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Datos principales
Rango
Renacimiento Español
Desarrollo
Al margen de las diferentes opciones lingüísticas, aunque en cierta medida relacionadas con ellas, el arte hispanoamericano ensayó determinadas tipologías, centradas principalmente en el campo de la arquitectura conventual. La instalación en América de las órdenes religiosas españolas -principalmente franciscanos y dominicos-, insustituibles en la misión evangelizadora emprendida desde los primeros momentos de la Conquista, trajo consigo la construcción de determinados tipos conventuales, a los que hubo que añadir algunos elementos imprescindibles para que aquéllos pudieran cumplir convenientemente con su misión. Estos modelos conventuales, que alcanzaron en México gran desarrollo, estaban formados por una iglesia -fortificada como la de Tepeaca, según las zonas- y un claustro de proporciones variables, algunas veces decorados con pinturas al fresco, como el caso de los conventos mexicanos de Acolman y Actopan, con temas religiosos o de carácter ornamental, ordenándose en torno a este núcleo principal todos los edificios auxiliares del conjunto. Pero la novedad principal de estos modelos respecto a las tipologías españolas radica en el gran desarrollo del atrio donde se situaban, frente a la portada principal de la iglesia y en cada una de las esquinas, las posas o humilladeros que, como las de los conventos de Calpan, Cholula y Huejotzingo, estaban formadas por unas estructuras en forma de templete que servían para enseñar y difundir, según sexo y edades, la nueva doctrina.
El carácter ritual y docente de estos espacios abiertos, coincidente con la sensibilidad de los pueblos indígenas acostumbrados a realizar sus ritos paganos al aire libre, se complementaba con la construcción de las capillas de indios que, situadas en uno de los lados de la fachada principal del convento, estaban pensadas para que las poblaciones autóctonas pudieran seguir desde el exterior la realización del sacrificio de la misa. Esta nueva tipología, cuyos orígenes hemos de buscarlos tanto en España como en América, estaba compuesta de tres estancias dedicadas al Santísimo, sacristía y dependencias auxiliares, siendo esta elemental disposición el núcleo de los más variados modelos, que van desde los de sala única como la del convento de Actopan, a los de varias naves de grandes proporciones comunicadas con el atrio mediante arquerías, pasando por aquéllas que, como la de Teposcolula, organizan una o dos naves ante el presbiterio. A pesar de estas novedades tipológicas, durante la primera mitad del siglo XVI el arte hispanoamericano persistió en el mantenimiento de ciertas ambigüedades lingüísticas efecto de la hibridación de elementos locales y foráneos. Aunque ésta no desapareciera de gran parte de la producción artística, hemos de esperar a la segunda mitad del siglo para constatar el desplazamiento de estos comportamientos por otros, fundamentados en el éxito de determinadas propuestas clasicistas, cuyas manifestaciones más significativas estaban relacionadas con la construcción de las grandes catedrales americanas y el ordenamiento para la construcción de nuevas ciudades decretado por Felipe II .
El carácter ritual y docente de estos espacios abiertos, coincidente con la sensibilidad de los pueblos indígenas acostumbrados a realizar sus ritos paganos al aire libre, se complementaba con la construcción de las capillas de indios que, situadas en uno de los lados de la fachada principal del convento, estaban pensadas para que las poblaciones autóctonas pudieran seguir desde el exterior la realización del sacrificio de la misa. Esta nueva tipología, cuyos orígenes hemos de buscarlos tanto en España como en América, estaba compuesta de tres estancias dedicadas al Santísimo, sacristía y dependencias auxiliares, siendo esta elemental disposición el núcleo de los más variados modelos, que van desde los de sala única como la del convento de Actopan, a los de varias naves de grandes proporciones comunicadas con el atrio mediante arquerías, pasando por aquéllas que, como la de Teposcolula, organizan una o dos naves ante el presbiterio. A pesar de estas novedades tipológicas, durante la primera mitad del siglo XVI el arte hispanoamericano persistió en el mantenimiento de ciertas ambigüedades lingüísticas efecto de la hibridación de elementos locales y foráneos. Aunque ésta no desapareciera de gran parte de la producción artística, hemos de esperar a la segunda mitad del siglo para constatar el desplazamiento de estos comportamientos por otros, fundamentados en el éxito de determinadas propuestas clasicistas, cuyas manifestaciones más significativas estaban relacionadas con la construcción de las grandes catedrales americanas y el ordenamiento para la construcción de nuevas ciudades decretado por Felipe II .