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Datos principales


Rango

Primeras taifas

Desarrollo


A pesar de la importancia de la vida urbana como factor característico de la sociedad islámica y andalusí, en particular, parece evidente que la masa rural sería el elemento más numeroso. Formado por comunidades campesinas étnicamente heterogéneas, se sentía distanciado de las tensiones políticas, aunque afectado por ellas. Ibn Hayyan, refiriéndose a la zona valenciana, describe la crisis social de los campesinos levantinos tras el desmoronamiento de la unidad política de al-Andalus en términos de un obligado abandono de las propiedades, que pasaron a convertirse en explotaciones privadas en tiempos de los eslavos Mubarak y Muzzafar. El retorno a sus tierras suponía para aquellos campesinos aceptar trabajar en sus antiguas propiedades a cambio de parte del producto, y esto parece haberse generalizado en el siglo XI, pues los régulos taifas procuraron incrementar sus riquezas, imponiendo a sus súbditos todas las contribuciones posibles.Los centros de poblamiento en el medio rural son el hisn y la qarya. El primero, conocido generalmente como castillo, es un poblado fortificado en altura, enclavado en lugares estratégicos y comunicado visualmente con otros próximos, formando entre ellos un cordón defensivo y controlador del territorio. Con estructura y funciones propiamente urbanas, contaba con un núcleo de poblamiento permanente y de volumen moderado. En el período que tratamos, su misión fundamental sería la protección de la capital de su taifa y del hábitat que, ante la inseguridad de los tiempos, se iba instalando en su entorno.

La qarya era también un poblamiento permanente de carácter eminentemente agrícola y ganadero, asentado en el llano y que nada tenía que ver con el concepto actual de alquería, por el que se suele traducir, que es poblamiento disperso. Probablemente, la qarya tenía unas dimensiones menores que el hisn.Existían también granjas, llamadas daya, aldea, en hábitat disperso en las vegas de los grandes ríos y en zonas de regadío, así como recintos fortificados, ribat o rábitas, para vigilancia de los puntos más vulnerables del litoral y de las marcas, que alternaban con centros de retiro espiritual.La diversidad de las tierras de al-Andalus condiciona las formas de vida de su hábitat. Del tipo de suelo y de sus formas de explotación dependerán, por tanto, las circunstancias en que se desarrolle la vida de quienes lo cultiven. Junto a zonas fértiles de regadío, como las vegas de los ríos del sur y de la meseta inferior y las huertas de Valencia y Murcia -en las que se mejoran las técnicas de riego mediante acequias, aceñas, norias, etc.- existe una gran zona de tierras de secano, dedicada al cultivo cerealista, que exige un régimen de propiedad y de explotación diferente. A través de los formularios notariales se puede concluir que se ha impuesto el contrato de aparcería, mejorando las condiciones de trabajo del aparcero, denominado amir, munasif y sarih, aparcero, mediero y asociado. En dichos contratos se estipulan las diversas modalidades de aparcería, las cláusulas de rescisión y de revisión del contrato, dependiendo de las calamidades agrícolas como la sequía, las inundaciones o las plagas, y las obligaciones de las partes contratantes.

El contrato recibía los nombres de muzara, para las tierras de secano; de musaqa, para las de regadío, y de mugarasa, para la arboricultura, recibiendo el aparcero, en el primer caso, desde la mitad a las tres cuartas partes de la cosecha, aunque hay contratos por sólo la cuarta parte, mientras que en el de regadío sólo percibía un tercio. Junto a cultivos tradicionales del mundo mediterráneo, trigo, olivo y vid, existe como factor innovador la aclimatación de nuevas especies y la introducción de nuevas técnicas. Las fuentes árabes dejan constancia de ciertas especialidades de cultivos locales como el azafrán, el arroz, la caña de azúcar, el algodón y diferentes árboles frutales. Un gran avance fue la aparición, durante el siglo XI, de los primeros tratados de agronomía y geopónicos, como los de Ibn Bassal, Ibn Wafid, Ibn al-Awwan y al-Tignarí, tendentes a mejorar la producción y obtener mayores cosechas.

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