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Datos principales
Rango
Asiay Africa
Desarrollo
Ciento cincuenta años más tarde de la conquista del Punjab por parte de Mahmud de Gazna tuvo lugar el asalto musulmán definitivo a la India, con las conquistas del turco Muhammad de Ghor. Éste arrebató Afganistán a los gaznavíes en 1186, y emprendió la conquista del Punjab, del Sind y, posteriormente, de la cuenca del Ganges. En 1192 acabó con los últimos gaznavíes que todavía gobernaban en Lahore, a los que derrotó en la batalla de Tamesvar, asegurando cinco siglos de dominación musulmana en el norte de la India. En 1202, Muhammad de Ghor (1186-1206) era el señor de toda la llanura indogangética, pero en 1206 fue asesinado. Los lugartenientes de Muhammad de Ghor, los generales Qutb al-Din Aybak y Muhammad ibn Bajtiyar (los gúridas), recogieron su herencia y fundaron el sultanato de Delhi, que declaró la guerra santa al hinduismo y se extendió por todo el centro de la India y la mayor parte del Dekán. Desde entonces, el sultanato o imperio de Delhi fije el punto obligado de referencia en toda la evolución política del subcontinente hasta el día de hoy. Qutb al-Din Aybak logró establecer una dinastía, si bien poco después, siendo sultán su hijo Iltutmis, ya se hubo de repeler el primer ataque de los mongoles , que a partir de entonces y a lo largo de todo el siglo XIII amenazaron repetidas veces el norte de la India. En 1290, el jefe de un clan turco de Afganistán se apoderó de Delhi, y el sobrino de este nuevo conquistador, Ala al-Din, prosiguió la conquista musulmana, ocupando Malva en 1305 y ampliando sus dominios hacia el Sur, si bien también tuvo el mérito de salvar nuevamente a la India de un ataque mongol.
Tras la muerte de Ala al-Din, y después de una serie de intrigas palaciegas, el poder pasó a manos de Muhammad ibn Tugluq (1325-1351), fundador de la dinastía de los tugluquíes; este personaje, de extrema crueldad, logró dominar la mayor parte del subcontinente del que sólo quedaban fuera Cachemira, Orissa, las costas de Malabar y sectores de Rajputana en el Sur. Para gobernar este inmenso territorio no dudó en emplear métodos de deportación masiva de poblaciones enteras, aumentar la presión fiscal y trasladar su capital de Delhi a Degaviri (Daulatabad), a la vez que logró comprar la retirada de los mongoles, que habían vuelto a invadir el norte de sus dominios. Su sucesor, Firfuz Shah (1351-1388), mucho más condescendiente que su padre, se preocupo por hacer prosperar a su pueblo, trasladando nuevamente la capital a Delhi, a la vez que emprendía grandes obras públicas de todo tipo, en especial de irrigación. Intentó imponer la ley islámica a todos sus súbditos, pero murió sin haber logrado este objetivo, que únicamente llegó a utilizarse para motivos penales. El gobierno de Firfuz Shah no logró impedir el inicio del desmembramiento de sus inmensos territorios, ya que en 1345 se independizaría el sultanato de los bahmaníes, y en 1352 se formó el Reino de Bengala. Diez años después de la muerte de este soberano, en 1393, los ejércitos de Tamerlán penetraron en la India y saquearon Delhi, llevándose como esclavos a numerosos artesanos para embellecer Samarcanda.
Después de esta sangrienta incursión, la India quedó dividida en Estados independientes: entre los islámicos destacaban el sultanato de Delhi, el Reino de Bengala y Cachemira; y entre los otros destacaban los de Gujarat, Jaunpur, Malwa, y sobre todo el Reino sureño de Vijayanagar, fundado en 1336, que recogería la herencia del pasado hindú y la mantendría hasta casi finales el siglo XVI, gracias a su rico comercio basado en productos textiles,, arroz, azúcar y especias; pero este esplendor se fue desvaneciendo lentamente al ser suplantado por la colonia portuguesa de Goa. La conquista musulmana del norte de la India cambio profundamente la sociedad hindú, su cultura tradicional y sobre codo su estructura política. Mientras que el Sur se mantuvo a la defensiva ante los avances islámicos en el Norte surgiría una verdadera cultura indio-musulmana que nos ha dejado numerosas obras maestras artísticas de todo tipo y que se extendió también por gran parte del mundo islámico asiático.
Tras la muerte de Ala al-Din, y después de una serie de intrigas palaciegas, el poder pasó a manos de Muhammad ibn Tugluq (1325-1351), fundador de la dinastía de los tugluquíes; este personaje, de extrema crueldad, logró dominar la mayor parte del subcontinente del que sólo quedaban fuera Cachemira, Orissa, las costas de Malabar y sectores de Rajputana en el Sur. Para gobernar este inmenso territorio no dudó en emplear métodos de deportación masiva de poblaciones enteras, aumentar la presión fiscal y trasladar su capital de Delhi a Degaviri (Daulatabad), a la vez que logró comprar la retirada de los mongoles, que habían vuelto a invadir el norte de sus dominios. Su sucesor, Firfuz Shah (1351-1388), mucho más condescendiente que su padre, se preocupo por hacer prosperar a su pueblo, trasladando nuevamente la capital a Delhi, a la vez que emprendía grandes obras públicas de todo tipo, en especial de irrigación. Intentó imponer la ley islámica a todos sus súbditos, pero murió sin haber logrado este objetivo, que únicamente llegó a utilizarse para motivos penales. El gobierno de Firfuz Shah no logró impedir el inicio del desmembramiento de sus inmensos territorios, ya que en 1345 se independizaría el sultanato de los bahmaníes, y en 1352 se formó el Reino de Bengala. Diez años después de la muerte de este soberano, en 1393, los ejércitos de Tamerlán penetraron en la India y saquearon Delhi, llevándose como esclavos a numerosos artesanos para embellecer Samarcanda.
Después de esta sangrienta incursión, la India quedó dividida en Estados independientes: entre los islámicos destacaban el sultanato de Delhi, el Reino de Bengala y Cachemira; y entre los otros destacaban los de Gujarat, Jaunpur, Malwa, y sobre todo el Reino sureño de Vijayanagar, fundado en 1336, que recogería la herencia del pasado hindú y la mantendría hasta casi finales el siglo XVI, gracias a su rico comercio basado en productos textiles,, arroz, azúcar y especias; pero este esplendor se fue desvaneciendo lentamente al ser suplantado por la colonia portuguesa de Goa. La conquista musulmana del norte de la India cambio profundamente la sociedad hindú, su cultura tradicional y sobre codo su estructura política. Mientras que el Sur se mantuvo a la defensiva ante los avances islámicos en el Norte surgiría una verdadera cultura indio-musulmana que nos ha dejado numerosas obras maestras artísticas de todo tipo y que se extendió también por gran parte del mundo islámico asiático.