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Desarrollo


CAPÍTULO XIII De la distribución que hacían los Ingas de sus vasallos Especificando más lo que está dicho, es de saber que la distribución que hacían los Ingas de sus vasallos, era tan particular, que con facilidad los podían gobernar a todos, siendo un reino de mil leguas de distrito. Porque en conquistando cada provincia, luego reducían los indios, a pueblos y comunidad, y contábanlos por parcialidades, y a cada diez indios ponían uno que tuviese cuenta con ellos, y a cada ciento otro, y a cada mil otro, y a cada diez mil otro, a éste llamaban huno, que era cargo principal. Y sobre todos éstos, en cada provincia, un gobernador del linaje de los Ingas, al cual obedecían todos y daba cuenta cada un año de todo lo sucedido por menudo; es a saber: de los que habían nacido, de los que habían muerto, de los ganados, de las sementeras. Estos gobernadores salían cada año del Cuzco, que era la corte, y volvían para la gran fiesta del rayme, y entonces traían todo el tributo del reino, a la corte, y no podían entrar de otra suerte. Todo el reino estaba dividido en cuatro partes, que llamaban tahuantinsuyo, que eran Chinchasuyo, Collasuyo, Andesuyo, Condesuyo, conforme a cuatro caminos que salen del Cuzco, donde era la corte y se juntaban en juntas generales. Estos caminos y provincias que les corresponden, están a las cuatro esquinas del mundo, Collasuyo al Sur, Chinchasuyo al Norte, Condesuyo al Poniente, Andesuyo al Levante. En todos sus pueblos usaban dos parcialidades, que eran de Hanansaya y Urinsaya, que es como decir, los de arriba y los de abajo.

Cuando se mandaba hacer algo o traer al Inga, ya estaba declarado cuánta parte de aquello cabía a cada provincia, y pueblo y parcialidad, lo cual no era por partes iguales, sino por cuotas, conforme a la cualidad y posibilidad de la tierra. De suerte que ya se sabía para cumplir cien mil hanegas de maíz, verbi gratia, ya se sabía que a tal provincia le cabía la décima parte, y a tal la séptima, y a tal la quinta, etc.; y lo mismo entre los pueblos y parcialidades, y ayllos o linajes. Para la razón y cuenta del todo, había los quipo camayos, que eran los oficiales contadores, que con sus hilos y ñudos, sin faltar decían lo que se había dado, hasta una gallina y una carga de leña, y por los registros de éstos, en un momento se contaba entre los indios, lo que a cada uno le cabía.

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