Parroquia de San Mateo

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Datos principales


Fecha

Siglos XV-XVI

Lugar

Lucena

Localización

Lucena, Córdoba

Localización


Desarrollo


La Iglesia Parroquial de San Mateo, incluida su fábrica dentro del primitivo recinto amurallado de la Lucena judía, árabe y cristiana, fue probablemente la sinagoga mayor, la única mezquita y posteriormente, el primer templo cristiano. Después de la destrucción de la Lucena hebraica por los almohades en el año de 1138, y de su conquista por los cristianos, la recesión demográfica hubo de ser constante debido al carácter fronterizo de la villa durante 250 años, sometida a constantes algaradas que no cesarían hasta finales del siglo XV; esta circunstancia, unida a la dificultad para el cultivo de las tierras, imposibilitaría la construcción de un templo mayor para albergar los cultos a partir de la conquista de Fernando III. Con toda seguridad se siguió usando la vieja mezquita, de pequeñas dimensiones, puesta desde 1240 bajo la protección de la Virgen y la advocación del Apóstol San Mateo. El año de 1498, D. Diego Fernández de Córdova, Alcaide de los Donceles y luego primer Marqués de Comares, apresor del Rey de Granada Boabdil en la batalla de Martín González, decidió la demolición del antiguo templo y la construcción de uno acorde con su magnificencia y digno de la villa cabecera de su Señorío. Las obras, que debieron principiar por la cabecera del templo, como evidencian los sucesivos estilos arquitectónicos, aprovecharon bien poco de la vieja edificación: algunos arranques de muro de mampostería y las tres bolas de bronce (yamur) que hoy coronan el chapitel de la torre.

Por una inscripción existente en una de las campanas podemos suponer que la torre estaba terminada en el año de 1501. Habría que pensar en la posibilidad de que la fecha unánimemente aceptada para la terminación de la fábrica de la Iglesia de San Mateo que ostenta una cartela en la portada de San Miguel, (1544), se refiera exclusivamente a la terminación de esta puerta y no a la totalidad del edificio. Sabemos por el Cronicón del Regidor Juan Moyano de Argote, que la imagen de piedra de San Mateo que aparece hoy en la fachada principal fue colocada en el año de 1628, casi un siglo después de la fecha supuesta de terminación de las obras. Sin embargo, el dato más claro es el propio estilo de la portada de la Plaza Nueva, claramente perteneciente a los años finales del siglo XVI. El Marqués D. Diego, no vio terminada su obra, puesto que falleció en Alcolea el 26 de Mayo de 1516, sucediéndole en el Mayorazgo su hijo, D. Luis Fernández de Córdova, a quien se atribuye la finalización de la obra tomando como fundamento la mencionada inscripción de la puerta de San Miguel. Está claro que los trabajos no tuvieron solución de continuidad, toda vez que las diferencias de estilos evidencian un periodo amplísimo de tiempo a lo largo del cual serían frecuentes las paralizaciones de las obras. El gótico tardío, el mudéjar y el renacimiento son las constantes de este templo, aunque en los siglos sucesivos se hicieron añadidos herrerianos, barrocos y neoclásicos, que poco modificaron la estructura fundamental de la Iglesia.

La estructura de la Iglesia Parroquial de San Mateo se incluye dentro de un paralelogramo regular, salvo la Capilla del Sagrario y las dependencias. Sus medidas son: Largo 44 metros y ancho 23 metros, los muros laterales 12 metros, las columnas 15 metros y la nave central 19 metros. Su planta es de cruz latina con tres naves que corren de este a oeste, flanqueadas por seis tramos de airosos pilares de piedra tallada en piezas y ánima de argamasa. Estos pilares, cruciformes con baquetones adosados, sustentan la cubierta y separan las naves a través de una serie de arcos de ladrillo apuntados y enmarcados por un alfiz, punto de apoyo de la armadura mudéjar, de parhilera en la nave central y de molinera en las laterales, que aparece exenta de decoración salvo en las tirantas, donde unos listones claveteados intentan una decoración de Yacería. El crucero, cuyos cuatro arcos son de medio punto, está cubierto por falsa bóveda de arista y tiene hermosa crucería formada por la prolongación de los baquetones que ascienden desde los pilares. Esta decoración incluye el techo del presbiterio, pudiéndose apreciar entre los nervios las pinturas al fresco que realizara Antonio Mohedano de la Gutierra. Los muros, de anchura irrregular, desde 1,5 a 3 mts. son de mampostería, sillares o tierra prensada. En el ángulo noroeste del templo se encuentra la torre, cuadrada, sin ningún tipo de decoración, de mampuesto el primer cuerpo y de sillería los cuatro restantes, cuyas únicas aberturas son las cuatro, rematadas en arcos de medio punto, del hueco de las campanas.

