 1572, Felipe de Austria ordenaba a don Martín Enriquez de Almansa, virrey de Nueva España, que remitiese cuantas noticias pueda adquirir de las personas que hayan escrito sobre la conquista y población de aquellos reinos5. Para cumplir el real encargo, Enriquez pidió al p. Tovar que efectuara investigaciones sobre las antiguallas e historias de los naturales. El virrey jamás tendría que lamentar la elección. El padre Juan de Tovar, un mestizo tetzcocano que pertenecía a la Compañía de Jesús, era la persona idónea para llevar a buen puerto la comisión. El tetzcocano conocía bien la psicología indígena gracias a sus actividades docentes en el colegio de San Gregorio, y era tan experto lingüista que se le conocía con el sobrenombre de Cicerón mexicano. Además, por si esto no bastara, sabía algo sobre los métodos etnográficos empleados por Olmos y Sahagún, los dos grandes historiadores franciscanos, merced a su amistad con Juan González, canónigo de la catedral metropolitana. En una carta dirigida a José de Acosta, el conocido autor de la Historia natural y moral de las Indias, el jesuita mestizo dice lo siguiente sobre la comisión virreinal: El virrey don Martín Enriquez, teniendo deseo de saber estas antiguallas de esta gente con certidumbre, mandó juntar las librerías que ellos tenían de estas cosas, y los de Méjico, Tezcuco y Tulla se las trajeron, porque eran los historiadores y sabios en estas cosas.

Envióme el virrey estos papeles y libros con el doctor Portillo, provisor de este arzobispado, encargándome las viese y averiguase, haciendo alguna relación para enviar al rey. Vi entonces todas estas historias con caracteres y hieroglifos, que yo no entendía, y así fue necesario que los sabios de Méjico, Tezcuco y Tulla se viesen conmigo por mandato del mismo virrey. Y con ellos yéndome diciendo y narrando las cosas en particular, hice una historia bien cumplida, la cual acabada, llevó el mismo doctor Portillo, prometiendo de hacer dos traslados de muy ricas pinturas, uno para el rey y otro para nosotros. En esta conjuntura le sucedió ir a España, y nunca pudo cumplir su palabra ni nosotros cobrar la historia6. En 1578, tras dos años de duro trabajo, Tovar había puesto el punto final a una historia de considerables proporciones, que se conoce como la Primera relación en el mundo americanista. Por aquellas mismas fechas, un dominico, fray Diego Durán, laboraba en una empresa de características similares. Hacia 1581, el predicador concluyó su obra, que recibió el título de Historia de las Indias de la Nueva España e Islas de la Tierra Firme. Durán tuvo mejor suerte que su colega, porque manejó un voluminoso documento que le evitó la lucha diaria con informantes seniles o pinturas incomprensibles. Este manuscrito, redactado en lengua mexicana, inspiró también la Crónica mexicana, una pésima traducción fruto de la mal cortada pluma de Hernando Alvarado Tezozomoc, miembro de la casa real de Tenochtitlan. Como suele ocurrir en estos casos, nada se sabe sobre el inapreciable manuscrito... tan enigmático que se le conoce en el mundillo nahuatlista como la Crónica X.

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