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Datos principales


Rango

XX20

Desarrollo


El máximo representante de la escultura informalista en España, hecha también al margen de El Paso, es Eduardo Chillida (1924), un artista nacido en San Sebastián, con fama internacional como Tapies y uno de los primeros conocidos y premiados fuera de España.Aunque estudió arquitectura, Chillida se dedicó a la escultura desde 1947 y sus primeras obras arrancan por un lado de la escultura primitiva -de la Grecia arcaica y los kouroi-, como la serie Torsos, de 1950, y de Henry Moore, al que conoció en sus viajes al extranjero. De la primera extrae la solidez y el aire totémico propios de ella, pero también de la escultura de vanguardia, y del segundo, la idea de monumento sólido.En 1951, en Hernani, lleva a cabo un cambio importante: introduce el hierro, trabajando con un herrero en la forja. Allí Chillida encuentra sus raíces: las tradiciones vascas, propias de una sociedad rural y también la artesanía de esa sociedad. A partir de entonces, a partir de Ilarik (piedras funerarias, en euskera), la estela funeraria que realiza en 1951, su primera escultura abstracta o no figurativa, como él mismo la denomina, Chillida pone sus esculturas " hablar en euskera" y esto es importante en un Estado que prohibe las lenguas vernáculas). Materiales tradicionales -madera y hierro forjado- y formas que se enraízan en la cultura vasca, instrumentos de labranza hincados con fuerza en el tronco de madera, que deja de ser simplemente base para convertirse en escultura.

Este discurso en euskera tiene un momento especial en 1944 cuando colabora en la basílica de Aránzazu, con Oteiza y Lucio Muñoz, y realiza las puertas de hierro que son, en sí mismas, esculturas.Pero la llamada de la arquitectura es cada vez más fuerte y, con los años, Chillida aumena la escala de sus esculturas, construyendo cobijos, lugares que tanto son esculturas como arquitecturas -Gure Aitaren Etxea, de 1988, en Guernica-, fabricadas además con materiales arquitectónicos como el cemento armado. Y también es cada vez más fuerte la llamada de la naturaleza: Chillida trabaja con ella, la hace formar parte de su escultura, o, más bien, hace que ambas formen parte de un todo. Elogio del horizonte, en Gijón, o El peine de los vientos de 1972-1977 en San Sebastián, rebasan su condición de esculturas para hacerse paisaje.

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