Remata su estructura un chapitel a cuatro aguas, cubierto de tejas vidriadas y coronado por tres bolas de bronce y una veleta. Todo el ámbito del templo, excepto el crucero, se halla cubierto por un tejado a dos aguas, que condiciona la forma de la fachada principal. Los accesos al templo se pueden verificar a través de tres puertas: la del Titular, San Mateo o de la Umbría en el lado del Evangelio y la de San Miguel o del Sol en la nave de la Epístola. Las tres son de estilos diferentes y las tres se encuentran en distinto estado de conservación siendo, paradójicamente, la más antigua, la mejor conservada, y la principal, más reciente, la que se halla en peor estado. La Puerta de la Virgen, que mira al norte, es la más bella de las tres que posee esta Iglesia y la mejor conservada. Se asciende a ella a través de cuatro escalones de jaspe rojo. La portada está inscrita en un rectángulo limitado por un dintel sin ornamentación y dos pilares geminados con baquetones adosados que rematan en sendas agujas con decoración de cardinas. El arco pertenece al estilo conopial, con archivoltas decoradas con florones espaciados y en cuya clave se aprecia una pequeña figura monstruosa. Sobre el arco de acceso se sitúa un enorme tímpano rectangular, en donde los baquetones que ascienden desde pilares y jambas, dibujan una serie de arcos ciegos, concéntricos y de medio punto, entre los cuales corre una tupida ornamentación de frondas o de finas lacerías. En el centro de esta arcada ciega decorada con arquillos túnidos u ojivales de herradura, de clara inspiración mudéjar, se encuentra la Virgen con el Niño, titular de la puerta, bajo un afiligranado dosel gótico.

Bajo los baquetones que forman el arco de medio punto, las enjutas muestran también una decoración de arquillos ojivales de herradura. Está claro, por su estilo, que es ésta la más antigua entrada al templo. Su probable datación sería la de los años finales del siglo XV y los primeros del XVI. Opuesta a la de la Virgen, la portada de San Miguel o del Sol es fundamentalmente idéntica a aquella; sin embargo, los motivos decorativos indican una fecha más avanzada, corroborada por una cartela que marca su terminación el año 1544. Tanto la decoración de las archivoltas, no ya simplemente vegetales sino con cabezas de ángeles y grutescos, como las agujas o pináculos geminados en donde los baquetones adosados a las pilastras giran en espiral, revelan un arte que ya se asoma al renacimiento. El San Miguel, gótico, bajo doselete renacentista es una buena prueba de ello. La gran diferencia con la puerta de la Virgen estriba en los distintos elementos decorativos y en el añadido sobre los arcos ciegos, de dos figuras femeninas en medio relieve, tenentes del escudo marquesal de Comares, que aparece rodeado por las 22 banderas apresadas al Rey de Granada. La Puerta de San Mateo, la puerta principal de la Iglesia Parroquial de San Mateo, es la más avanzada en el tiempo y en el grado de deterioro, ya que el mal de la piedra ha afectado en los últimos años, de manera grave, a gran parte de su estructura. Posee un pequeño atrio sobresaliente de la fachada y cerrado por una verja de hierro forjado del siglo XVII; este atrio está losado, único resto del primitivo empiedro que rodeaba la Parroquia, con grandes losas de jaspe rojo de la sierra de Cabra.

La portada, de dorada piedra cipia, es de estilo renacentista, aunque mantiene ligeros indicios platerescos. Está formada por un arco de medio punto en cuya clave aparece el escudo marquesal de Comares y en las enjutas dos tondos con figuras irreconocibles, de medio relieve. La puerta, ligeramente abocinada, está enmarcada por unos baquetones, entre los cuales aparece una decoración vegetal intercalada con motivos guerreros. Las jambas, dos columnas dóricas, estriadas y geminadas a cada lado, sobre pedestal, sostienen un breve arquitrabe rematado en frontón dentro del cual aparece San Pedro en el lado del Evangelio y San Pablo en el de la Epístola. Arrancando de los tímpanos y separado de estos por una cornisa se halla un arco peraltado y ciego con decoración de cajetones y tondos clásicos, en cuyo centro se yergue la imagen en piedra de San Mateo, titular del templo, colocado, según el Cronicón de Moyano de Argote, el 16 de Agosto de 1628. La puerta interior de la Sacristía, aunque mutilada, es tal vez la más hermosa de todo el templo. Cuando a mediados del siglo XIX se eliminó el coro bajo construido dos siglos antes, se situó sobre esta puerta destruyendo la parte superior. Pertenece al más puro estilo isabelino o gótico plateresco. Su arco es de medio punto y sus jambas, pilares decorados con baquetones que corren rodeando el arco, ostentando entre ellos una espesa decoración vegetal. En el centro del medio punto está el escudo de Comares rodeado de banderas y en las enjutas dos leones tenantes.

Probablemente flanqueado por unos pináculos decorados con cardinas se encontrase un tímpano con imagen bajo doselete. Interesantes son los accesos a diferentes capillas de la nave del Evangelio, hoy desaparecidas. De ellas, la capilla de la Inmaculada Concepción y de San Pedro ostentan unas portadas de piedra, severas y sin concesión alguna a la ornamentación. Ambas fueron construidas en la primera mitad del siglo XVII, cuando el influjo del estilo escurialense se hacía notar en la España de Felipe III. El retablo mayor muestra en el espléndido conjunto de sus relieves y esculturas exentas, escenas de la vida de Cristo, y personajes del Antiguo y Nuevo Testamento, todo admirablemente enmarcado en en una soberbia arquitectura de palladiana inspiración.

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