Arte y ciencia
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Datos principales
Rango
Cd8-4
Desarrollo
No se trata tan sólo de que los artistas se interesen por cuestiones matemáticas que les afecten, o de óptica en relación con un mejor conocimiento de las leyes de la visión en pro de planteamientos perspectivos, ni siquiera que alguno llegue a teorizar, como hemos señalado, sobre aspectos propiamente científicos, sino que la interrelación entre arte y ciencia, en estos momentos, va mucho más allá. Panofsky ha señalado certeramente cómo "el Renacimiento ha tendido un puente sobre el abismo que separaba del práctico, al sabio y al pensador". Desde luego en los casos de la Anatomía y de la Botánica esto fue un hecho, debiendo ambas ciencias muchos de los avances conseguidos, precisamente a partir del siglo XVI, a la labor de los artistas que, previamente a las investigaciones, supieron proporcionar un corpus de imágenes objetivas, en sí mismas con un auténtico valor científico y, lógicamente, como un complemento idóneo a la investigación estrictamente científica. No era el interés científico, ni mucho menos, el que animaba al artista, sino que su meta era el conocimiento anatómico y de la Naturaleza en aras de su propia disciplina, pero aquí funcionó el puente señalado por Panofsky, aunando las actividades. En ambos casos, Anatomía y Botánica, hay que contar con la labor pionera de Leonardo, genial pero también dispersa y nada sistemática, lo que contrasta enormemente con sus continuadores europeos. A fines del siglo XV ya habían aparecido los primeros libros impresos sobre Botánica ("Herbario latino", 1484; "Herbario alemán", 1485), pero es a partir del siglo XVI cuando el valor de las imágenes apuntala los avances científicos de esta rama del saber, aportando el artista su mayor experiencia en la representación de la Naturaleza.
En este sentido, el "Herbario" (1530) de Otto Brunfels es un hito en su especialidad, en gran medida por el valor de sus láminas -insistimos, de apoyo pero en sí mismas válidas científicamente- de una extraordinaria calidad, realizadas por Hans Weiditz, discípulo de Durero . Otro tanto sucedió con la Anatomía, ayudando a ésta las ilustraciones, además, por su valor descriptivo en las lecciones de anatomía, superándose métodos tradicionales de explicación mantenidos en las Universidades. Modélico a todos los efectos es el "De Humanis Corporis Fabrica" que Andrea Vesalio publica en Basilea en 1543. Sus ilustraciones, de autor desconocido pero realizadas, al parecer, en el taller de Tiziano bajo supervisión del propio Vesalio, fueron realmente revolucionarias, como imágenes objetivas y científicas. Este valor señalado de las imágenes para las ciencias, queda probado por obras de algunos pintores que, aunque realizadas al margen de cualquier aplicación científica, aportan el testimonio de la posibilidad de serlo. Así, por ejemplo, la acuarela de Durero que representa un Conejo (1502), es una experiencia de tipo pictórico, pero que confirma la validez, como señala Nieto Alcaide, "de un método de representación como instrumento de referencia científica imprescindible". No tratándose ni de un bosquejo ni de un trabajo preparatorio, sino de una obra conclusa y perfectamente acabada, este Conejo del artista alemán podría muy bien insertarse como ilustración en un libro de Zoología.
Asimismo, por lo sencillo de la obra y la humildad del tema, es también un magnífico ejemplo práctico de una de las concepciones teóricas del maestro de Nüremberg que, con una convicción casi romántica, interpretaba el valor individual del ingenium artístico como un don especial; así, como apunta Panofsky, "el mismo hombre que durante media vida había tratado de afianzar el fundamento ultrasubjetivo de la creación artística, que se había esforzado en reconocer las leyes, consideradas obligatorias, de la armonía y de la belleza, formula por otra parte la opinión, que él mismo juzga insólita y sólo inteligible para artistas poderosos, de que uno, en un pequeño y sencillo dibujo, puede ofrecer algo mucho más significativo que otro en una pintura de gran tamaño que le haya costado meses y años de trabajo".
En este sentido, el "Herbario" (1530) de Otto Brunfels es un hito en su especialidad, en gran medida por el valor de sus láminas -insistimos, de apoyo pero en sí mismas válidas científicamente- de una extraordinaria calidad, realizadas por Hans Weiditz, discípulo de Durero . Otro tanto sucedió con la Anatomía, ayudando a ésta las ilustraciones, además, por su valor descriptivo en las lecciones de anatomía, superándose métodos tradicionales de explicación mantenidos en las Universidades. Modélico a todos los efectos es el "De Humanis Corporis Fabrica" que Andrea Vesalio publica en Basilea en 1543. Sus ilustraciones, de autor desconocido pero realizadas, al parecer, en el taller de Tiziano bajo supervisión del propio Vesalio, fueron realmente revolucionarias, como imágenes objetivas y científicas. Este valor señalado de las imágenes para las ciencias, queda probado por obras de algunos pintores que, aunque realizadas al margen de cualquier aplicación científica, aportan el testimonio de la posibilidad de serlo. Así, por ejemplo, la acuarela de Durero que representa un Conejo (1502), es una experiencia de tipo pictórico, pero que confirma la validez, como señala Nieto Alcaide, "de un método de representación como instrumento de referencia científica imprescindible". No tratándose ni de un bosquejo ni de un trabajo preparatorio, sino de una obra conclusa y perfectamente acabada, este Conejo del artista alemán podría muy bien insertarse como ilustración en un libro de Zoología.
Asimismo, por lo sencillo de la obra y la humildad del tema, es también un magnífico ejemplo práctico de una de las concepciones teóricas del maestro de Nüremberg que, con una convicción casi romántica, interpretaba el valor individual del ingenium artístico como un don especial; así, como apunta Panofsky, "el mismo hombre que durante media vida había tratado de afianzar el fundamento ultrasubjetivo de la creación artística, que se había esforzado en reconocer las leyes, consideradas obligatorias, de la armonía y de la belleza, formula por otra parte la opinión, que él mismo juzga insólita y sólo inteligible para artistas poderosos, de que uno, en un pequeño y sencillo dibujo, puede ofrecer algo mucho más significativo que otro en una pintura de gran tamaño que le haya costado meses y años de trabajo".