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Datos principales


Rango

Japón

Desarrollo


Desde Kyushiu, los daimyos Shimazu mantenían un extenso tráfico marítimo con las costas asiáticas. Ellos fueron los que acogieron en 1543 a los primeros viajeros portugueses. Las nuevas mercancías europeas causaron curiosidad y atracción: tejidos de lana y terciopelo, cristales e instrumentos tales como relojes y anteojos. Sin embargo, fueron las armas de fuego las que despertaron el mayor interés en unos señores empeñados desde hacía un siglo en destrozarse mutuamente. Los portugueses fueron estableciendo acuerdos locales con los daimyos, y, en 1571, Nagasaki se convierte en el principal centro de operaciones portuguesas. Al aire del intercambio comercial se desarrolla el contacto de civilizaciones con la irrupción del Cristianismo. En 1549 san Francisco Javier llegó a Kagoshima e inició un activo esfuerzo misionero, que se vio ayudado por el deseo de los daimyos del sur de contrarrestar a los poderosos monasterios budistas y de hacerse con los productos facilitados por el mercado portugués, sobre todo los preciados arcabuces que aumentaban su eficacia militar. La primera iglesia católica se abrió en Yamagushi, en la costa del suroeste. Aunque el padre Javier abandonó el Japón en 1551, otros prosiguieron su obra. Durante cuarenta años el Cristianismo continuó propagándose al compás de las buenas relaciones con el mundo occidental, representado por el comercio portugués. La mayoría de las decenas de miles de conversos procedían del campesinado pobre del Sur, aunque la aceptación entre la clase dominante fue igualmente asombrosa, jugando su papel el aprecio compartido de la disciplina y el sentido del honor.

En Kyushiu, tres daimyos dieron un especial apoyo a la Compañía de Jesús e incluso uno de ellos, Omura Sumitada, le confió la administración de la ciudad de Nagasaki, fundada nueve años antes. Los tres daimyos cristianos enviaron una delegación a Roma el año 1582, que se repitió en 1613. A fines de siglo se calculan en Japón unos 150.000 bautizados. Sin embargo, este período de apertura comenzó a deteriorarse a fines de siglo. A pesar del reforzamiento de la fe tradicional durante el Gobierno de Hideyoshi, la conveniencia del comercio portugués forzará momentáneamente a la tolerancia religiosa. La competencia holandesa y la anexión de Portugal a la Monarquía hispánica, de tan excesivos y variados intereses, supuso el retroceso de las posibilidades comerciales lusitanas. La desviación del comercio de la seda china hacia Europa y las Indias por los comerciantes españoles asentados en Filipinas supuso un duro golpe para el abastecimiento japonés, del que acabaron resintiéndose todas las relaciones, incluidas las religiosas. En 1587, Hideyoshi prohibió la religión cristiana y en 1597 se crucificó a los primeros mártires cristianos: tres jesuitas, un franciscano y 17 bautizados japoneses. A partir de entonces, la persecución no hizo más que aumentar. El régimen Tokugawa reafirmará el carácter nacional de la nueva Monarquía absoluta, que la llevará al repliegue en sí misma y a la supresión de las relaciones, no sólo con occidentales, sino con otros imperios asiáticos, cerrados de por sí.

Durante el shogunato de Tokugawa Ieyasu, no se cortaron absolutamente los contactos comerciales, que se mantuvieron con portugueses y españoles y que se ampliaron a holandeses e ingleses. Sin embargo, en 1613 se reiteró la prohibición de la práctica de la religión católica y en 1616 se excluyó a los españoles del comercio japonés. Los continuadores de la dinastía Tokugawa fueron mucho más allá en las restricciones. En 1624 se cerraron las fronteras a los europeos, con alguna excepción, como el puerto de Nagasaki, abierto a los portugueses, e Hirato, a ingleses y holandeses. En el futuro, sólo los holandeses podrán mantener el comercio, y en condiciones precarias. En 1638, la prohibición a los japoneses de salir del archipiélago sin licencia completará el aislamiento, que se mantendrá por dos siglos.

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