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Datos principales


Desarrollo


Capítulo II Lamentaciones en un katún 11 Ahau El Once Ahau Katún se asienta en su estera, se asienta en su trono. Allí se levanta su voz, allí se yergue su señorío. El rostro de su dios despide rayos. Bajan hojas del cielo, bajan del cielo arcos floridos. Celestial es su perfume. Suenan las músicas, suenan las sonajas del Once Ahau. Entra al atardecer y cubre muy alegre con su palio al sol, al sol que hay en Sulim cham, al sol que hay en Chikinputún. Se comerán árboles, se comerán piedras, se perderá todo sustento dentro del Once Ahau Katún. En el Once Ahau se comienza la cuenta, porque en este Katún se estaba cuando llegaron los Dzules, los que venían del Oriente. Entonces empezó el cristianismo también. Por el Oriente acaba su curso. Ichcaansihó es el asiento del Katún. Esta es la memoria de las cosas que sucedieron y que hicieron. Ya todo pasó. Ellos hablan con sus propias palabras y así acaso no todo se entienda en su significado; pero, rectamente, tal como pasó todo, así está escrito. Ya será otra vez explicado todo muy bien. Y tal vez no será malo. No es malo todo cuanto está escrito. No hay escrito mucho sobre sus traiciones y sus alianzas. Así el pueblo de los divinos Itzaes, así los de la gran Itzmal, los de la gran Aké, los de la gran Uxmal, así los de la gran Ichcaansihó. Así los nombrados Couoh también. Ciertamente muchos eran sus "Verdaderos Hombres". No para vender traiciones gustaban de unirse unos con otros: pero no está a la vista todo lo que hay dentro de esto, ni cuánto ha de ser explicado.

Los que lo saben vienen del gran linaje de nosotros, los hombres mayas. Esos sabrán el significado de lo que hay aquí cuando lo lean. Y entonces lo verán y entonces lo explicarán y entonces serán claros los oscuros signos del Katún. Porque ellos son los sacerdotes. Los sacerdotes se acabaron, pero no se acabó su nombre, antiguo como ellos. Solamente por el tiempo loco, por los locos sacerdotes, fue que entró a nosotros la tristeza, que entró a nosotros el "Cristianismo". Porque los "muy cristianos" llegaron aquí con el verdadero Dios; pero ese fue el principio de la miseria nuestra, el principio del tributo, el principio de la "limosna", la causa de que saliera la discordia oculta, el principio de las peleas con armas de fuego, el principio de los atropellos, el principio de los despojos de todo, el principio de la esclavitud por las deudas, el principio de las deudas pegadas a las espaldas, el principio de la continua reyerta, el principio del padecimiento. Fue el principio de la obra de los españoles y de los "padres", el principio de los caciques, los maestros de escuela y los fiscales. ¡Que eran niños pequeños los muchachos de los pueblos, y mientras, se les martirizaba! ¡Infelices los pobrecitos! Los pobrecitos no protestaban contra el que a su sabor los esclavizaba, el Anticristo sobre la tierra, puma de los pueblos, gato montés de los pueblos, chupador del pobre indio. Pero llegará el día en que lleguen hasta Dios las lágrimas de sus ojos y baje la justicia de Dios de un golpe sobre el mundo.

¡Verdaderamente es la voluntad de Dios que regresen Ah-Kantenal e Ix-Pucyolá, para arrojarlos de la superficie de la tierra! Capítulo III El final del tiempo antiguo En el año de mil quinientos cuarenta y uno de los Dzules. 1541------el día 5 Ik 2 Chen. He aquí la memoria que escribí. Hace veinte Katunes y quince Katunes más que las pirámides fueron construidas por los herejes. Grandes hombres fueron los que las hicieron. Y los restos de su linaje se marcharon. Cartabona es el nombre de la tierra en donde ahora están. Allí estaban cuando llegó San Bernabé y enseñó que debían matarlos, porque eran hombres herejes. Este es el nombre de su casta. * * * 1556.--La diferencia hoy son 15 años. He aquí lo que escribí: Los grandes templos fueron levantados por los nobles antepasados, y sus reyes hicieron cosas de gran fama. Durante trece Katunes y seis años más estuvieron levantando las pirámides, los que las hacían en el tiempo antiguo. Desde el principio de las pirámides, hicieron quince veces cuatrocientas veintenas de ellas y cincuenta más, en su cuenta en conjunto. Las pirámides hechas llenaron toda la tierra del país, desde el mar hasta el tronco de esta tierra. Y dejaron sus nombres y los de los pozos. Entonces fue que su religión fue compuesta por Dios. ¡Y ardió por el fuego el pueblo de Israel y los profetas! ¡La memoria de los Katunes y los años fue tragada en la luna roja! ¡Roja luna roe de la tierra el linaje de los Tutulxiú! * * * Memoria de los Katunes y de los años en que fue por primera vez conquistada la tierra de Yucatán por los Dzules, hombres blancos.

