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Desarrollo


Capítulo XXII De cómo Tupa Ynga Yupanqui volvió al Cuzco y su padre Ynga Yupanqui le renunció el señorío Acabadas las conquistas susodichas de Tupa Ynga Yupanqui, así en la sierra como en los llanos, en todas las provincias de Quito. Hizo en Tumbes una fortaleza para poner más en freno y sujeción las provincias de aquellas partes de los llanos, que caían a la mar, y trató de volverse al Cuzco a dar cuenta y relación a Ynga Yupanqui, su padre, de todo lo que había conquistado y allanado. Poniendo guarnición en las provincias nuevamente ganadas y gobernadadores que las rigiesen y guardasen, se volvió hasta Caxa-Marca habiendo enviado por los llanos a sus dos tíos hasta Truxillo, los cuales se apoderaron de aquella rica y fertilísima tierra donde hallaron innumerables riquezas de oro y plata y famosas y ricas bajillas y maderos de plata y oro, con que tenían hechas y edificadas las casas Chimo Capac, señor de aquellas provincias, cosa increíble y que de ningún monarca del mundo se lee tal. Desta verdad dieron muchas y manifiestas señales las Guacas, que después de haber los españoles venido y apoderádose desta tierra se descubrieron y hallaron en Trujillo, que fueron las más soberbias, ricas y numerosas que se han descubierto hasta hoy en las indias, que todo es indicio de la riqueza y abundancia de Chimo Capac, señor natural de Trujillo. Todo este oro y plata y vajillas trajeron a Tupa Ynga Yupanqui a Caxa-Marca, y de allí se vinieron a la ciudad del Cuzco, a do entró con el más magnífico y soberbio triunfo que jamás Ynga metió en él, antes ni después, trayendo diversidad de gentes y naciones sujetas y domadas, haciendo una pomposa muestra de todos los curacas principales y capitanes que había prendido en las batallas, los cuales trajo de sus tierras para sólo este efecto.

Y como el corazón envidioso, aun de sus mismas cosas tiene envidia y pesar, Ynga Yupanqui, su padre, recibió deste triunfo, grandeza y majestad de su hijo, gran pena y tristeza, viendo sus victorias y gloria por no haber ido él a aquella conquista y jornada, y que a él solo se le atribuyese esta honra, y así urdió de matar a sus dos hijos Tilca Yupanqui y Yanque Yupanqui, y mató sólo a Tilca Yupanqui, dando por causa y achaque de su muerte que para que habían pasado la comisión y mandato que les había dado en las conquistas y tierra que habían de procurar sujetar y habían llevado a su hijo Tupa Yupanqui a provincias tan remotas y lejanas y puéstole en peligro de perderse y a su ejército. Visto por Tupa Ynga Yupanqui la muerte tan injusta y sin razón de su hermano recibió grandísima pena y melancolía, dando della grandísimas muestras. Del oro que en esta razón se trajo mandó Ynga Yupanqui hacer las estatuas de oro del sol y Viracocha y las de Palpa Ocllo e Ynga Ocllo y adornar con este oro el templo de Curicancha y enriquecerlo. Del oro que a este tiempo se trajo tomó ocasión Tupa Ynga Yupanqui de hacer descubrir minerales de oro y plata, y así lo mandó por toda la tierra y se empezaron a manifestar las riquezas de metales abundantísimos de oro y plata y esmeraldas, que después se han ido prosiguiendo y prosiguen en todas estas provincias, sacándose cada día más, y habiendo cada día nuevas muestras más que en ninguna de las provincias y reinos de todo el orbe, con grandísimo espanto y maravilla que parece que este reino del Pirú es depósito todo él de riquezas.

Y viéndose ya Ynga Yupanqui viejo, deseando ver a su hijo Tupa Yupanqui en posesión del reino y señorío, lo trató con él y con todos sus hermanos y deudos y linaje y con los capitanes y gobernadores que en el Cuzco había. Los cuales todos vinieron en ello, por ser muy amado y querido en general de chicos y grandes, Tupa Ynga Yupanqui. Viendo su padre la voluntad de los orejones tan dispuesta hizo una Junta General y llevó a Tupa Ynga Yupanqui a Curicancha y lo puso delante la estatua de sol y dijo al sol: veis aquí vuestro hijo el que ha de suceder en mi lugar en todos mis señoríos y en todas las provincias que poseo. Luego le hizo vestir una vestidura riquísima que llaman capac incu-tarco hualcay, que quiere decir vestir rico y preciado, y luego se pusieron la borla en la frente que llaman ellos mascai pacha, que es la Corona Real que ellos usaban, hecha de la lana finísima colorada, y después le dieron el suntur paucar y el tupa yauri, que es el cetro que como dijimos son las insignias que le daban al Ynga cuando le coronaban y juraban por Rey y Señor. Dábanle unos vasitos de oro llamados tupa cusi napa, y acabadas estas ceremonas y ritos, los sacerdotes del Sol, que estaban presentes, a quien pertenecía lo levantaron sobre los hombros con grandes voces, y así quedó coronado y jurado por señor. Vuelto Ynga Yupanqui a todos los de su linaje, capitanes y gobernadores que estaban allí para este efecto, les dijo: veis aquí vuestro señor, que yo soy ya viejo e impedido y no puedo gobernaros, él os ha de regir y mandar de aquí adelante y a él habéis de obedecer y respetar, y seguir su orden y mandato en todo.

Entonces los hermanos, parientes y todos los orejones gobernadores y capitanes se hincaron de rodillas ante Tupa Yupanqui y le besaron las manos y los pies, con mucha humildad, y acabado esto se salieron a la plaza a hacer y celebrar la fiesta de la coronación a su usanza, con gran suma de bailes y danzas, cantando, comiendo y bebiendo. De allí a poco murió Ynga Yupanqui en el Cuzco, aunque algunos quieren decir que fue en Quito su muerte. Pero lo más cierto es lo dicho. Fue casado con Mama Ana Huarque, por otro nombre llamada Hipa Huaco, en quien tuvo muchos hijos e hijas. El heredero ya está dicho que fue Tupa Ynga Yupanqui, y una hija llamada Mama Ocllo, que fue mujer de su hermano. Este Ynga Yupanqui fue el que comenzó la obra de la fortaleza del Cuzco y la trazó y ordenó, mandando sacar los cimientos, que bien considerado no tiene cosa más señalada el Pirú de edificios. En ella mostraron los Yngas su gran poder y ánimo, pues no teniendo hierro ni picos con que labrar piedras tan duras, las labraban con otras piedras más duras, que ellos llamaban higuyayas, y acomodaban juntándolas de tal suerte que una punta de aguja muy delgada no entrara por las junturas de las piedras, y éstas trayéndolas de partes remotas, sin ayuda de artificio de animales como en todos los edificios del mundo, sino sólo a fuerza de brazos de sus vasallos. Hizo también la fortaleza de Vilcas, que es obra famosa y admirable. En las fiestas y solemnidades salía muy galán y pomposamente aderezado con los mascay pacha, puesta en la frente en señal de Rey y Señor, y con muchas flores y patenas de plata y oro. Tiznábase el rostro conforme a la fiesta que era, y llevaba grandísima multitud de gente, de señores y orejones y de otra común también, tiznados de diversos colores y figuras, danzando y bailando sin descansar, cantando unos y respondiendo otros las historias y hazañas de Ynga Yupanqui y, llegados a la casa donde se había de hacer la fiesta, la celebraban, y vuelto Ynga Yupanqui a su casa, los que quedaban con él comían y bebían con grandísimo regocijo y, al fin, como bárbaros. Toda su felicidad tenían puesta en esto.

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