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Las disputas ibéricas Brevemente hemos analizado la importancia de las especias en el Medievo, y cómo el control comercial de éstas pasó a Portugal. ¿Cuál fue la actitud de Castilla frente a ese dominio? y lo que es más importante, ¿era de Portugal o de España la Especiería? El cuarto y último viaje de Colón se costeó con una finalidad, adelantarse a los lusitanos para llegar a las islas orientales16. En 1504, moría la reina Isabel la Católica, y en las Cortes de Toro (1505) -que se reunieron para depositar la regencia de Castilla en manos del rey viudo, D. Fernando-, se trató otro asunto importantísimo: proyectar los preparativos de una expedición a la Especiería, y con ese motivo se llamó, para que se trasladasen a la ciudad zamorana, a Vicente Yáñez Pinzón y Américo Vespuccio, para que asesorasen sobre el proyecto; aprobado éste, se le encargó a Martín Sánchez Zamudio la gestión de adquirir los barcos en los astilleros de Vizcaya17. Pero los sucesos ocurridos en España, la regencia de Felipe el Hermoso, la repentina muerte de éste, y la primera regencia del Cardenal Cisneros -a quien dicho sea de paso no le interesaba nada más que la evangelización del norte de África, y muy poco América-, motivaron que el proyecto de la búsqueda de un paso para llegar a la Especiería, perdiese interés y quedase paralizado. Cuando D. Fernando el Católico regresó de Nápoles para hacerse nuevamente cargo de la regencia de Castilla, en Burgos (1508) se planeó nuevamente un proyecto para llegar a la Especiería; se contaba con la colaboración entusiasta del Dr.

Sancho Matienzo, responsable de la Casa de la Contratación18, que había apoyado anteriormente el fracasado intento gestado en Toro. A Burgos acuden nuevamente Américo Vespuccio y Vicente Yáñez Pinzón, ahora reforzados con el asesoramiento y experiencia de dos grandes marinos: Juan de la Cosa y Juan Díaz de Solís; a las discusiones asistieron personalmente el Rey y el Obispo Fonseca. Tres conclusiones se aprobaron en la ciudad castellana, tres decisiones que se ejecutaron con prontitud: a) creación del cargo de piloto mayor, y la actualización del padrón real; b) enviar a las costas de Veragua y del Darién dos expediciones de asiento y colonización, expediciones encomendadas a Diego de Nicuesa y Alonso de Ojeda, respectivamente. Entre los nombres que lleguen al Darién, aparecerá de forma clandestina Vasco Núñez de Balboa, del que luego hablaremos; c) el envío a Tierra Firme de una expedición en busca del paso, más al N de Veragua. La búsqueda de un paso fue la obsesión española hasta el descubrimiento del Estrecho magallánico. Los responsables de esa expedición fueron Vicente Yáñez Pinzón y Juan Díaz de Solís. Siguiendo siempre la costa hacia el norte, reconocieron el litoral de Honduras y de México, llegando hasta las cercanías de la actual ciudad de Tampico. Pero el ansiado paso no apareció, solamente el golfo Dulce animó por unos momentos a los expedicionarios, pero pronto se desvanecieron las esperanzas. Santa María de la Antigua del Darién, en Castilla del Oro19 -como se denominó por algún tiempo a las demarcaciones de Nicuesa y Ojeda- fue la ciudad donde Vasco Núñez de Balboa, con rapidez y sagacidad, logró captarse la simpatía de la mayoría de los residentes levantándoles la moral y salvando a la reducida colonia -alrededor de trescientos pobladores- de la difícil situación por la que atravesaban.

Como ha expuesto Guillermo Céspedes del Castillo en su obra -modelo de síntesis histórica-, con Núñez de Balboa surgió el primer gran jefe de la sociedad de frontera20 -frontera con lo desconocido-. Hasta 1513, Balboa se entretuvo en explorar la cuenca del río Atrato21 hacia el Sur, en busca de las piezas de oro que se obtenían en la costa, pero no localizó el lugar. En septiembre de 1513, Balboa inició la dura travesía del istmo panameño22, entrando en contacto con poblados y caciques indígenas: Careta, Comagre, Ponca, Chiapes, etc; y como el eterno femenino no puede faltar en la vida de un hombre, Balboa encontró a una bella india, Anayansi, que con fidelidad le acompañó y le sirvió de intérprete. El día 29 de ese mes, festividad de San Miguel, la hueste española contempló las aguas de un nuevo mar: el mar del Sur, el Pacífico. Entre los soldados, iba uno que se llamaba Francisco Pizarro, y será aquí, donde se iniciará -ante los informes de indígenas- la idea de llegar a un territorio rico en oro, El Birú (Perú). Tan pronto se conoció en España (1514) el descubrimiento del mar del Sur, se reavivó el interés por la búsqueda de un paso entre los dos Océanos; y con ahínco, la Corona puso los medios necesarios para ello. Y nadie mejor que el piloto mayor Juan Díaz de Solís, para llevar a cabo ese cometido, pero con una consigna: ir a descubrir a espaldas de Castilla del Oro. Solís inició su viaje recorriendo la costa Atlántica suramericana; llegó a un gran canal que no era otro que el actual río de la Plata -y que durante años se conoció con el nombre de río Dulce, o río de Solís-.