Que dentro del Once Ahau Katún sucedió que se apoderaron de "la puerta del agua", Ecab. Del Oriente vinieron. Cuando llegaron, dicen que su primer almuerzo fue de anonas. Esa fue la causa de que se les llamara "extranjeros comedores de anonas". "Señores extranjeros chupadores de anonas" fue su nombre. Así los nombraron los habitantes del pueblo que conquistaron: los de Ecab. Nacom Balam es el nombre del primer conquistado, en Ecab, por el primer capitán Don Juan de Montejo, primer conquistador, aquí en el país de Yucatán. En este mismo Katún sucedió que llegaron a Ichcaansihó. En el año de 1513, en el Trece Ahau Katún sucedió que conquistaron Campeche. Un Katún estuvieron allí. El sacerdote Camal, de Campeche, metió a los extranjeros al país. * * * Fue en 20 de agosto del año 1541. Marqué los nombres de los años en que empezó el Cristianismo. Mil quinientos diez y nueve años. Cumplidos ciento cincuenta y un años después, hubo acuerdo con los extranjeros. Eso es lo que pagáis. Se levantó la guerra entre los blancos y los otros hombres de aquí de los pueblos, los que eran capitanes de los pueblos antiguamente. Eso es lo que pagáis hoy. * * * He aquí lo que escribo. En el año de mil quinientos cuarenta y uno, fue la primera llegada de los Dzules, los extranjeros, por el Oriente, a Ecab, que así es su nombre. El año en que llegaron a la "puerta del agua", Ecab, pueblo de Nacom Balam, era el primer principio de los días y de los años del Katún Once Ahau.

Quince veintenas de años antes de que llegaran los Dzules fue la dispersión de los Itzaes. Fue abandonada la ciudad de Sac-lah-tun, y fue arruinada la ciudad de Kinchilcobá. Y fue arruinada Chichén Itzá. Y fue abandonada la ciudad de Uxmal, y la que está al sur de la ciudad de Uxmal nombrada Cib, y también Kabah. Y fue arruinada Seyé, y Pakam, y Homtún, y la ciudad de Tixcalom-kin, y Aké, la de las puertas de piedra. Y fue abandonada la ciudad a donde baja la lluvia del rocío, Etzemal. Allí bajó el hijo del verdadero Dios, Señor del cielo, Rey, Virgen Milagrosa. Y dijo el Rey: "Bajen las rodelas de Kinich-Kakmó. Ya no puede reinar aquí. Pero queda el Milagroso y el Misericordioso. Bajaron cuerdas, bajaron cíngulos venidos del cielo. Bajó su voz, venida del cielo. Y entonces fue reverenciada su divinidad por los demás pueblos, que dijeron que eran vanos los dioses de Emmal. Y entonces se fueron los grandes Itzaes. Trece veces cuatrocientas veces cuatrocientos millares y quince veces cuatrocientas veces, cuatrocientos centenares más, su éxodo, los ancianos jefes de los herejes Itzaes. He aquí que se fueron. También sus discípulos fueron tras ellos en gran número y les daban su sustento. Trece medidas de maíz, y nueve medidas y tres puñados de grano, para cada uno, fue su ración. Y muchos pequeños pueblos, con sus dioses familiares delante, fueron tras ellos también. No quisieron esperar a los Dzules, ni a su cristianismo. No quisieron pagar tributo.

Los espíritus señores de los pájaros, los espíritus señores de las piedras preciosas, los espíritus señores de las piedras labradas, los espíritus señores de los tigres, los guiaban y los protegían. ¡Mil seiscientos años y trescientos años más y habría de llegar el fin de su vida! Porque sabían en ellos mismos la medida de su tiempo. Toda luna, todo año, todo día, todo viento, camina y pasa también. También toda sangre llega al lugar de su quietud, como llega a su poder y a su trono. Medido estaba el tiempo en que pudieran elevar sus plegarias. Medido estaba el tiempo en que pudieran recordar los días venturosos. Medido estaba el tiempo en que mirara sobre ellos la celosía de las estrellas, de donde, velando por ellos, los contemplaban los dioses, los dioses que están aprisionados en las estrellas. Entonces todo era bueno. Había en ellos sabiduría. No había entonces pecado. Había santa devoción en ellos. Saludables vivían. No había entonces enfermedad; no había dolor de huesos; no había fiebre para ellos, no había viruelas, no había ardor de pecho, no había dolor de vientre, no había consunción. Rectamente erguido iba su cuerpo, entonces. Pero vinieron los Dzules y todo lo deshicieron. Ellos enseñaron el miedo; y vinieron a marchitar las flores. Para que su flor viviese, dañaron y sorbieron la flor de los otros. Mataron la flor de Nacxit Xuchitl. No había ya buenos sacerdotes que nos enseñaran. Ese es el origen del asiento del segundo tiempo, del reinado del segundo tiempo.

Y es también la causa de nuestra muerte. No teníamos buenos sacerdotes, no teníamos sabiduría, y al fin se perdió el valor y la vergüenza. Y todos fueron iguales. No había Alto Conocimiento, no había Sagrado Lenguaje, no había Divina Enseñanza en los sustitutos de los dioses que llegaron aquí. ¡Castrar al Sol! Eso vinieron a hacer aquí los extranjeros. Y he aquí que quedaron los hijos de sus hijos en medio de las gentes, que sólo reciben su miseria. Sucede que tienen rencor estos Dzules, porque los Itzaes tres veces fueron a atacarlos a causa de que hace sesenta años les quitaron nuestro tributo, porque desde hace tiempo están predispuestos contra estos hombres Itzaes. No, nosotros lo hicimos y nosotros lo pagamos hoy. Tal vez por el Concierto que hay ahora esto acabe en que haya concordia entre nosotros y los Dzules. Si no es así, vamos a tener una gran guerra.

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