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AL DIOS DE LAS AGUAS ¡Llego, llego! Vengo del mar, de en medio de las aguas, donde el agua se tiñe: de la aurora son los tintes. No soy más que un cantor: flor es mi corazón: ofrezco mi canto. Vengo hasta acá del país de la lluvia: vengo a dar deleite al dios. No soy más que un cantor: flor es mi corazón: ofrezco mi canto. Dueño del agua y la lluvia, ¿Hay acaso, hay acaso tan grande como tú? Tú eres el dios del mar. Cuántas son tus flores, cuántos son tus cantos. Con ellas deleito en tiempo de lluvia. No soy más que un cantor: flor es mi corazón: ofrezco mi canto. Todo me fue dado aquí: mi abanico, mi plumaje de quetzal, los perfumes, mi curvo cayado, mi florón de papel, en la casa de los musgos acuáticos, en la casa de la luz. Cuántas son tus flores, cuántos son tus cantos. Con ellas deleito en tiempo de lluvia. No soy más que un cantor: flor es mi corazón: ofrezco mi canto. Ya llegué hasta acá, vedme aquí. Soy un cantor, vengo a deleitar, vengo a hacer reír al dios. ¡Soy un cantor! Con valiosas flores me hice un collar, gozo de variadas flores, con ellas bailo: la bella florescencia de flores amarillas son mi cayado, son mi abanico. Soy un cantor, vengo a deleitar, vengo a hacer reír al dios. ¡Soy un cantor! Ay, a región ingrata he llegado: no es aquí la región de las lluvias del dios. Te vengo a dar deleite, vengo a acabar con tu tristeza. Vengo a hacer muelle el patio del Águila, vengo a refrigerar el patio de la Flor.

Soy un cantor, vengo a deleitar, vengo a hacer reír al dios. ¡Soy un cantor! LA DIVINA ELECCIÓN El Árbol Floreciente erguido está en Tamoanchan: Allí tú fuiste criado, se nos impuso ley: Con regias palabras nos hizo dar giros, ese nuestro dios por quien todo vive. Cual oro yo fundo, cual jade yo labro nuestro hermoso canto: como una turquesa por cuatro veces nos hace girar cuatro veces en Tamoanchan, Tamoanchan que es casa del Dador de vida. Gozaos ahora: es primavera y estamos en medio de ella. Es gracia tuya, es tu don de piedad, oh autor de la vida, dueño de la tierra, y muy bien se vive: Tú te sacudes, tú te esparces, "¡Aquí es mi casa, aquí es mi santuario!" ¿Cómo se vive en la tierra, en tu trono y en tu gloria? Nadie contradice a tu lado: tú eres compasivo, tú eliges a los tuyos. Así, por tu propio impulso haces piedad para ellos en tu templo y tu santuario: allí vigilando están Xiuhzin Coyolchiuhqui Xíhuitl Popoca, Moquihuitzin. Nadie contradice a tu lado: tú eres compasivo, tú eliges a los tuyos. LA OFRENDA PERPETUA Allí donde están las casas de esmeralda allí donde están las casas de pluma de quetzal, es donde reinas tú, Motecuzomatzin. Te hiciste digno y allí perduran tu fama y tu renombre. Y aunque es tu mérito, y aunque es tu digna adquisición lloras ante el dios y él te pone a prueba. Donde se pintan dardos, donde se pintan escudos, allí es Tenochtitlan. Allí perduran siempre las flores preciosas, allí abren sus corolas flores del corazón.

Son flores del autor de la vida que por todo el país son libadas: ¡ésos son los príncipes! Maravillosamente perduran en Colhuacan las preciosas pinturas y el cúmulo de libros: Allí perduran siempre las flores preciosas, allí abren sus corolas flores del corazón. Son flores del autor de la vida que por todo el país son libadas: ¡ésos son los príncipes! Estás dentro al gran lago: eres padre de muchos: con variadas flores te sientes glorioso. ¡Marchitas quedan! Sólo bajo tu sombra se abaten y guarecen los príncipes. Sólo tuya es la gloria, sólo tuya es la fama con ella se ennoblecen, con ella se hacen gloriosos. Pero marchitos quedan. En el gremio precioso se enlaza vuestra palabra, oh príncipes. Tú, Cahualtzin y tú Chimalpopoca sois los que estáis guardando el solio y trono del dios, autor de vida.

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