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Desarrollo


Cuéntase los avisos que tuvo el capitán de que se le que rían alzar con la nao, y los discursos y diligencias que hizo en razón dello Ya de atrás había visto el capitán que el piloto mayor le mudaba la derrota, y se decía se quería alzar con la nao, y si tardaba dos días no lo podría remediar. Hombre hubo que le dijo, que. por esto estuvo determinado de darle de puñaladas y echarlo a la mar. Estas y otras cosas se decían que el capitán no creía, sino lo que les oía decir de ruin sonido y lo que les veía hacer de mal parecer. Consideraba que motín no se podía formar sino entre dos o tres, y que para granjearse los otros era fuerza haber pruebas, amistades y grandes correspondencias, y que éstas se habían de ver, como ya se via la poca voluntad que el piloto mayor mostraba de que se buscase lo necesario, y la largueza con que se gastaba el agua y los bastimentos con sus amigos y otros que de nuevo adquiría, y podrían estar inocentes, favores que a todos daba, el ruido que juntos en la nao hacían, trabacuentas con los oficiales della, los concilios tan continuos que había de día y noche sin haber podido obligar a él y a ellos con los modos que buscó, más de amigo que no de juez, por no venir a rompimiento por la trabazón de cosas y disgustos de todos; en suma, por conservarse. Para lo que un día les dijo a todos, se acordasen que la Majestad Real despachó aquellas naos, con grandes gastos de hacienda, a fin de saber si había en aquella parte incógnita la tierra que se entendía; por el tanto, estuviesen todos ciertos que la había de buscar arando toda la mar con largas vueltas, hasta que diese con ella o costar a todos las vidas.

Y al piloto mayor dijo que conociese lo que llevaba a su cargo, diciéndole mucho en ello; mas no por esto hizo mejores diligencias, y le envió a decir con el padre comisario le diese licencia para pasarse a la nao almirante. El capitán dijo a esto fuese luego, y no se fue ni trató más dello; ni faltó quien dijo que eran envites falsos entendidos y tenidos del capitán, que añadió que siempre los descubrimientos costaron caro a sus inventores, y que él no podía desechar los inquietos ni mejorarse de otros; Por el tanto, paciencia y vigilancia, dos cosas bien necesarias. Viendo el capitán la poca altura en que se hallaba, sin haber hallado la madre de aquellas islas que dejaba atrás, y que el piloto mayor dijo a voces al capitán de la zabra que estaba cerca el invierno, y otras cosas que de oírlas no sentía muy bien dellas; y que había otros que decían que si la navegación se hacía al Sur-Sudueste y Oeste, y la costa de la tierra que se buscaba seguía los mismos rumbos, que jamás se toparía y que quedaríamos engolfados y por contrarios vientos imposibilitados de vivir, y que al fin todos se habían de ahogar; dichos, testigos del poco amor a la obra y mucho a sí mismos, y lejos de los ánimos esforzados, que deben tener buscadores de ocultas tierras para sustentar en pie las causas de sus primeros motivos, y hacer hechos heroicos, o cuando menos merecedores de un buen nombre: a cuyas faltas, y por otras sobras, dijo en público que supiesen estimar y agradecer haberles cabido en suerte la demanda, busca y cata de la cuarta parte del globo que estaba por descubrir; y que de mostrarse arrepentidos o cansados sin haber ocasiones, ¿qué esperanza podía tener siendo lo más lo que faltaba? Y advertía, que servicios no los había sin padecer y sufrir todos los golpes que viniesen, una vez y tantas veces cuantas bastasen para dar al caso fin o a las vidas. Ordenó que se fuesen navegando al Noroeste y al Norte hasta bajar a diez grados y dos tercios, por si podía ganar el oriente de la isla de San Bernardo, que el otro viaje ayudó a descubrir aunque no se llegó a ella.

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