Llanto por la muerte de Cristo con santos

Datos principales


Autor

Alessandro Di Mariano Filipepi

Fecha

1490 h.

Estilo

Renacimiento Italiano

Material

Témpera sobre madera

Dimensiones

140 x 207 cm.

Museo

Alte Pinakothek (Munich)

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La figura del monje Girolamo Savonarola será de gran importancia para la vida florentina de fines del Quattrocento, especialmente para Botticelli, que parece convertirse en un directo seguidor de la doctrina reformista del monje. Este ascetismo que inunda la vida del pintor a partir de la década de 1490 se refleja en sus cuadros, que abandonan la temática profana y que dotan de expresividad a sus obras, como en esta escena, muy similar al Llanto por la muerte de Cristo. La disposición horizontal de esta tabla hace que las figuras se dispongan más extendidas, sin provocar la sensación de agobio espacial que caracteriza a su compañera. La figura yacente de Cristo continúa protagonizando la composición, ocupando una gran superficie de la tabla. María sujeta con escasas fuerzas a su hijo, ayudada en este menester por las santas mujeres y san Juan Bautista, quien acaricia con gran delicadeza a la Madre de Dios. La Magdalena unge los pies de Jesús, apreciándose sus bellas manos tras el transparente sudario. Junto a estos personajes encontramos a san Jerónimo, san Pablo y san Pedro, cada uno con sus atributos característicos: la piedra, la espada y las llaves, respectivamente. Las aristas de las rocas que forman la cueva y el sepulcro donde será enterrado Cristo son las únicas referencias espaciales. La más importante aportación de Botticelli en este cuadro es la expresividad de los personajes, transmitiendo una emoción conmovedora a los espectadores.

Sus rostros están cargados de tensión y tristeza, en sintonía con los trabajos de la pintura flamenca que llegaba a Italia gracias a las extraordinarias relaciones comerciales entre ambos países. Figuras como Jan van Eyck o Rogier Van Der Weyden pudieron influir en el artista florentino. La monumentalidad de los personajes es una constante en la pintura de Botticelli, que se interesa por el estudio anatómico en la figura de Cristo, perdiéndose los restantes cuerpos bajo pesados ropajes llenos de pliegues. El dibujo es perfecto, dotando a la línea de un destacado papel en el conjunto, sin olvidar el vivo colorido gracias a los rojos y amarillos. La composición se inscribe en un triángulo para los personajes principales, insertando el conjunto en un rectángulo, figuras geométricas muy del gusto de los artistas del Renacimiento.

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