Juan Díaz de Solís no pudo dar cuenta personalmente del descubrimiento ya que murió -juntamente con otros- a manos de los indígenas, en 1516. Mientras estos hechos ocurrían en España y en las tierras americanas hispánicas, en Portugal, Hernando de Magallanes23, juntamente con un cosmógrafo de renombre, Rui Faleiro24, dudaban si las islas de la Especiería eran de Portugal o de España. Francisco Serrão, aquel que dejamos en Ternate, había enviado unas cartas a Magallanes en las que manifestaba que, las Molucas son un mundo mayor y más remoto y rico, que el descubierto por Vasco de Gama. En el mismo texto le insinuaba que las islas de la Especiería, por su lejanía con respecto a las costas de Malaca, estaban dentro de la demarcación española. Y nuevamente la duda en la mente de Magallanes, duda que se fue aclarando a medida que Faleiro estudiaba con precisión las longitudes meridianas con respecto a las Molucas. Magallanes, que en aquellas fechas había caído en desgracia en la Corte portuguesa, por motivos que analizamos al estudiar su biografía, decidió trasladarse a España, en compañía de Faleiro. Y en 1518 en Valladolid, donde se encontraba la Corte, fueron recibidos primero, por el consejero del Monarca, Juan Sauvage, que había venido en el séquito borgoñés de D. Carlos. Este influyente personaje preparó la entrevista con Fonseca, vicepresidente del Consejo de Indias; el obispo Fonseca quedó bien impresionado por los lusitanos, y, además, las islas de la Especiería, era tema que desde las capitulaciones de Santa Fe, interesaba a Castilla.

Como muy bien ha estudiado Ramos Pérez, el Extremo Oriente asiático y, fundamentalmente, las islas de la Especiería -cuyo producto está bien presente en las capitulaciones de Santa Fe- en cuya búsqueda fracasó Colón, es justamente lo que ahora Magallanes ofrecía alcanzar... En el tercer capítulo se dice que pertenecía a Colón la decena de 8 (todas o qualesquiera mercadurías, siquiere sean perlas, piedras preciosas, oro, plata, speciería)25. Fonseca pues, informó positivamente, y también lo hizo el flamenco, Guillermo de Croy, Señor de Chievres, Consejero del Rey. El proyecto, como vemos, fue analizado por muchos ojos. El 28 de marzo de 1518, se firmaba la Capitulación entre el Monarca y Magallanes26. Los tres años transcurridos (septiembre 1519-septiembre 1522) -que fue el tiempo empleado en realizar la primera vuelta al mundo-, y los sucesos ocurridos durante la travesía, tales como la muerte de Magallanes y la incorporación de Elcano, que pasó de contramaestre, a ser el responsable que condujo a feliz término la menguada expedición, son motivo de estudio en el apartado que hemos titulado dramatis personae. Al regreso de la nao Victoria, la realidad del Maluco y la riqueza de sus especias, es palpable y visible. Cuando se empezaron a descargar los fardos, de clavo, pimienta, etc., rápidamente la Corona pensó en continuar enviando nuevas expediciones al mismo tiempo que se ordenó establecer en La Coruña un centro coordinador para el comercio de las especias; y así, la Casa de la Especiería coruñesa27 -por breve tiempo- se encargó del mercado de los productos orientales.

Eran las ciudades del norte de Europa las más interesadas en la adquisición de las codiciadas especias, y por eso se eligió la localidad gallega como lugar más estratégico, en el NO Atlántico. En Zaragoza, y en 1529 se llevó a cabo un tratado entre España y Portugal, para discutir la venta de las Molucas, por parte de España. En realidad lo que se hizo en Zaragoza no fue una venta -esto demuestra el convencimiento de que las Molucas eran de soberanía española- sino una hipoteca de las mismas. El Emperador, necesitado de dinero, empeñado con banqueros extranjeros28, necesitaba fondos para continuar su política europea; y en un tira y afloja, en una oferta y demanda, los españoles pidieron 1.000.000 de ducados, se les ofertó solamente la cantidad de 200.000, finalmente por 350.000 ducados, España, hipotecó las islas, con la condición de que tan pronto se saldara el préstamo, sin plazo fijo, se volvería a recuperar la codiciada Especiería29. Mario Hernández Sánchez-Barba, en un trabajo brillantemente razonado, con claridad y concisión30, sintetiza los seis puntos fundamentales en que se basó el Tratado: 1) Venta de España a Portugal de "todo derecho, acción, dominio, propiedad, posesión o casi posesión de todo derecho a navegar, contratar y comerciar en el Maluco por 350.000 ducados de oro, de 375 maravedises cada uno. Con la condición, por parte del Rey de España, de anularla cuando quisiese con tal de devolver íntegra la cantidad pagada por el de Portugal.

2) El Maluco se considera situado al Occidente de una nueva línea de demarcación, que pasa por las Velas y Santo Tomé (las Marianas), a 17 grados en el Ecuador, a 297 leguas y media de oriente de las Molucas. 3) Queda abierta la posibilidad de que el rey de Portugal renovase la cuestión de propiedad sobre el Maluco. En este caso, una junta mixta de tres astrólogos y tres marinos por cada parte, estudiaría el asunto durante cuatro meses en algún lugar fronterizo entre ambos países. 4) Todo cargamento de especias no traído por súbditos y naturales de Portugal, quedaría embargado en depósito hasta averiguar su procedencia. 5) El rey de España quedaba obligado a no despachar naves para la Especiería e impedir las acciones de sus súbditos que lo pretendiesen. 6) El rey de Portugal se obligaba a no construir fortaleza nueva alguna en el Maluco, ni en lugar alguno situado en la nueva demarcación acordada31. De esa forma, se puso punto final a la larga polémica del Maluco, entre España y Portugal. Los derroteros de la historia motivarán la aparición de nuevos propietarios: los holandeses, quienes desde comienzos del siglo XVII, se apoderaron de las plazas y factorías portuguesas en el Maluco.

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