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LIBRO DOZE De la conquista de la Nueva España, que es la ciudad de México Capítulo primero De las señales y pronósticos que aparecieron antes que los españoles veniesen a esta tierra ni huviese noticia de ellos Diez años antes que viniesen los españoles de esta tierra pareció en el cielo una cosa maravillosa y espantosa, y es que pareció una llama de fuego muy grande y muy resplandeciento. Parecía que estava tendida en mismo cielo; era ancha de la parte de abaxo, y de la parte de arriba, aguda, como cuando fuego arde. Parecía que la punta de ella llegava hasta medio del cielo. Levantávase por la parte del oriente luego después de la medianoche, y salía con tanto resplandor que parecía día. Llegava hasta la mañana; entonce se perdía de vista. Cuando salía sol estava la llama en lugar que está sol a mediodía. Esto duró por espacio de un año cada noche. Començó en las doze casas; y cuando parecía a la medianoche toda la gente gritava y se espantava; todos sospechavan que era señal de algún gran mal. La segunda señal que aconteció fue que chapitel de un cu de Uitzilopuchtli, que se llamava Tlacatecca, se encendió milagrosamente y se quemó. Parecía que las llamas del fuego salían de dentro de los maderos de las colunas, y muy de presto se hizo ceniza. Cuando ardía començaron los sátrapas a dar vozes, diziendo: "¡Oh, mexicanos! Venid presto a apagar fuego con cántaros de agua." Y venida agua, echávanla sobre fuego y no se apagava, sino más antes se encendía, y así se hizo todo brasa.

La tercera señal o pronóstico fue: cayó un rayo sobre cu de Xiuhtecutli, dios del fuego, cual estava techado con paja; llamávase Tzunmulco. Espantáronse de esto porque no lluvía sino agua menuda, que no suele caer rayos cuando ansí llueve, ni huvo tronido, sino que no saben cómo se encendió. La cuarta señal o pronóstico fue que de día, haziendo sol, cayó una cometa. Parecían tres estrellas juntas que corrían a la par muy encendidas y llevavan muy largas colas. Partieron de hazia occidente y corrían hazia oriente; ivan echando centellas de sí. Desque la gente las vio començaron a dar gran grita; sonó grandíssimo ruido en toda la comarca. La quinta señal o pronóstico fue que se levantó la mar de México con grandes olas. Parecía que hervía sin hazer aire ninguno, la cual nunca se suele levantar sin gran viento. Llegaron las olas muy lexos y entraron entre las casas; sacudían en los cimientos de las casas; algunas casas cayeron. Fue grande espanto de todos por ver que sin aire se havía de tal manera embravecido agua. La sesta señal o pronóstico es que se oía en aire de noche una voz de muger que dezía: "¡Oh, hijos míos, ya nos perdemos!" Algunas vezes dezía: "¡Oh, hijos míos! ¿Dónde os llevaré?" La séptima señal o pronóstico es que los cazadores de las aves del agua cazaron una ave parda del tamaño de una grulla, y luego la fueron a mostrar a Motecuçoma, que estava en una sala que llamavan Tlillancalmécac; era después de mediodía.

Tenía esta ave en medio de la cabeça un espejo redondo donde se parecía cielo y las estrellas y especialmente los Mastelejos que andan cerca de las Cabrillas. Como vio esto Motecuçoma espantóse, y la segunda vez que miró en espejo que tenía ave, de ahí a un poco vio muchedumbre de gente junta que venían todos armados encima de cavallos. Y luego Motecuçoma mandó llamar a los agureros y adivinos y preguntólos: "¿No sabéis qué es esto que he visto? Que viene mucha gente junta." Y antes que respondiessen los adivinos desapareció ave, y no respondieron nada. La octava señal o pronóstico es que aparecieron muchas vezes mostruos en cuerpos mostruosos. Llevávanlos a Motecuçoma, y en viéndolos él en su aposento que se llamava Tlillancalmécac, luego desaparecían.

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