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Datos principales
Rango
FindeSiglo4
Desarrollo
El nuevo arte gira en Alemania en torno a dos importantes publicaciones: "Jugend", que comenzó a publicarse en Munich en 1896 y "Pan", en Berlín en 1895. Si las hojeamos nos encontraremos con un asiduo decorador de sus páginas, Otto Eckmann (1865-1902), un pintor que en 1894 subasta sus cuadros como herencia artística y se dedica por completo al diseño de muebles, lámparas y utensilios. Muy influido por el arte japonés, que estaba presente sistemáticamente desde que Brinkmann fundara el Museo de Artes y Oficios, pasará de los lirios, cisnes y el sentimentalismo floral a la abstracción caligráfica. Destacan sus letras (legado que transmite en el alfabeto y la cubierta para el libro de Ruskin "Seven Lamps of Architecture" en 1900). En 1897 publica diseños decorativos con el significativo título de "Neue Formen" (Formas nuevas). En Munich, centro dinámico por excelencia, trabaja Hermann Obrist (1863-1927), fundador en 1894 de un taller de bordados. Profundo conocedor de la naturaleza por sus estudios en medicina y ciencias naturales, será uno de los más importantes responsables de lo que Shmutzler denomina Jugendstil romántico y amigo de la naturaleza. Su colgadura Ciclamen (1895) resume formalmente lo que se ha conocido como "golpe de látigo de la línea modernista" (la revista "Pan" recogió la impresión que producía el tapiz de Obrist: "Este enfurecido movimiento nos recuerda las súbitas, poderosas curvas del restallar de un latigazo").
La fuerza, el ritmo y el crecimiento, en definitiva el poder del mundo vegetal, son llevados con sutil abstracción a la decoración. Un verdadero canto a la vida orgánica. De esta bidimensionalidad del bordado pasa a la plasticidad del volumen, pues quiere "despertar la alegría de tocar y destacar las sensaciones que provocan toda clase de texturas". Su Proyecto de monumento de 1902 resulta un auténtico horizonte contra el que habrá que contrastar a Boccioni y a Tatlin. Otra obra representativa del Jugendstil será la renovación de la fachada del estudio fotográfico Elvira , de Munich, que realizará un estudioso de la filosofía, quien en 1898 afirma estar en el umbral de "un arte totalmente nuevo, un arte con formas que nada significan ni nada representan, nada recuerdan y que, sin embargo, puede emocionar nuestras almas tan profundamente como sólo los sonidos de la música hubieran podido hacerlo". Se trata de August Endell (1871-1925). La ornamentación adquiere en esta obra un verdadero clímax, en el que convergen elementos orgánicos y líneas abstractas. Aunque dispuesto en una fachada totalmente plana, el ornamento es muy plástico. Surge así el contraste entre la fuerza del diseño y el límite geométrico que la recoge. En el interior somos envueltos por un espacio que ha adoptado el mismo juego de curvas que aparece en la decoración bidimensional. Como en el caso de Horta, la barandilla y el hueco de la escalera siguen el juego de ese fluir incesante.
Los soportes y las lámparas, en su juego tentacular, crean una redundancia espectacular. Ante este diseño no nos sorprende su obsesión por aprender a ver los detalles en la naturaleza: observar, por ejemplo, el crecimiento de las raíces recorriendo con la mirada un árbol. Desde el Jugend, Peter Behrens (1868-1940) se encamina al movimiento moderno y desde el campo del diseño artesanal y de la gráfica llegará a la arquitectura. Todo su modernismo -que no modernidad- se resume de alguna manera en la casa que se construye en 1901, en el Mathildenhöhe de Darmstadt, su primer proyecto arquitectónico. Esta obra acusa una notable influencia de Van de Velde que trabajaba ya en Alemania. Si atendemos a la fábrica de turbinas AEG en Berlín (1908-09) y a otros trabajos proyectuales (también objetos de consumo y carteles publicitarios) para la Compañía, ya habría que hablar de él en otros términos -ahora sí, modernos- teniendo en cuenta, además, que en Alemania la fábrica será el reino donde se forjarán los destinos de la nación. Los diseños de Richard Riemerschmid (1868-1957) nos sitúan en los límites de otro ámbito en el que ya nada se entiende sin la presencia de la máquina. La estandarización tomará el relevo y Lo bello se encontrará también más allá de la artesanalidad.
La fuerza, el ritmo y el crecimiento, en definitiva el poder del mundo vegetal, son llevados con sutil abstracción a la decoración. Un verdadero canto a la vida orgánica. De esta bidimensionalidad del bordado pasa a la plasticidad del volumen, pues quiere "despertar la alegría de tocar y destacar las sensaciones que provocan toda clase de texturas". Su Proyecto de monumento de 1902 resulta un auténtico horizonte contra el que habrá que contrastar a Boccioni y a Tatlin. Otra obra representativa del Jugendstil será la renovación de la fachada del estudio fotográfico Elvira , de Munich, que realizará un estudioso de la filosofía, quien en 1898 afirma estar en el umbral de "un arte totalmente nuevo, un arte con formas que nada significan ni nada representan, nada recuerdan y que, sin embargo, puede emocionar nuestras almas tan profundamente como sólo los sonidos de la música hubieran podido hacerlo". Se trata de August Endell (1871-1925). La ornamentación adquiere en esta obra un verdadero clímax, en el que convergen elementos orgánicos y líneas abstractas. Aunque dispuesto en una fachada totalmente plana, el ornamento es muy plástico. Surge así el contraste entre la fuerza del diseño y el límite geométrico que la recoge. En el interior somos envueltos por un espacio que ha adoptado el mismo juego de curvas que aparece en la decoración bidimensional. Como en el caso de Horta, la barandilla y el hueco de la escalera siguen el juego de ese fluir incesante.
Los soportes y las lámparas, en su juego tentacular, crean una redundancia espectacular. Ante este diseño no nos sorprende su obsesión por aprender a ver los detalles en la naturaleza: observar, por ejemplo, el crecimiento de las raíces recorriendo con la mirada un árbol. Desde el Jugend, Peter Behrens (1868-1940) se encamina al movimiento moderno y desde el campo del diseño artesanal y de la gráfica llegará a la arquitectura. Todo su modernismo -que no modernidad- se resume de alguna manera en la casa que se construye en 1901, en el Mathildenhöhe de Darmstadt, su primer proyecto arquitectónico. Esta obra acusa una notable influencia de Van de Velde que trabajaba ya en Alemania. Si atendemos a la fábrica de turbinas AEG en Berlín (1908-09) y a otros trabajos proyectuales (también objetos de consumo y carteles publicitarios) para la Compañía, ya habría que hablar de él en otros términos -ahora sí, modernos- teniendo en cuenta, además, que en Alemania la fábrica será el reino donde se forjarán los destinos de la nación. Los diseños de Richard Riemerschmid (1868-1957) nos sitúan en los límites de otro ámbito en el que ya nada se entiende sin la presencia de la máquina. La estandarización tomará el relevo y Lo bello se encontrará también más allá de la artesanalidad.